HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

domingo, 30 de mayo de 2010

Para los que estéis en Silencio

Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, aunque es de
noche.
Aquella eterna fonte está escondida, que bien
sé yo do tiene su manida, aunque es de noche.
Su origen no lo sé, pues no le tiene, mas sé que todo origen de ella
tiene, aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella, y que cielos y tierra beben de ella, aunque es de noche.
Bien sé que suelo en ella no se halla, y que
ninguno puede vadealla, aunque es de noche.
Su claridad nunca es oscurecida, y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes que infiernos y cielos riegan y las gentes, aunque es de noche.
El corriente que nace de esta fuente bien sé que es tan capaz y omnipotente, aunque es de noche.
El corriente que de estas dos procede sé que ninguna de
ellas le precede, aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte está escondida en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas, y de esta agua se hartan, aunque a oscuras porque es de noche.
Aquesta viva fonte que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche.

«Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por fe» (San Juan de La Cruz)

El Silencio (y 2)

Es curioso ver como cada uno de nosotros interpreta el silencio. Os presento a continuación varias frases y proverbios relativos al silencio. Todas son válidas, porque cada una de estas frases tiene un origen y n destino. Os propongo un juego: ¿Cuál de ellas creéis que debe ser la más adecuada para el hesicasta?

Hay personas silenciosas que son mucho más interesantes que los mejores oradores. (Benjamín Disraeli)
Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras. (William Shakespeare)
Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio. (Proverbio hindú)
El silencio es el único amigo que jamás traiciona. (Confucio)
Hay que guardarse bien de un agua silenciosa, de un perro silencioso y de un enemigo silencioso. (Proverbio judío)
¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido! (Santa Catalina de Siena)
Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos. (Martin Luther King)
Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena. (Mahatma Ghandi)
Cuesta más responder con gracia y mansedumbre, que callar con desprecio. El silencio es a veces una mala respuesta, una respuesta amarguísima. (Gar Mar)


La arena del desierto es para el viajero fatigado lo mismo que la conversación incesante para el amante del silencio. (Proverbio persa)
El silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos. (Miles Davis)
El silencio es el elemento en el que se forman todas las cosas grandes. (Thomas Carlyle)
Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos. (Curcio)
Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra.(Georges Benjamin Clemnceau)

El silencio es un gran arte para la conversación. (William Hazlitt)

El Silencio (1)


El silencio es imposible. El silencio es incompatible con la vida. La vida emite “sonidos” más o menos audibles. El silencio como ausencia total de sonido es una entelequia. No es ese silencio el que debemos buscar.
Silencio es conocer el auténtico ritmo de las cosas que nos rodean. Silencio es escucharnos a nosotros mismos y a los demás. Estamos inmersos en un mundo de ruidos. Todos hablan al mismo tiempo, los ritmos musicales se vuelven cada día más frenéticos, como la propia vida: oímos, pero no escuchamos. Nos estamos separando del silencio. Pero no porque hagamos ruido, sino porque cada día nos resulta más difícil escuchar. Hay una contaminación sonora que nos impide distinguir lo fundamental de lo superfluo. Nuestra mente divaga como una mariposa de flor en flor, atraída por una paleta de colores cada día más amplia y cada día más engañosa.
Hace tiempo me preguntaron: Y yo que llego agobiada del trabajo, preocupada por la hipoteca, las deudas, las enfermedades,… ¿cómo puedo aparcar las prisas? ¿Cómo puedo dejar a un lado las cargas? ¿Cómo puedo escucharme para conocerme mejor? Y, más difícil aún, ¿cómo me pongo en disposición de entregarme totalmente a Dios? Entonces no supe qué contestar. Yo tenía una vida fácil que me permitía todo eso y más, pero no sabía hacerlo extensivo a los demás.
Somos rebeldes y nuestra rebeldía nos hace incapaces de escuchar, nos inhabilita para el silencio. Uno de los votos religiosos tradicionales, la obediencia, es tal vez el más incomprendido. Parece que estemos creando un grupo de seguidores fieles y ciegos tras un líder manipulador. Al menos esa es la creencia de muchos que solo han llegado a ver los rescoldos de lo que fue una gran hoguera de Amor. Nuestras religiones, y todo lo que las sustenta, se han quedado prendidas del Cielo por alfileres dogmáticos inadmisibles, por injustificados, para el hombre moderno que olvida la humildad que deberían recomendarle sus limitaciones y cree saberlo todo e inexplicadas por quienes detentan la obligación de hacerlo porque, como decía René Guenón, están perdiendo la conexión espiritual con la Tradición primitiva. Y pocos se han preocupado de desarticular esa lógica dañina e irrefutable en sí misma, pero no en sus premisas.
La obediencia propugnada en sus orígenes no se refiere tanto al acatamiento de la voluntad de otro al que supeditamos la nuestra propia, como a la aceptación de esta vida, con sus alegrías y sus tristezas, como experiencia que no nos ha tocado vivir, sino que hemos aceptado experimentar.
Es frecuente, demasiado frecuente, que en nuestras conversaciones cotidianas oigamos las quejas de nuestros interlocutores sobre las desdichas del día a día, sobre lo malos que son los políticos, sobre la delincuencia que asola nuestras calles, sobre lo malos que son nuestros vecinos, … Siempre nos estamos quejando. Debemos aprender a aceptar las cosas como son. La persona que tenemos en frente o a nuestro lado es como es y no como nosotros queremos que sea. Hoy hace calor y mañana hará frío y lloverá, por mucho que nos quejemos no podremos cambiarlo y, sin embargo, algo hay en todos estos hechos que debemos aprender. La vida es un libro que debemos leer, podemos ver una versión cinematográfica que nos condensará todo en unas horas y nos desviará la atención sobre los efectos especiales o podemos, peor aún, dejar el libro en casa y marchar a la calle “de copitas” o resolver lo que creemos es nuestra vida. Estaremos perdiendo miserablemente el tiempo.
Así, pues, aceptemos la vida como es, sin rechistar. Así estaremos en condiciones de acallar nuestra mente, de traer a ella el silencio, como no divagación, que necesitamos para escuchar y comprender el mensaje divino.

sábado, 29 de mayo de 2010

Yo acepto ¿y tú?

No es fácil, pero es la única solución. El mundo es como es y así lo has de aceptar. Puedes, ¿cómo no?, rebelarte y despotricar, pero eso solo te llevará a la desesperación, a la angustia, al sufrimiento, al miedo, a la depresión, a las guerras hijas de la incomprensión...
Si tu hermano no es como esperabas que hubiera de ser, si tu vecino es peor de lo que tú quisieras, no sabes por qué razón, acéptalo. Si tu pareja rompió tus esperanzas, las del momento del amor de pasión, ese que os llevó a lo que tenía que pasar y ahora piensas que dejó de ser, acéptalo. Si el odio te ha puesto en el punto de mira de algunos o de todos sin saber por qué, acéptalo. Si tu mente y tu cuerpo ya no son como fueron en una ocasión, acéptalo.
Forma parte de tu misión vivir lo que has de vivir, caminar por los caminos por los que has de pasar, haciendo camino y nada más.
Hay quien dice, no sin racional razón, que hay que levantarse contra los tiranos, contra las injusticias, contra los que avasallan escudados tras su poder, contra aquellos que un día recibieron el encargo de nuestra representación y hoy parecen haberlo olvidado, pero… luchar con las mismas armas de la sinrazón es perder la que tengamos y permitir que ganen ellos. No hay que tener miedo de los que pueden matar el cuerpo, sino de los que pueden ahogar el alma, asfixiarla, impedir, en fin, que cumpla su misión. Porque cuando nos enfrentamos al “malo”, lo estamos separando de nosotros, es lo que podríamos decir un crimen de lesa majestad, sí, porque estamos intentando separar a Dios de Dios. El Amor llevado al extremo de Cristo, conlleva la aceptación del otro humano, animal, vegetal, mineral u objeto artificial, sus formas, sus apariencias y sus esencias, tal como son, sin quitar, ni poner nada.
Como decía al principio, cuesta y mucho. Avanzaremos y retrocederemos, pero debemos intentarlo. Yo acepto, ¿y tú?

viernes, 28 de mayo de 2010

Sobre la oración y lapureza del corazón (y 10)


Terminamos ya con esta defensa del hesicasmo por parte de San Gregorio Palamás con desenmascaramiento de aquellas personas que, pareciendo hesicastas, distan mucho de serlo. Aclara perfectamente que no hay hesicastas “con apellidos”, que el hesicasmo es uno y nada más. Las clasificaciones absurdas basadas en formas de expresarse son dañinas y más propias de fariseos. Confunden la forma con el fondo. Estableciendo esas clasificaciones restan vitalidad al hesicasmo, calumnian “a quienes representan, nombran y persiguen las realidades invisibles por medio de símbolos corporales”. En efecto los santos hesicastas manejan puntos de vista diferentes para facilitar la comprensión y la práctica del hesicasmo, pero no persiguen atar el espíritu a una parte concreta del cuerpo, el vientre, el corazón o la cabeza. Y no lo persiguen porque “el espíritu no está ni dentro ni fuera del cuerpo”
Aquellos cuyos propósitos me recuerdas con tu pregunta parecen compartir el mal del fariseo... desdeñan la actitud de la oración justificada del publicano y exhortan a los demás a no imitarlo en ella. «No se atrevía ni a levantar sus ojos al cielo» dice el Señor (Lc 18, 13). Lo imitan, por el contrario, aquellos que, orando, aplican sus ojos sobre ellos mismos. Quienes se refieren a ellos dándoles el sobrenombre de omphalópsicos (los que colocan su alma en el ombligo) calumnian a sus adversarios -¿de entre ellos, alguno colocó jamás el alma en el ombligo?-, se comportan además como detractores de prácticas que merecen alabanzas y no como esclarecedores de equivocaciones. No es la causa de la vida hesicasta y de la verdad lo que los impulsa a escribir, es la vanidad. No es su deseo el introducir sobriedad, sino el alejarla. Por todos los medios tratan de perjudicar a la obra y a aquellos que se dedican a ella con celo. Podrían también tratar de koliópsico al que dijo: «Mi vientre (kolia) se estremece como un arpa...» (Is 16, 11) y envolver en la misma calumnia a quienes representan, nombran y persiguen las realidades invisibles por medio de símbolos corporales...
Tú conoces la vida de Simeón el Nuevo Teólogo, sus escritos, y a Nicéforo el Hagiorita... que enseñan claramente a los principiantes aquello que, según me dices, otros combaten. ¿Pero, para qué limitamos a los santos del pasado? Hombres que han dado testimonio del poder del Espíritu santo, nos enseñaron todo esto por su propia boca: Teolepto, obispo de Filadelfia, Atanasio el Patriarca (fin del siglo XIII, comienzos del XIV). Tú los escuchas, a ellos y a otros, antes que ellos y después de ellos, invitando a conservar esa tradición que nuestros nuevos maestros en hesicasmo (...) se dedican a despreciar, a deformar y arruinar, sin beneficio para sus oyentes. Nosotros mismos hemos vivido con algunos de los santos más altamente considerados: fueron nuestros maestros. ¿Cómo, entonces, desdeñaríamos a quienes la experiencia, unida a la gracia, ha formado, para alinearnos detrás de los que no tienen otro título para enseñamos que su orgullo?
Huye de esas gentes y repítete sabiamente a ti mismo, como David: «Bendice a Yahvé, alma mía y bendiga todo mi ser su santo nombre» (Sal 103, 1). Escucha dócilmente a los Padres, escúchalos aconsejarte acerca de los medios para hacer reentrar al espíritu.
Aquel que trata de mesalianos a los que consideran al cerebro o al corazón como asiento del espíritu, que lo sepan: atacan a los santos. San Atanasio coloca el asiento de la razón en el cerebro. Macario, cuyo resplandor no es inferior, coloca en el corazón la operación del espíritu. Y casi todos los santos están de acuerdo con ellos. San Gregorio de Nisa, afirmando que el espíritu no está ni dentro ni fuera del cuerpo, no está en contradicción con ellos. Pues los otros colocan el espíritu en el cuerpo en tanto que lo consideran unido a él. Hablan simplemente colocándose en otro punto de vista pero no tienen una opinión diferente.

domingo, 23 de mayo de 2010

WILLIGIS JAGER responde

PREGUNTA: ¿Cual es la diferencia entre meditación y contemplación?

Hoy en día, lamentablemente, ya no se utilizan estos dos términos en sus formas originales. La meditación, según la clasificación tradicional, se refiere a los dones intelectuales y sensuales del ser humano: la razón, los sentimientos y los sentidos, ocupándose de imágenes, palabras y metáforas que estimulan las potencias del alma. Pero los que se encaminan a la contemplación han de dejar atrás la meditación durante este ejercicio. Por otro lado, se da por supuesto que los que se dediquen a la contemplación ya han practicado intensamente las otras dos formas de oración. La contemplación únicamente es posible cuando queden calladas la razón, la memoria y la voluntad. Todas las potencias del alma están aquí pasivas. Ninguna idea o contenido serán admitidos, incluso habrá que abandonar todas las visiones, pensamientos e ideas religiosas. Contemplación es un "puro mirar"; algo le va sucediendo al orante. Se trata de despertar el verdadero ser divino.

El Circo de la Mariposa

Durante la Segunda Guerra Mundial, una ciudad francesa fue brutalmente bombardeada. Uno de sus ciudadanos sufrió la amputación de todas sus extremidades. El trauma fue inenarrable. Sin embargo, la vida tomó, para este hombre, un sentido que hasta entonces no había tenido. Sometido a la inmovilidad más absoluta, sometido a esa mezcla estúpida de compasión y subestima por parte de los "normales", este hombre fue capaz de vivir con una intensidad que ya quisieramos muchos de nosotros.
Hoy mi hijo, Fernando, me ha pasado dos vídeos, primera y segunda parte, de un corto, "El Circo de la Mariposa",la metamorfosis del ser humano para el que, como dice Méndez, uno de los protagonistas, cuanto mayor es el reto, mayor es la gloria.
Podéis ver los vídeos en la columna de la derecha del blog.

sábado, 22 de mayo de 2010

Hesikia versión Neruda

A CALLARSE (Pablo Neruda)

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.

Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.

Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.

Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.

Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.

No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.

Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.

Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.

viernes, 21 de mayo de 2010

Vuestra soy, para vos nací

Lecciones de abandono de una gran mística. Enfrentad así la medtación y notaréis un gran avance:

Vuestra soy, para vos nací:¿qué mandáis hacer de mí? Soberana Majestad, eterna Sabiduría, Bondad buena al alma mía; Dios, Alteza, un Ser, Bondad: la gran vileza mirad, que hoy os canta amor así:¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes, vuestra, pues me redimiste; vuestra, pues que me sufriste, vuestra, pues que me llamaste. Vuestra, porque me esperaste, vuestra, pues no me perdí: ¿qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado?¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí, mi dulce amor, amor dulce, veisme aquí:¿qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma: mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y aflicción. Dulce Esposo y Redención, pues por vuestra me ofrecí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida; dadme salud o enfermedad, honra o deshonra dadme; dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí:¿qué queréis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací: ¿qué mandáis hacer de mí?

Santa Teresa de Ávila (1515-1582), carmelita descalza, doctor de la Iglesia

Artistas en meditación

El arte es un escaparate de seres de alto grado de consciencia. Veamos un corto ejemplo:

“Pronto el silencio será una leyenda del pasado. El hombre inventa, dia tras día, máquinas y dispositivos que aumentan el ruido y distraen a la humanidad de la esencia de la vida, de la contemplación, de la meditación.” (Jean Arp)
“Mi martillo y yo somos uno. Solo sé clavar clavos en la miga de pan, pero cuando clavo clavos en la miga de pan, clavo tan bien que mis amigos lo olvidan todo y se sienten literalmente transportados, transfigurados en azur puro.” (Jean Arp)

“Siempre hay flores para el que quiere velas” (Henri Matisse)
“El artista solo ve verdades antiguas con una nueva luz, porque no hay nuevas verdades” (Henri Matisse)
“El abandono en Dios es un don y, al mismo tiempo, la mayor manifestación de la libertad del hombre (Doménico Cieri Estrada)
“Dios nos habla a veces tan claro que parecen coincidencias” (Doménico Cieri Estrada)
“Para conocer la flor del ciruelo,
Tanto el propio corazón,
Como la propia nariz”
(Poema de Onitsura)

lunes, 17 de mayo de 2010

Mimosa púdica


La Mimosa púdica es una planta de origen americano (cada vez tengo más claro que tenemos que redescubrir América o, mejor, dejar que los americanos nos colonicen) cuya característica principal es que reacciona al contacto con un objeto extraño plegándose como si fuera una planta mustia y, por tanto, no apetecible para un posible depredador. Dispone pues de un mecanismo de defensa que le hace cerrarse hacia sí misma.
No pretendo dar clases de botánica porque seguro que, como en tantas otras cosas, alguien me las daría a mí. No: se trata de una meditación. Hay muchos seres a nuestro alrededor que, ante un acercamiento que a nosotros no nos parece agresivo, pero sí para él, se encierran en si mismos y no nos dejan ver su belleza interior, ¿quién sino nosotros tiene la culpa de que eso ocurra así, de que el acercamiento no haya sido posible, de que hayamos privado al mundo de la bella manifestación de amor de ese ser? He visto en muchas ocasiones el rechazo, el desprecio, la incomprensión, la crítica más o menos velada hacia personas “raras”, a las que se termina calificando de poco sociables, de malajes o de cosas peores, desplazándolas a “corralitos” en lo que sociológicamente llamamos “grupos en riesgo de exclusión social”. Eso sí, después de establecer la clasificación nos quedamos tan anchos, escribimos artículos, ponencias, y dejamos que nos califiquen de expertos en una maquiavélica estrategia equivalente a la autocalificación.
Y sin embargo habremos sido nosotros los que habremos establecido esa marginación y los que habremos impedido que la Humanidad disfrute de la amorosa belleza interior de esas personas. Con razón decía Teresa de Calcuta: «Jamás sabremos lo mucho que puede hacer una simple sonrisa».
Claro que a lo mejor somos nosotros los que tenemos miedo porque desconocemos el Amor que se encierra en nuestro prójimo. Veréis cuando se me acerca un perro desconocido le dejo que me olfateé, incluso le tiendo la mano. Después de esto el perro permitirá que nos acerquemos e incluso se dejará acariciar. ¿Funciona siempre? Pues, no. Necesitamos saber en qué estado se encuentra el perro, si ha sido agredido hace poco, si ha sufrido maltrato habitual, si está encerrado o atado, si… Parece difícil pero no lo es, solo hace falta querer comprender al perro, observarlo, no tener miedo… Hay personas que nunca serán capaces de dejar que se les acerque un perro, más aún procurarán evitarlos, ¿porqué? Porque su desconocimiento les causa miedo. Con las personas nos pasa lo mismo, solo que aquí nos escudamos en la “normalidad de grupo” que nos hace rechazar al “subgrupo de los anormales”, o más bien de los que consideramos anormales.
Por eso os recomiendo: ¡Sonreíd por favor! Estaréis en condiciones de ver el Amor en todos los rincones, seréis más felices y haréis felices a los demás.

sábado, 15 de mayo de 2010

Sobre la oración y sobre la pureza del corazón (9)

En el siguiente párrafo, un párrafo muy extenso por cierto, San Gregorio teoriza sobre el hesicasmo, podríamos decir que da un fundamento teológico a algunos de los métodos empleados por los hesicastas. Los relacionamos antes de transcribir el texto:
A. Postura encorvada (los modernos hesicastas proponen la espalda recta por influencia riental, en mi opinión)
B. Concentración en el ombligo (respiración) o el corazón como símbolo de acogimiento de Dios.
C. El mal sale del propio hombre.
D. Vigilancia permanente y/o oración continua.
E. Actitud exterior para controlar nuestro interior.
Demás da una interesante explicación del perjuicio. Implícitamente parte de un equilibrio entre el cuerpo y el espíritu con el fiel del alma. Cuando prevalecen los placeres del cuerpo, de la carne, el equilibrio se pierde y el hombre se hace enteramente carnal, expulsa el Espíritu. Por el contrario, en aquellos que elevan su espíritu al Espíritu Divino, “su carne transformada comparte el crecimiento del espíritu”, esto es el espíritu por acercarse al Espíritu Divino no desequilibra al hombre, al contrario, recuerda las palabra del Apóstol: la carne no es buena en tanto que en ella no habite la ley de la vida, mutatis mutandi vivir para el cuerpo solo trae la muerte del hombre aunque su cuerpo permanezca mucho tiempo con el aspecto de un efebo.
Un gran doctor escribió que (A) «después de la transgresión, el hombre interior se modela según las formas exteriores». Aquel que quiere introvertir su espíritu e imponerle, a cambio del movimiento longitudinal, el movimiento circular e inefable, en lugar de pasear (B) su mirada de aquí para allá, obtendrá mayor provecho concentrándola en su pecho o en su ombligo. (A) Curvado, imita exteriormente el movimiento interior de su espíritu y, por esta actitud del cuerpo, introduce en su corazón la potencia del espíritu al que la vista vuelca hacia fuera. (B) Si es verdad que la potencia de la bestia interior tiene su asiento en la región del ombligo y del vientre, donde la ley del pecado ejerce su imperio y le proporciona alimento, ¿por qué no emplazar allí, precisamente, todo el ejército de la oración, para oponérsele? Para impedir que el espíritu malvado, expulsado por el baño de regeneración, retorne con siete espíritus aún más malvados a instalarse por segunda vez y que la nueva situación sea peor que la primera (cf. Lc 11, 26). (C) «Toma cuidado de ti», dijo Moisés (Dt 15, 9), de ti, íntegramente y no de esto o de aquello. ¿Cómo? ¡Por el espíritu! No existe otro medio de tomar cuidado de sí. Coloca esta guardia ante tu alma y tu cuerpo, él te librará fácilmente de las malas pasiones del alma y del cuerpo... (D) No dejes sin vigilancia ninguna parte de tu alma ni de tu cuerpo, así franquearás la zona de las tentaciones inferiores y te presentarás ante aquel que «escruta los riñones y los corazones», pues tú los habrás escrutado por ti mismo de antemano. «Si nos examinásemos a nosotros mismos no seriamos condenados» (1 Cor 11, 31). Tú compartirás la bienaventurada experiencia de David: «Mas la tiniebla no es tiniebla para ti, ante ti brilla la noche como el día. Porque tú me formaste en las entrañas, me tejiste en el vientre de mi madre» (Sal 138, 12). Tú no solamente has hecho tuya la parte concupiscible de mi alma, sino que, si quedaba dentro de mi cuerpo algún foco de ese deseo, lo has reunido a su origen y, por la fuerza misma de ese deseo, se ha elevado hacia ti, se ha ligado a ti. Aquellos que se atan a los placeres sensibles de la corrupción, consumen en la carne toda la potencia del deseo de su alma y se convierten así enteramente en carne. El Espíritu no podría permanecer en ellos. Por el contrario, aquellos que elevaron su espíritu a Dios, establecieron su alma en el amor de Dios; su carne transformada comparte el crecimiento del espíritu y se une a él en la comunión divina. Se convierte, ella también, en el dominio y la casa de Dios; ella no alberga enemistad ni desea nada contra el espíritu. La carne no es buena, nos dice el apóstol, en tanto que en ella no habite la ley de la vida. Mayor razón para no dejarla jamás sin vigilancia. ¿Cómo nos pertenecerá? (E) ¿Cómo impediremos su acceso al enemigo - sobre todo nosotros, que aún no poseemos la ciencia espiritual requerida para rechazar los espíritus del mal-, si no es dirigiendo nuestra acción a través de una actitud exterior? …(D) Los más perfectos utilizan esa actitud en la oración y logran así la benevolencia de Dios. Y esto no sólo entre aquellos que siguieron a la venida de Cristo entre nosotros, sino también entre los que lo precedieron. Elías mismo, consumido en la teopatía, apoya su cabeza sobre las rodillas, reúne animosamente su espíritu en sí mismo y en Dios y así pone fin a una sequía de varios años.

viernes, 14 de mayo de 2010

Historia de los recabitas

Además de los textos apócrifos relativos al Nuevo Testamento, hay otros textos, denominados psudoepígrafos de las Escrituras Hebreas. Su denominación dice bien claro que su título es falso. De hecho, el que traemos a colación, se basa en la historia de una secta del pueblo hebreo, pero es escrito entre los siglos I y VI d.C.
El texto se basa en la historia, citada por Jeremías (Jm, 35), de un grupo piadoso liderado por Jonadab, hijo de Recab. Tuvo mucha difusión en la Edad Media. La versión más antigua que se conoce data del siglo XII. Se concibe como una novela histórica. Un ermitaño, Zósimo, insiste a Dios para que le muestre la tierra de los recabitas. Finalmente Dios accede y, tras un penoso viaje, Zósimo llega a una isla que el protagonista describe como un paraíso “agradable y bello, y lleno de exuberantes árboles cargados de deliciosos y aromáticos frutos (…) adornados con flores y repleto de placeres”, donde Zósimo conoce a los Bienaventurados. Aquí la historia se mezcla con la leyenda griega de la Isla de los Bienaventurados y con otras de comunidades ascéticas como los terapeutas egipcios. Podemos pensar que la Historia de los Recabitas es un canto a la vida monacal. Veamos un extracto de esta historia.
Los ángeles de Dios e nos aparecieron en su forma gloriosa. Y nos liberaron a todos de l cárcel, y nos pusieron en el aire que está encima de la tierra, y nos llevaron a este lugar, donde ahora nos ves. (…) Y vivimos sin pecado, ni mal ni malos pensamientos. Y somos mortales; sin embargo, somos puros e intachables. (…) y nuestra mirada se fija constantemente en la luz de la vida futura. (…)
Entre nosotros no existen las viñas, el grano, la agricultura, la madera, el hierro, las casas, los edificios, el oro, ni la plata; tampoco conocemos las tormentas ni la lluvia ni la nieve ni el hielo. (…)
Y la tierra en que vivimos está llena de luz celestial, así que la oscuridad y la noche no la pueden inundar. Y nuestra apariencia es luminosa, y vivimos en la luz.
Y entre nosotros hay hombres que se casa, y el hombre solo tiene relaciones una vez con su mujer. Y luego se separan para conservar su pureza durante el resto de sus vidas (…) Pero la esposa concibe y da a luz dos (¡!) hijos; uno de los cuales debe casarse y otro conservar la virginidad. (…)
Y no estamos desnudos aunque te lo parezca, sino que nos cubre el manto de la gloria; y no nos mostramos las partes íntimas de nuestros cuerpos. Nos cubre una estola de gloria similar a la que cubría a Adán y Eva antes de que éstos pecaran.
Sabemos cosas sobre las personas que habitáis el mundo. (…) Y los ángeles de Dios viven con nosotros, y nos anuncian esas cosas que pasan entre vosotros; y nos regocijamos con los buenos actos de los honrados. Y sufrimos por los pecadores y los paganos que viven en el mundo; y pedimos constantemente a Dios que contenga su ira hacia vosotros.

(Extraído de “La Biblia perdida” de J.R.Porter)

Sobre la oración y sobre la pureza del corazón (8)

En los dos párrafos siguientes, sobre todo en el segundo, San Gregorio nos presente el hesicasmo en estado puro. He subrayado aquellas frases que me parecen más significativas y dignas de atención.
Insiste en primer lugar en el autoconocimiento como la clave del hesicasmo, como por otra parte lo es en cualquier otra vía mística, pero nos advierte de su gran dificultad. Así mismo nos aconseja una mentalización como la de los judíos con el sábado: la abstención de toda actividad. Y finalmente nos desengaña: no se trata de pensar, sino de esforzarse en seguir un camino o, en otras palabras, nos recuerda la importancia del esfuerzo.
Considera, hermano mío, que la razón se agrega a las consideraciones espirituales para mostrar la necesidad - cuando se aspira verdaderamente a convertirse en monje según el hombre interior- de introducir y mantener el espíritu en el interior del cuerpo. Esto significa que es correcto invitar, especialmente a los principiantes, a observarse a sí mismos y a introducir su espíritu en sí mismos al mismo tiempo que el soplo. ¿Qué espíritu sensato alejaría a aquel que todavía no ha llegado a contemplarse del empleo de ciertos procedimientos para hacer retornar su espíritu hacia sí? Es un hecho que, en aquellos que acaban de descender a la lid, el espíritu todavía no está reunido y se escapa; por su bien es necesario poner la misma obstinación en volver a traerlo. Siendo novicios todavía, ignoran que nada en el mundo es más reacio al examen de sí mismo, ni más dispuesto a dispersarse. He aquí por qué algunos recomiendan controlar las idas y venidas del soplo, reteniéndolo para contener al espíritu. Esperamos que, con la ayuda de Dios, realicen progresos, logren purificar el espíritu, le impidan salir al mundo exterior y puedan recogerlo perfectamente en una concentración unificadora.
Cualquiera puede constatar que ese es un efecto espontáneo de la atención del espíritu; el ir y venir del soplo se hace más lento en todo acto de reflexión intensa. Esto sucede particularmente en aquellos que practican la quietud del espíritu y del cuerpo. Ellos celebran verdaderamente el sabbat espiritual: suspenden todas las obras personales; suprimen, en lo posible, la actividad móvil y cambiante, descuidada y múltiple, de las potencias cognoscitivas del alma al mismo tiempo que toda la actividad de los sentidos; en resumen, detienen toda actividad corporal que depende de su voluntad. En cuanto a aquellas que no dependen enteramente de ellos, tales como la respiración, la reducen en la medida de lo posible. Esos efectos, surgen, espontáneamente y sin pensar, en todos los que están avanzados en la práctica hesicasta; se producen necesariamente y por sí mismos en el alma perfectamente introvertida.
Entre los principiantes, eso no sucede si no es mediante el esfuerzo. Hagamos una comparación: La paciencia es un fruto de la caridad; «la caridad todo lo tolera» (1 Cor 13, 7). Ahora bien, ¿no se nos enseña a emplear todos los medios para obtener y llegar a la caridad? El caso es el mismo aquí. Todos aquellos que tienen experiencia se ríen de las objeciones de la inexperiencia; su medio no es el discurso sino el esfuerzo y la experiencia que él engendra, la experiencia que produce un fruto útil y descubre los propósitos estériles de los que disputan de mala fe.

viernes, 7 de mayo de 2010

Cuando vayan mal las cosas

Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir;
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir;
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar
y precises sonreír
aún teniendo que llorar;
cuando el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir…
descansar, acaso debes,
¡pero nunca desistir!

Tras las sombras de la duda,
ya plateadas, ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías.
Y no es dable a tu ignorancia
figurarte cual cercano
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano.
Lucha pues por más que tengas
en la brega que sufrir;
cuando esté peor todo, hermano
¡más debemos insistir!

Rudyard Kipling

Amar a Dios y al prójimo

Decía Doroteo de Gaza, en el siglo VI d.C. (Instrucciones, VI, 76-78)

Cuanto más se está unido al prójimo, más unido se está a Dios. Para
que comprendáis el sentido de esta frase os voy a poner una imagen sacada
de los Padres: Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una
línea redonda dibujada con un compás, y un centro. Precisamente se llama
centro el punto más interior del círculo. Poned atención con vuestro
espíritu a lo que os voy a decir. Imaginaos que el círculo es el mundo, el
centro Dios, y los radios los diferentes caminos o maneras de vivir que
tienen los hombres. Cuando los santos, deseando acercarse a Dios, caminan
hacia el centro del círculo, tanto cuanto más penetran en el interior, se
acercan los unos a los otros y al mismo tiempo de Dios. Cuanto más se
acercan a Dios, tanto más se acercan los unos de los otros; y cuanto más se
acercan los unos de los otros, más se acercan a Dios. Y ya
comprendéis que igual ocurre en sentido inverso: cuanto más uno se aleja de
Dios para retirarse hacia lo exterior, es evidente que cuando uno se aleja
de Dios, más se aleja de los demás, y cuanto más uno se aleja de los demás,
más se aleja también de Dios. Así es la naturaleza de la
caridad. En la medida en que estamos en lo exterior y que no amamos a Dios,
en esa misma medida nos alejamos cada uno del prójimo. Pero si amamos a
Dios, tanto nos acercamos a Dios a través de la caridad para con él, tanto
estamos en comunión de caridad con el prójimo; y tanto estamos unidos al
prójimo cuanto lo estamos de Dios.


La metáfora del cículo es muy adecuada para esquematizar el mecanismo del Amor, pero debe completarse con una consideración: todo, el centro, o sea Dios, como el círculo, o sea nosotros, somos la misma cosa. El círculo sin centro no es círculo y tampoco el centro tiene sentido sin el círculo. Y los diversos radios, tanto como líneas geométricas que unen periferia y centro, tanto entendidos como magnitudes que representan la distancia al centro, no tienen sentido sin el círculo o sin el centro. En resumen: Todo uno. La metáfora tiene pues una sutil trampa o, mejor dicho, nuestra mente puede plantearnos una sutil trampa: pensar que Dios está, apartado de nosotros, sentado cómodamente en el centro del Universo. Y es que las palabras terminan engendrando, sin quererlo, la mentira y el engaño y ambas "tienen las patitas muy cortas". Lo malo es que cuando se descubre el error, el daño está hecho y liberarse de él cuesta trabajo.

jueves, 6 de mayo de 2010

Y a las madres ¿quien les da amor?

Las madres dan amor a espuertas a sus hijos, pero ¿qué ocurre cuando se los quitan? En su lucha por recuperar a sus hijos ¿quien les da el amor, el apoyo que necesitan? Amnistía Internacional pide ayuda para las madres colombianas a las que el ejército de su país ha matado. No quiero entrar en la polémica de si el ejército colombiano lo ha hecho amparado en una supuesta razón, legalmente válida, si ha sido un error o si si ha sido una acción malévola. No quiero entrar en ello porque es añadir odio sobre odio. Y yo quiero ser Cruzado del Amor, aunque he de confesar que a veces cuesta mucho trabajo. Lo cierto es que Amnistía presenta una campaña de apoyo a esas madres. Solo se precisa un mensaje de apoyo, lo que os dicte el corazón, y una "rosa". Podeis hacerlo en http://www.es.amnesty.org/regala-rosas/

Un abrazo

sábado, 1 de mayo de 2010

Que os améis unos a otros como yo os he amado

Yo digo siempre que el amor comienza en casa. Lo primero es vuestra
familia y después vuestra ciudad. Es fácil pretender amar a los que están
lejos, pero mucho menos fácil es amar a los que viven con nosotros o muy
cerca. Desconfío de los proyectos impersonales porque lo único que cuenta
es cada persona. Para conseguir amar a alguien es necesario estar cerca de
ella. Todo el mundo tiene necesidad de ser amado. Cada uno de nosotros
tiene necesidad de saber que es alguien para los demás y que es de un valor
inestimable a los ojos de Dios. Cristo dijo: «Amaos los
unos a los otros como yo os he amado». Y dijo también: «Cada vez que lo
hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt
25,40). Es a él a quien amamos en cada pobre, y cada ser humano en la
tierra es pobre en alguna cosa. Dijo: «Tuve hambre y me disteis de comer.
Estuve desnudo y me vestisteis » (Mt 25,35). Siempre recuerdo a mis
hermanas y a nuestros hermanos que nuestra jornada está compuesta de
veinticuatro horas con Jesús.

Teresa de Calcuta (1910-1997),

DEDICADO A mi madre, a mi mujer y a todas las madres que nos enseñan por donde empieza a practicarse el amor.

Sobre la oración y sobre la pureza del corazón (7)

En su defensa del hesicasmo San Gregorio llega a contradecir las teorías de San Basilio:
«El espíritu, dice san Basilio, que no se expande hacia fuera, retorna a sí mismo y se eleva por sí mismo a Dios por un camino seguro». Dionisio, el infalible guía del mundo espiritual, nos dice que ese movimiento del espíritu sólo podría engañar. El padre del error y de la mentira, que jamás cesó de querer descarriar al hombre... acaba de encontrar cómplices en ciertos individuos que componen tratados en este sentido y persuaden, incluso a aquellos que han abrazado la vida superior de la quietud, de que es mejor, durante la oración, mantener el espíritu fuera del cuerpo. Y esto a despecho de la definición de Juan en su Escala celestial: «El hesicasta es aquel que se esfuerza por circunscribir lo incorporal en el cuerpo». Nuestros padres espirituales nos han enseñado todos la misma cosa...

En efecto el espíritu está bien donde está, no hay que sacarlo fuera y volverlo a meter dentro, es un movimiento inútil y contraproducente que, en pura lógica, se opone a todo concepto de unidad del espíritu consigo mismo y con Dios. No podemos sacarlo de un sitio a otro que no existe, porque fuera de Dios nada hay.
En el siguiente párrafo destacan dos ideas básicas: el conocimiento de uno mismo y el empleo de la respiración como ayuda para mantener el espíritu dentro de uno mismo o mejor en su sitio, en sí mismo. Al mismo tiempo aisa de la gran dificultad de este objetivo: “nada en el mundo es más reacio al examen de sí mismo, ni más dispuesto a dipersarse.”
Considera, hermano mío, que la razón se agrega a las consideraciones espirituales para mostrar la necesidad - cuando se aspira verdaderamente a convertirse en monje según el hombre interior- de introducir y mantener el espíritu en el interior del cuerpo. Esto significa que es correcto invitar, especialmente a los principiantes, a observarse a sí mismos y a introducir su espíritu en sí mismos al mismo tiempo que el soplo. ¿Qué espíritu sensato alejaría a aquel que todavía no ha llegado a contemplarse del empleo de ciertos procedimientos para hacer retornar su espíritu hacia sí? Es un hecho que, en aquellos que acaban de descender a la lid, el espíritu todavía no está reunido y se escapa; por su bien es necesario poner la misma obstinación en volver a traerlo. Siendo novicios todavía, ignoran que nada en el mundo es más reacio al examen de sí mismo, ni más dispuesto a dispersarse. He aquí por qué algunos recomiendan controlar las idas y venidas del soplo, reteniéndolo para contener al espíritu. Esperamos que, con la ayuda de Dios, realicen progresos, logren purificar el espíritu, le impidan salir al mundo exterior y puedan recogerlo perfectamente en una concentración unificadora.