HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

jueves, 31 de diciembre de 2009

Primera carta de San Antonio (1)

Disculpad primero que os haya tenido tan abandonados. Las últimas y fuertes lluvias han tenido la culpa. Aprovecho este leve respirito para retomar los escritos de San Antonio y su análisis.

Hay varias páginas WEB en las que podéis encontrar los textos íntegros de las Cartas de San Antonio, no voy, pues, a repetir aquí el contenido de las mismas. Interesa, sin embargo, su estudio y extraer las adecuadas enseñanzas.


Hemos de tener en cuenta que estas cartas no son sino un intercambio entre monjes, personas dedicadas a la vida ascética, por lo que su extrapolación a la vida laica y más aun a nuestros días debe hacerse con la debida precaución. En efecto, la terminología empleada puede asustarnos y confundirnos, si no tomamos esa precaución. Yo recomiendo, y en esa línea plantearemos las próximas meditaciones, hacer una lectura sosegada de estas cartas y reconstruir los pensamientos de San Antonio, pero no como suyos, sino como propios.

En esta primera carta, San Antonio se dirige a Teodoro y a los hermanos que con él se han retirado a orar y les plantea una casuística relativa a como se produce la conversión de los hombres.

En no muchas líneas, deposita un cúmulo importante de conceptos que pueden pasar desapercibidos. El primer concepto que plantea es la “llamada del amor de Dios” En efecto, Dios llama, Él da siempre el primer paso. Nosotros debemos dar el segundo, esto es acto volitivo de aceptar. Subyace en su carta que puede haber quien rechace contestar positivamente a dicha llamada, pero, dentro de los que lo hacen, y a esto lo llama conversión, podemos distinguir tres tipos: Los de bondad natural, como Abraham, los de corazón dócil que oyen los testimonios y se convierten y los de corazón duro a los que Dios somete a continuas pruebas para reconducirlos a Él.

Pues bien, el primer concepto que introduce es el de la “bondad original”. En efecto, San Antonio contrapone el concepto de “bondad original” al del “pecado original” que, asegura, “forma parte de ésta (su naturaleza) desde su primera creación.

Introduce San Antonio un principio fundamental: la “conversión” no deja de ser una gracia de Dios, mientras que, por nuestra parte, solo ponemos nuestra voluntad. Él nos llamará; el hará lo imposible por mostrarnos el camino; a pesar de comportamientos tercos, Él aplicará Su misericordia para insistir una y otra vez.

Del mismo modo hace la primera definición de lo que luego llamaríamos hesykia: “Esto es un ejemplo para los principiantes: si sufren y buscan el temor de Dios en la paciencia y la tranquilidad reciben en herencia una conducta gloriosa porque son apremiados a seguir el amor del Señor.”

Otra consideración importante es la introducción del concepto del Maestro Interior al que enfrenta, como ya hemos dicho antes, la voluntad. San Antonio lo denomina el Espíritu de Conversión. Es el que allana el camino del que ha decidido buscar a Dios; es el que le enseña dominar el alma y el cuerpo y es el que ejercita su voluntad para resistir los embates del enemigo y a su actuación la denomina moción (según el R.A.E, moción: Inspiración interior que Dios ocasiona en el alma.)

Para terminar estas primeras consideraciones he de advertir muy seriamente que las menciones a “hacerle violencia al alma y al cuerpo” deben entenderse como alcanzar el dominio del espíritu sobre el alma y el cuerpo y eso lleva, igual que le ocurre al atleta, a ciertos sacrificios que no son sino una vida sana para tener el espíritu, el cuerpo en el caso del atleta, en disposición de superar las pruebas de la competición con nosotros mismos que es la vida.

Quedad con Dios.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Sobre San Antonio el Grande

Queridos Hermanos:

Hemos terminado una primera fase de nuestra vía hesicasta, pero queda mucho por hacer. Deberemos seguir insistiendo una y otra vez no dejándonos tentar por el Maligno que intentará convencernos de que hemos alcanzado la perfección. Por ello, vamos a iniciar una nueva actividad: el estudio de textos de los Padres y algunos otros considerados básicos para el hesicasta. Empezaremos con San Antonio el Grande.

Hoy presentamos su biografía.

San Antonio es un modelo de espiritualidad ascética.


Nace en Qeman, actual Egipto, 251, hijo de acaudalados campesinos de Beni-Suef.

Durante una celebración Eucarística escucho las Palabras de Jesús: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres".


Al morir sus padres, San Antonio entregó su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de penitencia. Hizo vida eremítica en el desierto, junto a un cierto experto llamado Pablo. Después vivió junto a un cementerio, siendo testigo de la vida de Jesús que vence el temor a la muerte. Organizó comunidades de oración y trabajo. Fundó, en Pispir y Arsínoe, los primeros monasterios conocidos, y llevó a cabo una vasta labor de evangelización. Muchos cristianos se unieron a él en el desierto, y tras dedicarse durante años al gobierno de sus monasterios, volvió a la vida contemplativa en el desierto. Allí logró conciliar la vida solitaria con la dirección de un monasterio. En el año 354, viajó a Alejandría para apoyar la fe católica ante la herejía arriana, trabajando con San Atanasio quien se convertiría en su biógrafo.

Tuvo muchos discípulos; trabajó en favor de la Iglesia, confortando a los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano, y apoyando a san Atanasio en sus luchas contra los arrianos.

Una colección de anécdotas, conocida como "apotegmas" demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva. Se le atribuyen siete Cartas y una Regla, así como diveros sermones.

Murió en Monte Golzim, en 356, próximo al mar Rojo.

Es patrón de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios, carniceros, animales domésticos.

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!

No importa cuando se celebre, sino como se celebre.


Las Iglesias Ortodoxas celebran la Natividad del Señor el día 6 de Enero, ya que se rigen por el antiguo calendario Juliano. Sin embargo, los católicos romanos la celebran el 25 de Diciembre. Por otro lado, las Fiestas Navideñas han ido perdiendo frescura, autenticidad, tradición. Podemos descargar culpas sobre las multinacionales que introducen sus prácticas comerciales y usureras en el Templo y nos estaremos engañando. Sí, nos estaremos engañando. Cuando Cristo expulsó violentamente a los comerciantes del Templo de Jerusalén no estaba ejerciendo una violencia impropia de su ser sobre esos pobres e ignorantes comerciantes, sino sobre sus propias tentaciones, las mismas que tenemos nosotros todos los días, vendiendo nuestro espacio vital al mejor postor. Y nunca mejor dicho: nuestro espacio vital; porque nos referimos a nuestra vida espiritual.

Pues bien, tras esta breve introducción, hemos de analizar qué estamos celebrando en la Navidad. Podríamos decir que el nacimiento de nuestro Señor Jesús y quedarnos en la rememoración de un mero hecho histórico. O podemos revivir algo aún más importante el nacimiento del Hombre Nuevo, algo que algunos ya vivieron y conviene que recuerden y algo que algunos aún no han llegado a vivir y conviene que aprendan.

En estos últimos meses, he procurado ayudaros y ayudarme a recorrer el camino hesicasta de una forma que he intentado fuera amena, idealmente eficaz, y que sé positivamente ha dado sus frutos o está próximo a darlos. En el primer caso, solo queda deciros Feliz Navidad o, como decía el Padre Serafín: “Y ahora vete”. Ahora es preciso salir a la vida, recordar y revivir nuestras experiencias en el “desierto” en la vida real. En caso contrario habremos perdido el tiempo porque no habremos vencido el egoísmo que significa guardar nuestras experiencias y nuestro conocimiento solo para nosotros. En el segundo caso, o sea a aquellos que no hayan superado todas las formas de meditación, he de deciros que estáis más cerca de lo que pensáis. Estáis engendrados en Jesús, vuestro nacimiento está marcado.

Por tanto y para todos: ¡Feliz Navidad!

domingo, 20 de diciembre de 2009

Monte Athos

En la pagina de National Geographics cuya dirección os adjunto podéis ver algunas imágenes del Monte Athos. Corresponden a un artículo publicado en el número de Diciembre. Espero que las disfrutéis.


sábado, 19 de diciembre de 2009

Dios proveerá



En un anuncio de esos que pululan por internet aparece una secuencia de imágenes. En la primera se puede leer: Protege tu casa. Sigue otra: Protege tu salud. Y otra: Protege tu familia. Finalmente remata ofreciendo: La guía completa para asegurar tu vida.


La vida y los maestros de la vida tiran de nosotros pretendiendo trascender algunos días más nuestra existencia, asegurándonos una vida sin sobresaltos, creándonos la ilusión de una seguridad que, en el mejor de los casos, no sirve más que en el plano del mundo manifestado. Claro que, si antes nos han bombardeado con la estupidez de que todo se acaba aquí, en este mundo; si antes nos han acostumbrado a convivir con la preocupación por el mañana; si antes nos han convencido de que en el mundo no hay más que malas noticias; entonces es lógico que nosotros solitos lleguemos al convencimiento de que los necesitamos, a ellos y a sus productos.

Ayer hablábamos de la obediencia como medio fundamental para conseguir la unidad con Dios, pero sin una confianza absoluta en Dios, nos resultará difícil alcanzar esa obediencia. Cuando todo a nuestro alrededor es cabeza perdida; cuando no nos dejan ver más que muerte y destrucción; cuando vivimos inmersos en la obsesión por la supervivencia de nuestro cuerpo y de nuestros bienes; cuando pasa todo eso es muy difícil obedecer, ni a Dios, ni a los hermanos, porque el miedo nos hace egoístas.

Fijaros en lo absurdo que es confiar en alguien o en algo que pone condiciones para ayudarnos, que esconde sus intenciones en cláusulas escritas en letra pequeña, que pide antes de dar. ¿Qué pide Dios? Que confiemos en Él, solo eso.

Si alguien desea seguir asegurando su futuro aquí en la tierra, que lo haga, eso es libertad y la libertad permite equivocarse. Yo prefiero decir: “Dios proveerá”

viernes, 18 de diciembre de 2009

Meditar como Cristo (1)

Hemos alcanzado a meditar como Abraham. Hemos aprendido a confiar en Dios, como hacía Abraham. Hemos aprendido a amar a los hombres, como hacía Abraham. Hemos aprendido a caminar en la presencia de Dios, a hacer lo que hacemos pensando en Él. Antes hemos aprendido de la montaña, tomando conciencia de nuestra eternidad. Y, viendo la fugacidad de la amapola, hemos sido conscientes de la nuestra. Y de la amapola hemos aprendido que la Vida nos viene de Dios y que la humildad y la alegría deben ser nuestros fieles consejeros. Del océano empezamos a aprender que estamos inmersos en un conjunto del que formamos parte y empezamos a sentir el ritmo de ese océano. Y hemos aprendido muchas más cosas. Pero, cada uno de nosotros sigue siendo cada uno de nosotros. Sentimos la caridad como algo que damos de nosotros hacia los demás.


Abraham llega despegarse de lo que más quiere en este mundo: de su hijo. Cristo se entrega a sí mismo. Abraham busca a Dios, Cristo se hace uno, es uno, con Dios, pero siendo uno con Dios, es cada uno de los hombres, es, en fin, la Creación entera.

Faltarán palabras para describir este estado, porque hay que vivirlo. Hay muchas características de la meditación como Cristo, pero, si tuviera que elegir una, tomaría la OBEDIENCIA.

Dios no necesita ofrendas, y mucho menos que nosotros seamos esa ofrenda, ¿para qué, si ya nos tiene? Sin embargo, decía San Juan Crisóstomo que quería nuestras ofrendas como camino de salvación. Y ¿qué mejor ofrenda que nuestra voluntad? Ahora bien debemos ampliar nuestro concepto de obediencia. En nuestro vivir diario, hay múltiples maestros de obediencia. Seguir sus instrucciones no siempre nos resulta fácil, señal de que no somos un dechado de virtudes; señal de que andamos lejos de ser humildes. Cuando alguien te pida algo, cuando “sientas” que deberías hacer algo por alguien, simplemente hazlo. Puede ser tu mujer o tu marido, tu hijo o el del vecino, el pobre de la esquina o el compañero de trabajo. Dice T. Collander: “ La obediencia abre muchas barreras. Llegarás la libertad y a la paz en la medida en que tu corazón practique la no resistencia. Muéstrate obediente y muchos setos de espinas se abrirán ante ti. Y entonces, el amor tendrá sitio para crecer. Por la obediencia destruirás tu orgullo, tu espíritu de contradicción, tu pretendida sabiduría y tu testarudez, que te aprisionan en un espeso caparazón. Mientras te enojas en este caparazón, no podrás encontrar al Dios del amor y de la libertad.”

Cristo practicó la obediencia hasta su muerte. Cada acto era un acto de obediencia al Padre, pero también a cada uno de los que se acercaban a Él. Cada petición de los demás era como si Él mismo la hubiera deseado, porque realmente Él lo deseaba. La obediencia es un puro acto de coherencia. Cristo no estaba fuera de los hombres, era los propios hombres, como era la Creación entera, ¿cómo podría ser contrario a nada de ella? En resumen, la obediencia es el mejor ejercicio para alcanzar la unidad con Dios y con la creación entera.

Meditar como Abraham (y 9)

Hemos repasado hasta aquí la “historia” de Abraham. He procurado llamar la atención sobre diversos aspectos de su vida. Desde la llamativa longevidad de sus ascendientes (hasta los cuatrocientos años), hasta sus miedos (simulaba que Sara no era su mujer sino su hermana para evitar que lo mataran), sus preocupaciones materiales (entraba en guerra con algunos de sus vecinos o se lamentaba por no tener descendencia), sus preocupaciones religiosas (iba levantando aras por todos los oasis en que acampaba), sus preocupaciones solidarias (intermediación por los habitantes de Sodoma y Gomorra y su hospitalidad), etc., pasando por la curiosidad de su estancia en el país esotérico del momento, Egipto, o la plantación del simbólico tamarisco.


Si me preguntáis por cuál de todos estos hechos destacaría sobre el resto, os diría que todos. Todos son importantes porque constituyen el espejo en el que podemos estudiar nuestro ser y llegar a conocernos a nosotros mismos.

Salvando los detalles propios del tiempo en que se escribió el Génesis, lo que se nos muestra es un hombre con nuestros mismos defectos y nuestras mismas virtudes, VIVIENDO EL DÍA A DÍA, VIVIENDO COMO HOMBRE y DESCUBRIENDO A DIOS POCO A POCO.

Abraham no hace nada especial, simplemente es un hombre con unas virtudes que le hacen ser respetado por sus vecinos. Sabe que hay Algo por encima de él de lo que no sabe absolutamente nada. Vive preocupado, aunque desorientado, por trascender el tiempo de su vida y se desespera porque no puede tener descendencia. Y, sin saber cómo ni porqué, Algo en su interior le dice que abandone su vida anterior y vaya a una tierra prometida. Y él va y obedece. Hasta aquí, Abraham se ha limitado a vivir su vida, bien vivida, bajo unos patrones que podríamos decir de “buena gente” y nada más, pero llega la Gracia Divina y empieza a reconducir su vida

Primero lo hace de una forma torpe, siguiendo su intuición, imitando a los paganos (cuando sacrifica sus animales); buscando donde dicen que hay sabiduría, Egipto; … Todavía piensa que el hombre debe y puede resolverse la vida por sí mismo e intenta de acuerdo con Sara, tener su descendencia y aquélla pone a su esclava Agar a su disposición. Y mientras tanto, Dios va haciendo alianzas con Abraham. Cada una de ellas, encierra siempre una promesa de descendencia y algo más. En la primera, Dios le muestra cual es el futuro del hombre, de su descendencia.

En la segunda aparición le da el mensaje más claro, como bien me hizo notar mi amigo Ricardo: “(…) anda en mi presencia y se perfecto.” (Gen. 17, 1) Y a fe que cumplió la orden, hasta el punto de que el propio Dios lo considera justo y tronco de justicia de su estirpe, “informándole” de que va a destruir Sodoma y Gomorra por su iniquidad. Empieza así otro de los capítulos más recordados, el de la intercesión de Abraham por los hombres, sus hermanos.

Siguen otras muchas apariciones, la del encinar de Mambré, etc. y culmina con aquella en la que le pide el máximo sacrificio: el de su hijo, aquél que tanto deseó. Y Abraham empieza el sacrificio, renuncia a lo que más quiere para que se cumplan las promesas de su Dios.

La historia de Abraham es rica en mensajes. Cada capítulo contiene uno o varios. Me voy a limitar a destacar aquellos de más hondo calado, para que puedan servir de base de la meditación.

- La vida de Abraham, como la de todo hombre, es una CONTINUA BÚSQUEDA. Nos podemos quedar encerrados tras las murallas de las ciudades, en una vida acomodaticia, y convertirnos en malvados, o hacernos nómadas (buscadores), sometidos a los riesgos del desierto, hasta encontrar a Dios. Abraham eligió esta última opción.

- El hombre no encuentra a Dios, ES LA GRACIA DE DIOS LA QUE SE LE REVELA. La primera aparición a Abraham, posiblemente fuera no más que lo que el hombre vulgar diría una intuición, esto es un destello de la divinidad que nos empapa.

- El hombre que desea encontrar a Dios solo tiene que ANDAR EN SU PRESENCIA Y SER PERFECTO. El resto lo hace Él.

- Abraham no es más que un hombre que, a lo largo de su vida, aprende a:
  1. CONFIAR en Dios: Intuimos la existencia de Dios y nos adherimos a Él por la Fe. 
  2. AMAR a los demás hombres, preocupándose e intercediendo por ellos, en el convencimiento de que la misericordia de Dios es infinita, porque, y esto es importante, Dios no habla de salvar a un hombre, sino a todo un “pueblo”
  3. RENUNCIAR a las cosas de este mundo, aunque sea algo tan querido como su propio hijo, porque TODO ES DE DIOS.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Meditar como Abraham (8)

Gen. 23

El capítulo 23 narra la muerte de Sara a la edad de 127 años y cómo Abraham compra una tumba en el país de Canaán para enterrarla.

Gen. 24

En este capítulo el Génesis nos muestra como Abraham ordena a su servidor que busque esposa para su hijo Isaac entre su familia, en su país de origen, y que bajo ningún concepto permita que Isaac vaya a dicha tierra.

El capítulo termina con una curiosa expresión: “(…) y este (se refiere a Isaac) hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre." (Gen 24, 67)

Gen 25

Termina aquí la historia de Abraham.

Es curioso que tras la muerte de Sara, Abraham vuelve a casarse, esta vez con Queturá de la que tiene cinco hijos más, a todos los cuales les hace grandes regalos, pero apartándolos siempre de Isaac al que lega todos sus bienes.

Son sus hijos, Isaac e Ismael, los que lo entierran en la tumba familiar, en la caverna de Macpelá, frente a Manré. Tenía 175 años.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Meditar como Abraham (8)


Gen. 22


Probablemente sea este el capítulo que más perdure en la memoria no ya del cristiano, sino de todo aquél que se ha acercado a las Sagradas Escrituras. Tantas veces se nos ha puesto, inadecuadamente, como ejemplo extremo de sacrificio a Dios que se nos ha quedado grabado como algo inalcanzable para nuestras fuerzas. Enfrentándonos a un sentimiento paterno-materno filial se le ha hecho perder totalmente el significado e incluso ha servido para predisponernos negativamente ante supuestos sacrificios mayores: si no entendemos el sacrificio de nuestro “hijo”, ¿cómo vamos a entender y aceptar el sacrificio “propio”?

En efecto, se nos presenta un Abraham que obedece ciegamente la voz de su dios que “caprichosamente” y al más puro estilo pagano le pide, ni más, ni menos, que le sacrifique a su hijo Isaac, su único hijo, aquél que tanto ansió.

Se nos plantean, pues, varias cuestiones aparentemente contradictorias e incluso inviables sobre las que meditar. ¿Podía Abraham, el modelo que se nos propone, disponer de la vida de su hijo? ¿Por qué planteaba Dios una prueba que, analizada racionalmente, no podía llevar hasta las últimas consecuencias? ¿Cómo iba el Dios de la Vida a pedir la muerte de un hijo? Si Dios había ido “persiguiendo” a Abraham para darle un pueblo numeroso como las estrellas que disfrutara de la tierra que le había dado, ¿a qué viene ahora pedir la muerte de su descendencia? Y puestos a pedir ¿por qué no pedir la vida del mismo Abraham?

¿Contradicciones o malas interpretaciones?

domingo, 6 de diciembre de 2009

Meditar como Abraham (7)

Gen. 20


Nos saltamos el capítulo 19 que es hondamente significativo, para seguir la pista de Abraham.

Este capítulo nos presenta un hombre temeroso de los hombres. Por temer a perder la vida, dice que Sara es su hermana (realmente era hermana de padre) y llega a entregarla en matrimonio a Abimélec. Dios, sin embargo, vela por su profeta y, en sueños, ordena a Abimélec devolver Sara a su marido.

Abraham termina intercediendo por Abimélec y haciendo fértiles a las mujeres de su casa.

Gen. 21

Y llega el momento deseado, “El Señor visitó a Sara como lo había dicho, y obró con ella conforme a su promesa. En el momento anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano.” (Gen 21, 1-2) Había nacido Isaac.

Tras cumplir con los ritos impuestos, la circuncisión del niño, Abraham despide a la esclava Agar, a petición de Sara, “(…) porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac" (Gen 21, 10) Pero el Señor salva a Agar y a su hijo del desierto, este casa con una egipcia y crea un gran pueblo.

El resto del capítulo narra las alianzas y juramentos de Abraham con Abimélec, el fillisteo, quien le reconoce los derechos sobre un pozo que Abraham había cavado. Para ello media la entrega de siete corderas. Todo termina con la plantación por parte de Abraham de un tamarisco. Habitualmente se interpreta este hecho como el paso de la vida nómada a la vida sedentaria. Pero también es interesante señalar que el tamarisco estaba asociado al dios egipcio Upuaut. La representación de este dios era la de un lobo blanco o de un ser con cabeza de lobo y cuerpo humano y en otros sitios se habla del dios chacal. Dependiendo de la zona de Egipto en la que nos moviéramos, se trataba de un dios guerrero (Bajo Egipto) o de un dios funerario (Alto Egipto). Lo más curioso para nuestro caso es el significado de su nombre: “abridor de caminos”, esto es el que acompaña al difunto hasta su tumba, defendiéndolo y ayudándolo en el renacimiento. El tamarisco es una planta que presenta flores en espiga de color rosáceo, que crece junto a los ríos y de la que se asegura que nació Upuaut. ¿casuales curiosidades?

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Meditar como Abraham (6)


Gen. 18


El capítulo 18 nos narra lo acaecido en el encinar de Mamré. Destaquemos, como venimos haciendo en las entradas precedentes, los puntos más significativos del capítulo.

A lo largo de todo el capítulo se mantiene una continua y aparente contradicción: tan pronto habla del Señor, en singular, como cita a tres hombres, ¿casualidad?

"Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor.” (Gen. 18, 3) y acto seguido, ya en plural, les ofrece asearse, descansar, beber y comer y “Ellos respondieron: Está bien. Puedes hacer lo que dijiste". (Gen. 18, 5-8)

Luego, como es habitual en Oriente, empiezan a revelarle que en el plazo de un año Sara le habrá dado un hijo: “… Ciertamente volveré a ti por este tiempo el año próximo; y he aquí que Sara, tu mujer, tendrá un hijo”

El capítulo termina con la “negociación” sobre Sodoma y Gomorra. Antes de empezar a hablar sobre el asunto, el Señor duda (¿?): <> (Gen. 18, 17-19).

Finalmente, Dios decide comentar el asunto con Abraham y << Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham. Entonces Abraham se le acercó y le dijo: "¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable?” >> El diálogo, o más bien el regateo, es de sobras conocido. No vamos a reproducirlo, aunque es punto clave de la meditación hesicasta.

Solo queda despedirnos como hace el capítulo del Génesis: “Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.” (Gen. 18, 33)

NOTA: Quiero llamar la atención de todos vosotros sobre el método que estamos siguiendo. En estas entradas precedentes y aún en unas cuantas más, estamos destacando puntos de interés de la narración bíblica sobre los que luego volveremos analizándolos. Aunque ahora es bueno que meditéis sobre ellos, el objetivo final no es la imitación, sino la adopción de una actitud como la de Abraham.

Quedad en la paz del Señor