HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad


Hoy nacerá en vuestro corazón Algo maravilloso que, al igual que los hijos, no vendrá para que os lo quedéis, sino para que lo déis a espuertas: el Amor.

Cuando os hablen de crisis, sonreid. Todo el mundo os dirá que las penas con tortas son menos, que el dinero todo lo arregla,... La realidad es que eso que llaman crisis será mucho menor si todos aportamos Amor. Es más, seguro que, si todos diéramos Amor, la crisis no existiría.

Claro que tendremos que preguntarnos donde nos situamos nosotros en el termómetro del Amor. Las temperaturas gélidas están en la zona del amor a sí mismo, las temperaturas cómodas están en el amor a los que nos aman, bueno y necesario pero insuficiente. La cosa marcha sobre ruedas cuando hacemos caso de Jesús, esto es amamos a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Pero el sumum, el calor absoluto, cuando el termómetro revienta, es cuando amamos como Él nos amó, cuando amamos a los otros más que a nosotros mismos, hasta el punto de dar esta vida por los demás.

¡Feliz Navidad!

jueves, 16 de diciembre de 2010

EL PRÍNCIPE CHINO

Estoy seguro que cualquiera de nosotros, al leer el cuento que paso a relataros, tendrá la tentación de aplicárselo a los políticos, a los superiores, al vecino, al subalterno, a cierto funcionario,... pero, de verdad, lo mejor que podemos hacer es aplicarnos el cuento a nosotros mismos. Ese y no otro es el camino del progreso espiritual.

Se cuenta que allá por el año 250 A.C., en China, un príncipe de la región norte del país estaba próximo a ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, antes debía casarse. Sabiendo esto, el príncipe decidió hacer una competición entre las jóvenes de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a su casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:


- "¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura"


Y la hija respondió:


- "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz".


Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China". La propuesta del príncipe seguía las tradiciones del pueblo chino que valoraba mucho el arte de cultivar algo, ya fueran plantas, por su belleza física, ya fueran costumbres, amistades, relaciones, etc., por su belleza espiritual. El tiempo pasó y la dulce joven, aunque no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse por el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos. En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:


- "Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles"

El desierto necesario

Decía San Juan Bautista: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto?»

Es preciso pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la  gracia de Dios; es allí donde uno se vacía, donde uno echa fuera de sí todo lo que no es Dios y vacía completamente esta pequeña casa de nuestra alma para dejar todo el espacio para Dios solo. Los Hebreos pasaron por el desierto, Moisés vivió en él antes de recibir su misión, también san Pablo y san Juan Crisóstomo se prepararon en el desierto... Es un tiempo de gracia, es un período por el que toda alma que quiere dar frutos debe necesariamente pasar. Le es necesario ese silencio, ese recogimiento, ese olvido de todo lo creado, en medio de los cuales Dios establece su reinado y forma en ella el espíritu interior: la vida íntima con Dios, el diálogo del alma con Dios en la fe, la esperanza y la caridad. Más tarde el alma dará frutos en la medida exacta en que el hombre interior se habrá formado en ella (Ef 3,16)... Sólo se da lo que se es y lo que se tiene en esta soledad, en esta vida solo con Dios solo, en ese recogimiento profundo del alma que lo olvida toda para vivir sola en unión con Dios, y Dios se da enteramente todo aquel que se da enteramente a él. Daos enteramente a Él solo... y Se os dará enteramente... Mirad a san Pablo, san Benito, san Patricio, san Gregorio Magno, y tantos otros, ¡qué largos tiempos de recogimiento y de silencio! Subid más arriba: mirad a san Juan Bautista, mirad a Nuestro Señor. Nuestro Señor no tenía necesidad de ello, pero quiso darnos ejemplo.

Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara


Carta al Padre Jerónimo del 19 mayo 1898

viernes, 10 de diciembre de 2010

Creer

(...) en el mundo no habían entendido que creer fuere otra cosa que vivir.

Swedenborg (El cielo y sus maravillas y el infireno de cosas vistas y oídas)

viernes, 3 de diciembre de 2010

El Paraíso perdido

Es una excelente noticia: un arqueólogo afirma haber encontrado, sin lugar a dudas, el Paraíso Terrenal. Lamentablemente se encuentra en bastante mal estado de conservación respecto de lo que en su día fue, si nos atenemos a los relatos bíblicos. Los árboles, ante la falta de agua, amarillean. Sus ramas crecen anárquicamente y sus frutos son escasos o nulos. Los capullos no tienen fuerza para abrirse y caen mustios a tierra. Nadie cuida el que fuera el más maravilloso de los jardines aquí, en la Tierra.

En la rueda de prensa que Mr. Seeker, que así se llama nuestro arqueólogo, convocó para dar a conocer a los medios la noticia, fue interrogado sobre la ubicación de tan antaño maravilloso lugar. La respuesta provocó primero la estupefacción de los presentes y luego la chifla de la mayoría de ellos. Y digo la mayoría porque hubo dos periodistas, Mrs. True  y Mr. Wise,  que le dieron la razón.

¡Ah!, que ¿dónde estaba situado el Paraíso Terrenal? Pues en el corazón de cada uno, ¿dónde iba a estar si no?

Los párrafos anteriores no son más que una licencia literaria que me he concedido porque siempre he pensado que los más profundos misterios teológicos y filosóficos, religiosos o morales, no pueden, ni deben, estar reñidos con el buen humor. La simpleza de muchas mentes, la deformación, intencionada o no, de mensajes escritos en los albores del tiempo, el hecho de que lo fueran en lenguas hoy muertas y nuestras ataduras mundanas han favorecido el hecho de querer atribuir una localización geográfica al perdido Paraíso Terrenal.  Y, sin embargo, todos y cada uno de nosotros tenemos ese ansiado Paraíso en nuestro interior, solo que no lo sabemos y los que lo intuyen, no siempre saben abrir las puertas del Jardín, han perdido las llaves, o son ya muy ancianos, eso creen ellos, para saltar la valla y entrar al estilo “okupa”.

Y, ahora que nos hemos enterado de dónde está el Paraíso ¿cómo podemos pasar unas vacaciones en él? Pues mirad, es a la vez sencillo y a la vez difícil. Es sencillo porque desde el mismo momento en que sabemos donde está, ya estamos en el él. Y es difícil porque la mayoría de nosotros es incapaz de permanecer en él más allá de unos segundos. Los primitivos anacoretas, conscientes del tremendo impedimento que el mundo introducía en nuestra arqueológica labor de buscadores, se retiraban a la soledad del desierto, pero he aquí que esa misma soledad daba entrada a otros enemigos de su búsqueda. Al final, el extremo ascetismo, la abstinencia de todo lo que podía dificultar el peregrinaje de hombre, le llevaba, claro está, a perderse la experiencia de esta vida, vida que por otra parte la extrema debilidad y las enfermedades se encargaban de hacer muy corta. Poco a poco el hombre sabio, buscador de su reencuentro con Dios, se percató de que esa ansia no podía privarle de vivir su experiencia vital, aquella para la cual se encontraba en este mundo. Por eso, desde hace algún tiempo, los místicos, los hesicastas entre ellos, no abandonan el mundo, Por eso, el Paraíso Interior no puede ser lugar de descanso eterno, de jubilación, sino de reposo, de recuperación. En efecto, el Sagrado Templo de nuestro Corazón es el lugar de encuentro con Dios, donde vivimos la unidad con Él, para luego salir al mundo.

El hesicasta, como otros muchos místicos contemplativos, tiene técnicas suficientes para facilitar ese reencuentro con Dios. Ninguna de ellas conlleva encerrarse en una urna de cristal. Todas ellas han sido diseñadas para seres humanos, con sus imperfecciones y sus limitaciones, pero plenos de vida. Simplemente son técnicas que aseguran un mínimo, a veces mucho más, de conexión con el Padre, para luego salir a recorrer, una vez más, los caminos del mundo. No debemos olvidar que el estado perfecto del hombre está precisamente en ser hombre, ser humano y sobre esa piedra levantar la Iglesia de que Cristo hablaba: la del hombre enamorado, apasionado del hombre. La de ese hombre primitivo que no conocía del bien y del mal, porque si queremos amarnos unos a otros como Él nos amó, no podemos saber del mal y del bien, de un mal y de un bien que establecen diferencias entre nosotros, de un bien y de un mal que a unos hace hijos de Dios y a otros hijos de Satanás. No es fácil. A mí me resulta muy difícil y creo que a vosotros también. Por eso necesitamos ese Pan nuestro de cada día que se nos entrega en el Paraíso de nuestro Corazón: solo tenemos que encontrar la puerta de entrada o saltar la valla.