HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

sábado, 27 de febrero de 2010

Comentarios de San Gregorio el Sinaíta (6)

Traigo hoy al blog una muy interesante descripción de éxtasis, al tiempo que clasificación o mejor graduación. Dice así:
Existen esencialmente dos amores extáticos en el Espíritu: el amor del corazón y el amor del éxtasis. El primero corresponde a la iluminación; el segundo a la caridad. Tanto uno como el otro sustraen de las sensaciones al espíritu que movilizan. El amor divino es esta embriaguez espiritual (y añade el traductor: lo más elevado en la naturaleza) que suprime el sentimiento de cualquier relación con el mundo exterior.

Permitidme que haga al respecto alguna precisión.
Para empezar debemos señalar que todo, descripción y graduación, se fija en base al Amor. Esto es, ni se trata de un arrobamiento o embobamiento del individuo, ni se trata de un estado de satisfacción personal rayana en el egoísmo.
En segundo lugar, establece dos fases: primero la que podríamos decir intimista, el descubrimiento de la realidad en nuestro interior, la iluminación, seguida de un estallido de amor, la caridad, por el que salimos de nosotros mismos. Y es en esta segunda fase cuando nos sumergimos en el Amor Divino que curiosamente tiene esa faceta del desapego que hemos venido practicando en nuestro caminar hesicasta. Porque esa “embriaguez espiritual” no es nos haga indiferentes al resto del universo, sino que rompe vínculos preferenciales. Es la impresión del borracho, hecha vivencia permanente, de que TODO EL MUNDO ES BUENO. ¡Qué curioso, hasta de los borrachos podemos aprender!

Comentarios de San Gregorio el Sinaíta (5)


Si en la entrada precedente, os he traído la cita del Deutoronomio en relación con la obediciencia, es ahora Gregorio el Sinaíta el que, mucho más escuetamente, lo hace. Y lo hace centrándose en lo podríamos considerar base teológica de la oración continua: un versículo del Deuteronomio. Dice así:
Por encima de los mandamientos, existe el mandamiento que involucra a todos: «Acuérdate del Señor tu Dios en todo tiempo» (Dt 8, 18). Es con respecto a esto que los otros son violados y es por él que se los cumple. El olvido, en el origen, destruyó el recuerdo de Dios, oscureció los mandamientos y mostró la desnudez del hombre.

Con este párrafo, San Gregorio, nos explica cual es el “pecado original”, la limitación que hemos de superar día a día para una plena toma de consciencia. Sigue explicando luego en tres párrafos clarificadores:
El principio y la causa de los pensamientos es, después de la transgresión, el estallido de la memoria que, al transformarse en compuesta y diversa, de simple y homogénea que era, pierde el recuerdo de Dios y corrompe sus poderes.

El remedio para liberar esta memoria primordial de la memoria perniciosa y malvada de los pensamientos es el retorno a la simplicidad original. El instrumento del pecado (se refiere a la desobediencia) no solamente ha falseado las relaciones de la memoria simple con el bien, sino que ha corrompido sus potencias y debilitado su atracción natural por la virtud. El gran remedio de la memoria es el recuerdo perseverante e inmóvil de Dios en la oración.

El principio de la oración espiritual - sacerdocio místico- es la operación o virtud purificadora del Espíritu. El principio de la quietud (hesychia) es el reposo y su medio, la virtud iluminadora y la contemplación. Su término, el éxtasis y el rapto del Espíritu por Dios.

A propósito de la obediencia

Hoy el Señor, tu Dios, te ordena practicar estos preceptos y estas leyes.
Obsérvalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy tú le has hecho declarar al Señor que él será tu Dios, y que tú, por tu
parte, seguirás sus caminos, observarás sus preceptos, sus mandamientos y
sus leyes, y escucharás su voz.
Y el Señor hoy te ha hecho declarar que tu serás el pueblo de su propiedad
exclusiva, como él te lo ha prometido, y que tú observarás todos sus
mandamientos;
que te hará superior - en estima, en renombre y en gloria - a todas las
naciones que hizo; y que serás un pueblo consagrado al Señor, como él te lo
ha prometido.
Deuteronomio 26,16-19.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Comentarios de San Gregorio el Sinaíta (4)

Antes de seguir profundizando en los apuntes de San Gregorio a la meditación, me gustaría que nos detuviéramos en algunas frases extraídas de sus escritos.
La primera frase que he elegido es muy corta:
“La ciencia de la verdad es, esencialmente, el sentimiento de la gracia...”
En efecto, como ya hemos indicado en alguna ocasión, la verdad no la alcanzamos con nuestra inteligencia, sino por la gracia de Dios. Esta afirmación no nos quita mérito, ni viola nuestro libre albedrío, ni nada por el estilo, pues es preciso un notable esfuerzo, como veremos más adelante.

La segunda cita que traigo a colación es la siguiente:
“Santuario verdadero, anticipo de la condición futura, tal es el corazón sin pensamientos, movido por el Espíritu. Allí todo se celebra y se expresa pneumáticamente (pneuma: Aliento racional que, en la filosofía estoica, informa y ordena el universo.). Aquel que no ha obtenido ese estado puede ser, por sus otras virtudes, una piedra cualificada para la edificación del templo de Dios, pero no es el templo del Espíritu ni su pontífice.”


Creo que no hay mejor explicación que recordar la actuación de Cristo en el Templo, expulsando a los comerciantes y cambistas que se encontraban en sus puertas profanando el santo lugar. Durante mucho tiempo, la escena se me presentaba contradictoria: ¿cómo compatibilizar el carácter bondadoso de Jesús con la violenta expulsión de aquellos individuos? No encontraba más respuesta que una cierta intransigencia ante los infieles o los pecadores. No, no encontraba otra, hasta que pensé que ese Templo era el mismo al que Él se referiría más tarde, aquél que derribaría y volvería a levantar en tres días: su propio cuerpo y por extensión el nuestro. En efecto, es la única “violencia” que podemos admitir, la que debemos ejercer contra nuestras propias distracciones, aquellas que impiden a nuestro corazón encontrarse con nuestro Yo, en el Templo de nuestro Ser, que no será auténtico Templo mientras no esté dedicado en exclusiva al Espíritu.

sábado, 20 de febrero de 2010

Comentarios de San Gregorio el Sinaita (3)

Vimos en la entrada anterior de este blog como, tras el bautismo del espíritu, es necesario conservar lo recibido y progresar. Analiza a continuación los posibles modos de llevarlo a cabo. Dice así:

Existen dos formas de encontrar la operación (así llama a la “energía”) del espíritu recibida sacramentalmente en el santo bautismo:
a) Ese don se revela de una manera general por la práctica de los mandamientos y al precio de grandes esfuerzos. San Marcos el Ermitaño nos lo dice: «En la misma medida en que ejercitamos los mandamientos, ese don hace resplandecer más su fuego ante nuestros ojos».
b) El se manifiesta, en la vida de sumisión a un padre espiritual, mediante la invocación continua y metódica del Señor Jesús, es decir, por el recuerdo de Dios.
El primer camino es el más largo; el segundo el más corto, a condición de haber aprendido a escarbar la tierra con coraje y perseverancia para descubrir el oro.
Si queremos descubrir y conocer la verdad sin riesgo de error, busquemos sólo la operación del corazón, sin imagen ni figura; sin reflejar en nuestra imaginación ni forma ni impresión de las cosas consideradas santas; sin contemplar ninguna luz, pues el error, sobre todo al principio, tiene la costumbre de burlar el espíritu de los menos experimentados mediante esos fantasmas engañosos. Esforcémonos por tener activa en nuestro corazón solamente la operación de la oración, que da calor, alegra el espíritu y consume el alma en un amor indecible por Dios y por los hombres. Entonces se verá hacer de la oración una gran humildad y contrición, pues la oración es, para los principiantes, la operación espiritual infatigable del Espíritu que, al comienzo, hace brotar del corazón un fuego gozoso y, al final, obra como una luz de buen olor.


Ambas vías son duras, porque en ambas se renuncia a la propia voluntad. La primera, más larga, nos lleva a someter nuestra voluntad a los deseos del Padre, expresados en los Mandamientos. La segunda vía nos lleva a someternos a las directrices de un “padre espiritual”. No dice San Gregorio cual es más conveniente de ambas y es que depende de cada individuo. En la primera estamos prácticamente solos, espiritualmente hablando. Solo sabemos que tenemos unos mandamientos que cumplir. No tenemos el consejo, el apoyo, … ¡nada! Por no tener, no tenemos ni siquiera la imagen, la presencia física habitual, del padre espiritual que en este caso es el propio Dios Padre. Solo puede prometernos la manifestación de la gracia divina en forma de fuego, como recompensa por nuestro esfuerzo. Esta cita al fuego de San Marcos el Hermitaño recuerda notablemente la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. En la segunda vía por el contrario tenemos el consejo y el apoyo de alguien que ha pasado, poco más o menos, por un camino similar al nuestro, con similares dificultades, idénticas dudas y angustias,… Sin embargo, pone una condición: que quien siga esta vía haya aprendido a escarbar la tierra con coraje y perseverancia para descubrir el oro. En efecto, no valen de nada los consejos de un padre espiritual, si no sabemos buscar en nuestro interior, limpiar de “polvo y paja” nuestro yo para obtener el oro que se encuentra en nuestro interior.

viernes, 19 de febrero de 2010

Comentarios de San Gregorio el Sinaíta (2)

Retomamos los comentarios sobre textos de San Gregorio el Sinaíta relativos a la contemplación y a la oración. Dice así San Gregorio:

Diremos en primer lugar, con la ayuda de Dios, que «otorga la palabra a los que anuncian el bien» (Rom 10, 15), cómo se encuentra a Cristo por el bautismo en el Espíritu; luego, cómo se conserva ese hallazgo y cómo se progresa. La mejor manera será exponer, brevemente, los extremos y el medio, pues el asunto es extenso: hay muchos que impulsan el combate hasta haberlo encontrado; luego se detiene su deseo. Poco les preocupa ir más adelante; les basta haber encontrado el comienzo del camino; en su ignorancia toman una bifurcación y se imaginan estar en la buena ruta mientras caminan fuera del fin por falta de coraje, o bien su conducta indiferente los lleva hacia atrás, a la condición que tenían y se encuentran nuevamente en el comienzo o a mitad de camino en su empresa.

Los principiantes tienen de su parte a la acción, o sea, los medios de la iluminación; los perfectos, la purificación y la resurrección del alma.


Con esta exposición, San Gregorio plasma el proceso salvífico desde el lado del ser humano: recibimos la Gracia, la conservamos y progresamos en ella. El Bautismo en el Espíritu, que los cristianos recibimos sacramentalmente, no nos sitúa de forma permanente en la Gloria eterna, ni mucho menos. Como tampoco le sucede a aquel a quien la Revelación le ha llegado tras largo tiempo de esfuerzo, sacrificio y perseverancia. En efecto, es necesario conservar ese hallazgo y progresar en él. Es frecuente que nuestro ego nos engañe y nos haga creer que, tras ese atisbo de Gloria, pensemos estar en posesión de la Verdad más absoluta y de encontrarnos en la Unidad. Y nos estaremos engañando. También advierte de la dureza del camino que, tras el impulso inicial, nos falte el coraje o nos aburramos.

Y ¿qué armas tenemos para el combate? Pues, muy escuetamente, demasiado tal vez, San Gregorio nos dice que los principiantes tienen los medios de la iluminación, esto es el propio Bautismo, la oración, la obediencia de los Mandamientos, etc. y los perfectos (decía San Jerónimo que “el perfecto seguidor de Cristo nada tiene fuera de Cristo, y si algo tiene fuera de Cristo, no es perfecto” (Ep. 14, 4)) tienen precisamente esa continua purificación que se obtiene al VIVIR EN CRISTO (no es lo mismo vivir como Cristo que vivir en Cristo) y esa renovación de la función de enlace del alma entre lo material y lo espiritual, entre el cuerpo y el espíritu.

domingo, 14 de febrero de 2010

San Valentín

No es que de repente haya caído en las garras de ese mercantilismo soez, basto, turbio y cuantos otros adjetivos se os ocurra se puedan aplicar a esa perversión que nuestra sociedad aplica a circunstancias tan divinas y tan humanas como homenajear a la madre, al padre, a la pareja, etc.. No, lejos de mí esa veleidad. Lo que quiero es precisamente lo contrario, traer a las mentes de los que seguís este blog algo que la mayoría ya siente. El amor de pareja es una vía de aprendizaje para llegar a la unión con Dios.

No es que esta mañana me haya levantado filosófico o me haya dejado llevar por un sentimentalismo barato. Hace ya tiempo que empecé a meditar sobre el hecho de que, a más de un puro instinto animal, surgiera en el interior de una gran parte de los seres humanos el interés por formar y mantener una pareja con todo lo que eso conlleva de sacrificio de nuestra propia libertad para entregársela a la otra parte. Y ¿no es eso precisamente lo que practicaba Cristo haciendo la voluntad del Padre? ¿No es eso lo que queremos hacer nosotros?

Hay un evangelio apócrifo, mucho más esotérico que el de San Juan, que es el Evangelio de Felipe. No es un evangelio propiamente dicho, por cuanto no trata claramente la vida de Jesús, sino que es un compendio de enseñanzas del Maestro a un discípulo avanzado, por más que ocasionalmente haga referencias a la vida de Jesús. Como posteriormente harían otros místicos, Felipe utiliza un lenguaje figurado para explicar cómo se alcanza la unión con Dios. Y lo hace recurriendo ni más ni menos que al matrimonio carnal, al amor de pareja, pero no como una mera metáfora, sino como un vehículo para alcanzar aquélla.

Igual que ocurre con el social homenaje a las madres, a la mujer trabajadora o a la mujer maltratada, no es logro de un día. El aprovechamiento de la unión de pareja para llegar a la Unión Divina es una cuestión de disciplina, de entrega, de día a día, de dar al otro lo mejor de uno mismo, de aguantar los “chaparrones”, no por conveniencia social, ni por el lacrimógeno recurso a los hijos que viven su vida, ni por la amenaza de un divorcio económicamente penoso o por cualquier otra razón similar. No, sino porque reconocemos en el otro otra “parte” de un mismo Ser que somos nosotros; porque ese amor, lejos de ser el denostado “amor de papel cuché”,el amor interesado o el acto sexualal que algunos lo reducen, es Amor, así con mayúsculas, para entrar en el cual hace falta la iniciación por un ritual que en las Iglesias Cristianas es sacramental y en otras religiones o sociedades puede adoptar otra forma sobre la cual no pretendo ahora polemizar.

En definitiva: ¡Felicidades a todas aquellas parejas que viven su vida como la mejor de las experiencias para llegar a la Divina Unión! ¡Felicidades a aquellas parejas que disfrutan esa misma vida aun sin saberlo! Y a aquellos que aún no habéis tenido la suerte de encontrar vuestra pareja o que creyéndola tener la habéis perdido, ¡enhorabuena anticipada, porque la experiencia de Amor que todos, más o menos conscientemente, perseguimos os será dada igual que a los demás. Felicidades, en fin, porque habéis encontrado el camino para llegar a Dios, ¡no lo perdáis!

Permitidme la simpleza: ¡Feliz San Valentín!

sábado, 13 de febrero de 2010

Rectificación

En el artículo "Comentarios de San Gregorio el Sinaita (1)" se "escapó" una "S". Menos mal que mi buena amiga Regla se percató de su ausencia y me avisó.

Figura en el antepenútlimo párrafo del artículo. Decía así: "No está hablando de la importancia de sentarnos con nuestro maestro interior y ¿qué es esto sino orar y meditar?" Y debe decir: "Nos está hablando de la importancia de sentarnos con nuestro maestro interior y ¿qué es esto sino orar y meditar?" En el blog ha sido también corregido.

Muchas gracias Regla

viernes, 12 de febrero de 2010

Comentarios de San Gregorio el Sinaíta (1)

Aunque era hábito común entre los monjes orientales, salir de sus monasterios para trasmitir al pueblo sus experiencias, destaca entre todos ellos San Gregorio el Sinaíta. Su preocupación por aprender no era mayor que la de enseñar. Iniciamos hoy un recorrido por lo que nos ha llegado de su escritos.

En relación con la oración y la contemplación decía:

No deberíamos hablar como un gran doctor ni tener necesidad del apoyo de la Escritura ni de los Padres, sino ser «enseñados por Dios» (Jn 6, 45) hasta el punto de aprender y conocer, en Él y por Él, todo lo que necesitamos. No solamente nosotros sino cualquiera de los fieles. ¿Acaso no hemos sido llamados para llevar grabadas en nuestro corazón las tablas de la ley del Espíritu y para conversar con Jesús mediante la oración pura de la misma forma admirable que los querubines?
Pero sólo somos niños en el momento de nuestra segunda creación, incapaces de comprender la gracia, de aprovechar la renovación, ignorantes, sobre todo, de la supereminente grandeza de la gloria de la que participamos. Ignoramos que, por la observación de los mandamientos, debemos crecer en alma y espíritu para ver lo que hemos recibido. He aquí cómo la mayor parte de nosotros cae, por negligencia y hábito vicioso, en la insensibilidad y en la ceguera, hasta el punto de no saber ya, si hay un Dios, qué somos, ni en qué nos hemos convertido a pesar de ser hijos de Dios, hijos de la luz, niños y miembros de Cristo.
Hemos sido bautizados en la edad adulta pero sólo percibimos el agua y no el Espíritu. Incluso siendo renovados en el Espíritu, no lo creemos más que con una fe muerta e inactiva... somos carne y nos conducimos según la carne. Y permanecemos muertos hasta la hora de nuestro fin, sin vivir en Cristo ni estar movidos por él. Y, «lo que sabemos», a la hora del tránsito y del juicio «nos será quitado» a causa de nuestra incredulidad y nos faltará la esperanza por no haber comprendido que los niños deben ser parecidos al Padre, dioses en Dios, espíritus salidos del Espíritu...

Aunque de estos tres párrafos podríamos sacar muchas más enseñanzas, quisiera destacar tres de ellas.

En primer lugar, Gregorio llega a colocar por delante de la lectura de las Sagradas Escrituras y por delante de las enseñanzas de los grandes maestros, las enseñanzas dictadas por el mismo Dios que implícitamente sitúa en nuestro interior cuando dice que estamos llamados a llevar en nuestro corazón las tablas de la ley del Espíritu. Nos está hablando de la importancia de sentarnos con nuestro maestro interior y ¿qué es esto sino orar y meditar?

En el segundo párrafo nos pone de manifiesto nuestra ignorancia sobre un hecho clave: participamos de la gloria. Y esta ignorancia nos lleva a olvidarnos de Dios, a pesar de ser hijos suyos. Pues bien, para superar esta ignorancia, no hay más que observar los mandamientos.

Finalmente, nos señala como, en contra de lo que pensamos habitualmente, en esta vida estamos muertos. Vivimos según los criterios del mundo material, de la carne dice él, y así ahogamos el efecto del bautismo, su poder iniciático, haciendo que nos fijemos nada más en el agua que derraman sobre nosotros y no en el Espíritu. He de recordar que los primeros cristianos se bautizaban en la edad adulta y no de bebés como hacemos ahora.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Oh Dios, crea en mí un corazón puero

La limpieza de corazón no es menos que el amor y gracia de Dios; porque los limpios de corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados (Mt 5,8), lo cual es tanto como decir enamorados, pues que la bienaventuranza no se da por menos que amor. El que ama a Dios debe gozarse no en si hace buenas obras y sigue buenas costumbres, sino en si las hace por amor de Dios sólo, sin otro respecto alguno; porque cuanto son para mayor premio de gloria hechas sólo para servir a Dios, tanto para mayor confusión suya será delante de Dios cuanto más le hubieren movido otros respectos. El que anda enamorado de Dios, no pretende ganancia ni premio, sino sólo perderlo todo y a sí mismo en su voluntad por Dios...El que obra por Dios con puro amor, no sólo no pretende ser visto por los hombres, sino ni tan sólo ser visto de Dios...Todo el deseo y fin del alma y de Dios en todas las obras de ella es la consumación y perfección de este estado, por lo cual nunca descansa el alma hasta llegar a él... pues el corazón del hombre no se satisface con menos de Dios, que es su centro. El puro de corazón igual se aprovecha de la elevación que del abatimiento para llegar a ser cada vez más puro, mientras que el corazón impuro sólo produce frutos de impureza.El corazón puro saca de todas las cosas un conocimiento de Dios sabroso, casto, puro, espiritual, lleno de gozo y de amor.
(San Juan de la Cruz, 1542-1591, "Avisos y máximas")

lunes, 8 de febrero de 2010

Vida


Adán era un hombre de lo más normal. Ni sabio, ni necio. Ni culto, ni analfabeto. Ni religioso, ni ateo. Solo se podía decir de él que buscaba, aunque no sabía muy bien el qué y mucho menos cómo y dónde. De joven, aunque todavía lo era, había recorrido muchos países, buceado en muchas culturas, en muchas religiones y filosofías a cada cual más exótica. Pero siempre había algo que fallaba.


Un día dejó de buscar. Creyó que era suficiente ser como todos: su familia, su trabajo y, ¿por qué no?, su Dios. Vivió así durante muchos años. Su familia le satisfizo, su trabajo le absorbió y le llenó de satisfacciones y su dios,…, bueno su dios era otra cosa. ¿Qué fallaba? Encontró la respuesta: aquello que estaba tomando por Dios, lo que le habían explicado que era Dios, sencillamente no lo era. ¿Qué hacer entonces?


Decidió volver a sus años mozos. Ahora llevaría un bagaje más rico: su experiencia. Ahora tendría más criterio: había crecido en juicio. Ahora se sentía capaz. ¡Inocente! Empezó de nuevo su búsqueda: se sentía como un caballero medieval intentando localizar el Santo Grial. Tanto es así que pensó que el Orden de Caballería le llevaría a encontrar lo que buscaba. Todo sin éxito. La vida lo sometía a una prueba tras otra, como un Hércules moderno enfrentado a sus doce pruebas, pero donde el egoísmo de los supuestamente débiles lo absorbía y lo trababa como si de una zarza se tratara; donde el ansia de apariencia y de honores de los que con él debían caminar primaba sobre la humildad; donde el bien y el mal se mezclaban sin diferencias; donde su naturaleza , en fin, no se encontraba a gusto. Colgó su armadura de caballero y tomó los caminos de la meditación, de la mística y la contemplación. Y todo su ser vibró.


¡Ea, de eso se trataba! Ahora estaba en el buen camino. Pasarse las horas muertas meditando, cuantas más mejor, porque el mundo le aburría, le cansaba, le hastiaba. Decía y sentía que él no era de este mundo. Y alcanzó la serenidad. La sonrisa cortés afloraba en su cara. Ensayaba una técnica meditativa tras otra. La repetición de un mantra, el sonido del gong, la respiración, el incienso y la vela, … Ya lo tenía claro. Se sentía feliz. Lo ideal sería retirarse a un monasterio perdido en la montaña ¡qué digo un monasterio! Una cueva, donde nada ni nadie estorbara su meditación, su previsible encuentro con Dios, con ese Dios que intuía, que nadie le podía describir.


Se quedó profundamente dormido. Y soñó. Soñó que se encontraba con el Anciano de todos los cuentos y que Éste le miraba con sonrisa burlona al tiempo que le decía: “Y entonces, hijo mío ¿qué pintas tú en esta vida?” Despertó angustiado. Había sido un mal sueño. ¿Seguro? –recapacitó. El Anciano tiene razón: ¿de qué me vale todo mi esfuerzo, mi ascetismo, mi sacrificio, si me olvido de vivir? Recordó unas palabras que había leído atribuidas a un místico: “Si dices que tu objetivo es buscar la unidad con el Uno, eres un necio”. Entonces entendió y entendió que Gregorio el Sinaíta estuviera tan preocupado por enseñar a los laicos sus experiencias místicas, porque solo Uno nos pudo decir “Os envío como corderos en medio de lobos”, porque solo Él nos dio el bagaje necesario para la aventura de la Vida.


Recogió todas sus cosas, limpió la cueva y la dejó como la encontró. Luego corrió a su casa y encontró a su familia y a sus amigos y también a sus enemigos y a los que no conocía aunque ahora le parecieron conocidos de toda la vida. Y vio que todos sus esfuerzos le habían servido para ayudarle a vivir y entonces se le Iluminó la cara y el corazón y vio que a algunos de los que estaban a su lado también se les Iluminaba la cara y el corazón.

domingo, 7 de febrero de 2010

La Gracia Salvífica

Las Lecturas de hoy Domingo, 7 de Febrero de 2010, son todas ellas unitarias en la doctrina que nos trasmiten. En efecto, con ligeros matices diferenciadores lo mismo se plantea en la primera (Isaías 6,1-2.3-8.) que en la segunda, primera carta de Pablo a los Corintios, o en la pesca milagrosa de Genesaret. Es habitual que nos centremos en el carácter de pescadores de hombres, pero aún siendo una interpretación positiva, juiciosa y justificativa de la misión evangelizadora de todo cristiano, cabe otra interpretación muy potente por cuanto pone al alcance de todos nosotros la Salvación. Veamos las lecturas.

Primera Lectura

El año de la muerte del rey Ozías, yo vi al Señor sentado en un trono elevado y excelso, y las orlas de su manto llenaban el Templo. Unos serafines estaban de pie por encima de él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, y con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y uno gritaba hacia el otro: "¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! Toda la tierra está llena de su gloria". Los fundamentos de los umbrales temblaron al clamor de su voz, y la Casa se llenó de humo. Yo dije: "¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!". Uno de los serafines voló hacia mí, llevando en su mano una brasa que había tomado con unas tenazas de encima del altar. El le hizo tocar mi boca, y dijo: "Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado". Yo oí la voz del Señor que decía: "¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?". Yo respondí: "¡Aquí estoy: envíame!".

Segunda Lectura

Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído. (1 Corintios 15,1-11)
Evangelio

En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: "Navega mar adentro, y echen las redes".Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemossacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes". Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador". El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres". Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron. (Lucas 5,1-11)

Interpretación

Podemos atribuir a la mentalidad oriental la cita de los serafines y el hecho de que las orlas del manto divino ocuparan todo el Templo. Pero ¿qué significa que los serafines tuvieran seis alas y que un par les sirviera para tapar su rostro (sus ojos) y otro par sus pies y que finalmente el par restante les sirviera para volar? Los ojos y los pies no son sino una característica material propia de los hombres: los ojos son la mente analítica del hombre y sus pies son su componente material, exclusivamente animal que le mueve por este mundo. Las alas reflejan aquello que nos acercaría a los serafines: el espíritu es lo que, sin renunciar a la naturaleza humana nos “permite” estar en presencia de Dios. En las tres lecturas el protagonista se da cuenta, en un acto fundamental de humildad, que es indigno en su estado primitivo de “ver” a Dios ("¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros; ¡y mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos!"; “Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles(…)” y "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador") y sin embargo en los tres casos y de una u otra forma actúa la Gracia Salvadora de Dios. En el pasaje de Jeremías la Gracia actúa por medio de la brasa portada por un querubín. En la segunda lectura el propio Pablo lo indica explícitamente: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” Y en el caso del Evangelio es el propio acto de Jesús el que les aporta la Gracia Divina, reflejada en la sobreabundante pesca, cuando antes y a pesar de todos sus esfuerzos, no habían capturado ni un pez.

Puede parecer que hagamos lo que hagamos la Gracia de Dios actuará si a Él le place, con lo cual llegaríamos a la conclusión equivocada de que una conducta disoluta, pecaminosa o simplemente indiferente puede llevarnos a la Salvación lo mismo que le pueda pasar al justo. Nada más lejos de la verdad. Isaías lleva una vida dedicada a ser, lo que por Andalucía decimos, “buena gente”. Pablo había sido todo lo contrario perseguidor acérrimo de cristianos, pero al final llega la Gracia y alcanza la salvación lo cual no le exime de un esfuerzo a posteriori. Pues bien, es precisamente en el caso de la ardua faena fallida de la pesca, después de diversos intentos, cuando llega Jesús y les da la “pista” de la Salvación. En todos los casos, antes o después de lo que podríamos llamar Iluminación como antesala de la Salvación, es indispensable el trabajo propio del hombre.

Resumiendo no hay Salvación sin esfuerzo, pero tampoco sin la Gracia Divina.
NOTA: La representación de los serafines difiere de la de los querubines precisamente en el número de pares de alas, tres para los primeros y dos para los segundos. Debemos tener claro que se trata de una mera representación para los seres humanos y que aunque pueden reflejar unas cualidades, estas sserán siempre de carácter espiritual.

viernes, 5 de febrero de 2010

Todos por HAITÍ

La organización Haití Siglo XXI nos informa:

José Mercé por Haití
Concierto Solidario
Sábado 20 de Febrero de 2010 a las 20:30
Teatro Villamarta - Jerez
Precios:
25 € Anfiteatro
30 € Palcos, plateas y Fila 1 de Anfiteatro.
35 € Butaca y Principal.
Venta de entradas desde el 6 de Febrero por el sistema habitual del teatro: taquilla, teléfono, Internet y tele-entrada.
Fila 0: para quienes no puedan asistir pero quieran colaborar 10 €.

INTERMON OXFAM / HAITÍ SIGLO XXI
No se os olvide amigos: por ayudar a Haití hay gente que dedica sus vacaciones, deja a los suyos y pone en riesgo su vida. A nosotros nos ofrecen pasar un rato agradable a cambio de ayudarles y ¿aún dudamos?