HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

viernes, 26 de noviembre de 2010

Amar todas las cosas

¿Habéis pensado, alguna vez, la capacidad de servicio y obediencia de todas las cosas respecto de los reinos superiores de la Naturaleza? La piedra permanece en su sitio hasta que alguien llega a cambiarla de sitio, el agua la arrastra o cualquier otra fuerza de la Naturaleza la mueve o erosiona.

El árbol permanece  en su sitio, mecido por el viento y humedecido por la lluvia, hasta que el leñador lo corta o el rayo lo quema.

La vaca espera dócilmente que la ordeñen, el león caza y controla su grupo hasta que otro macho más joven lo arrincona y la muerte le llega, más o menos plácida, más o menos violenta.

La papelera de la calle recoge la basura de los viandantes, el banco soporta el cansancio de los viandantes y las baldosas del suelo sus pasos. Ninguno se queja más de lo que lo hacemos nosotros. ¡Qué ejemplo de humildad y de obediencia!

Cuando veo que todo eso se pone permanentemente a mi servicio, me siento impelido a amarlo y respetarlo como a mí mismo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Casiano el Romano (1)

Nació nuestro santo en la ciudad rumana de Dobrudja, en la desembocadura del Danubio al Mar Negro, allá por el año 360. Repasando su biografía, podemos comprobar que perteneció a una familia poderosa. No es la primera vez que nos encontramos entre los grandes ascetas y místicos, jóvenes hartos de riqueza y poder. El hastío de manjares y placeres, en unos casos, o la insatisfacción espiritual que aquéllos producen en los espíritus inquietos empuja a estos jóvenes al camino opuesto. Pero, si malo es un extremo, el contrario tampoco es aconsejable. No es, pues, el primer Padre del Desierto que busca y propone la moderación, el punto justo de equilibrio en la vida espiritual.


No es, Casiano, un teólogo profundo y bien dotado para la formulación de pensamientos elevados y, así, cayó en planteamientos erróneos, próximos a la herejía pelagiana (Pelagio defendía la inexistencia del pecado original, la no necesidad del bautismo para asegurar la salvación de los recién nacidos, la posibilidad de no cometer pecado por el simple hecho de vivir al margen de la fe cristiana y la posibilidad de alcanzar la salvación al margen de la Gracia de Cristo). Cuando se dio cuenta de su error, su carácter sumiso, dulce y poco proclive a cualquier tipo de enfrentamiento le hizo retirarse y callar.

Aunque algunos de sus textos pueden parecernos algo extremados en su planteamiento y en la terminología empleada, posiblemente más por problemas de traducción que por el significado real de las palabras utilizadas en su idioma original, podemos extraer algunos interesantes. Así extraemos los siguientes párrafos del discurso al obispo Castor: Los ocho pensamientos viciosos.

Empieza, como es habitual en otros autores de la época, con el ayuno. Intenta suavizar las posturas extremas de algunos ascetas de la época, para ello lanza la regla de oro de los Santos Padres: “La regla de continencia y la norma exacta que nos transmitieron los Padres, es la siguiente: el que tome un alimento cualquiera, deberá detenerse cuando aún tiene apetito, sin esperar la saciedad.”Regla que haría mucho bien en nuestra sociedad por simples motivos higienistas. Afirma claramente que “el exceso de cualquier comida la tornan aturdida y somnolienta” (se refiere a la mente).

Afirma, así mismo, que la “pureza perfecta” del alma se alcanza no solo con un ayuno razonable de alimentos, sino con algunas otras virtudes que complementan la simple templanza que, no obstante, es fundamental como inicio metodológico en el camino del ascetismo y de la mística: “Además, para lograr una pureza perfecta del alma, no es suficiente con abstenerse de alimentos, sino que otras virtudes son necesarias. Mucho beneficia a la humildad la obediencia en el trabajo y la fatiga del cuerpo, así como beneficia el mantenerse lejos del amor por el dinero, lo que no significa sólo no tener dinero, sino también evitar desearlo ansiosamente: esto es lo que guía al alma realmente a la pureza. El abstenerse de la cólera, de la tristeza, de la vanagloria, de la soberbia, son todas cosas que producen la pureza global del alma. En cuanto a esa particular pureza del alma, fruto de la templanza, la misma se obtiene con la continencia y con el ayuno.”

En estas fechas que hemos dado en celebrar casi exclusivamente con el estómago, ¿seremos capaces de moderarnos?

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Yo te ayudaré

¿Estás triste y te sientes sólo, abandonado de todos? ¿Sientes que a tu alrededor todo es odio, rencor, envidia, recelo, interés espurio,…? ¿Te ha mordido la desesperanza y no te suelta? ¿Te sientes enfermo y sufres dolores increíbles y sientes clavadas en ti las miradas que crees compasivas de los que te rodeamos? Si sientes y crees todo eso, yo te ayudaré.


Muchos, lo puedes tener por seguro, habrán intentado ayudarte, pero tú no has sido consciente de ello. Otros muchos, absortos, como tú, en las prisas del día a día, te habrán ignorado o creerás que te han ignorado y esto te habrá herido profundamente. Si sientes y crees todo eso, yo te ayudaré.

Si te falta un ser querido que se fue hace poco o hace mucho, si te gustaría volverlo a tener a tu lado, yo te ayudaré.

Si la vida te agobia, si te preocupan los tuyos hasta el punto de no dormir, languidecer y creerte morir. Si los tuyos están enfermos o sufren o se hunden en la miseria económica o, peor, en la pobreza de ánimo, si no sabes cómo ayudarles, yo te ayudaré.

Y a estas alturas ya te habrás preguntado quién soy yo. No te preocupes, pronto lo sabrás, no porque yo te lo diga, sino porque tú solo te responderás.

En el origen de los tiempos, allí, a tu lado, estaba yo.
A lo largo de tu vida, en cada lugar y en cada hora,
allí a tu lado estaba yo.
Pero tú no lo supiste, ni ahora lo sabrías,
si no nos hubiéramos encontrado los dos.
Allí donde viste y te asombraste de ver lo que no podía ser,
allí estaba yo.
Allí donde anduvo el que nunca había andado,
allí donde oyó el que nunca había oído
y el que nunca había hablado habló;
allí estaba yo.
Tú y otros como tú me pusisteis nombre y cara y corazón
y se os olvidó escuchar mi canción:
Tu fe te ha salvado y no yo.

lunes, 15 de noviembre de 2010

¿Se te enfrió el Amor?

Revelación de Jesucristo, que le fue confiada por Dios para enseñar a sus servidores lo que tiene que suceder pronto. El envió a su Angel para transmitírsela a su servidor Juan.

Este atestigua que todo lo que vio es Palabra de Dios y testimonio de Jesucristo.

Feliz el que lea, y felices los que escuchen las palabras de esta profecía  y tengan en cuenta lo que está escrito en ella, porque el tiempo está  cerca.

Yo, Juan, escribo a las siete Iglesias de Asia. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de aquel que es, que era y que vendrá, y de los siete Espíritus que están delante de su trono,

Escribe al Angel de la Iglesia de Efeso: "El que tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete candelabros de oro, afirma:
"Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos. Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer. Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior. Si no te arrepientes, vendré hacia ti y sacaré tu candelabro de su lugar preeminente. "

(Apoc. 1,1-4.2,1-5.)

domingo, 14 de noviembre de 2010

La respuesta siempre está en el Amor

Todos nosotros nos preguntamos, con mayor o menor frecuencia, ¿qué hacemos aquí?, ¿por qué el justo no tiene “justicia” y es el pérfido el que “triunfa”?, ¿porqué las religiones se odian entre sí?, ¿por qué los hijos se rebelan contra los padres?, ¿por qué la violencia entre las naciones?, ¿por qué Dios existe, si es que existe?,… Porqué, siempre porqué.


Nada de lo que hay a nuestro alrededor, nada de lo que sentimos o percibimos, tiene necesidad de existir por sí mismo. La vela que me ilumina podría estar apagada, el sol muerto y el árbol quemado. Sería lo mismo que si estuvieran encendida, vivo y verde respectivamente. Ni la sensación o apreciación que sin querer hacemos de esas situaciones o estados sería necesaria. Nada existe por sí mismo, salvo el Amor. El Amor tiene en sí mismo la justificación de su existencia y, si el Amor no fuera, nada sería. Pero, ¿acaso puede ser la Nada sin que sea el Amor? ¿Podría el egocentrismo de la Nada asegurar su persistencia si el Amor no fuera? La Nada necesita del Amor para existir, tanto como del Todo. Ni el Odio, con todo el negativismo que le asignamos, podría ser si el Amor no fuera.

Es una referencia muy tonta, pero ¿os imagináis jugando al futbol sin equipo contrario? Hasta los hinchas más fanáticos, a veces sin saberlo, aman a los contrarios, porque sin éstos se acabaría el espectáculo.

Cuando tengáis una duda, cuando veáis que algo no funciona, preguntad siempre al Amor. Él os dará la respuesta. Decía Cristo que amáramos incluso a los que nos odian porque ¿qué merito tendría amar solo a los que nos aman? En aquélla ocasión, en aquéllas circunstancias, el Maestro tenía que hablar de méritos y recompensas. La mayor parte de la Humanidad no estaba preparada para entenderlo de otra forma. Así las religiones crearon la verdad a medias del premio y el castigo. Pero el Amor no precisa de premios, ni de castigos. El Amor tiene en sí mismo su recompensa, porque en la unidad que subyace en el Amor, amar a mi enemigo es amarme yo, ¿quiero más recompensa? No es que tengamos que amar sin esperar nada a cambio, es que el Amor es así: todo lo da, todo lo entrega, incluso a sí mismo y así crece y se desarrolla. Todo lo envuelve con el manto de su comprensión. Nada queda fuera de Él. Todo es Uno en Él. Comprender, asumir, interiorizar que, por el Amor, tanto es el justo como el malvado es participar en la eclosión creadora del Amor. Ese es el salto evolutivo y “consciencial” que se avecina. Ese es el Apocalipsis de Juan. No hay más.

No hay más ¿o sí? Esa Vida Eterna que Cristo nos anuncia no es una oposición a funcionario de la Administración que nos asegura el sustento de por vida. Se trata de seguir participando en ese grandioso proceso creativo del Amor. Y ¿cómo será esa Vida Eterna? No lo sé, ni me importa, porque siempre estaré al amparo del Amor, ¿recordáis?: “Dios es mi pastor, nada me falta. Me apacienta en verdes praderas, me guía a arroyos de agua fresca, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su Nombre” (Salmos, 23)

Así, pues, haced frente a todas esas dudas existenciales, morales y emocionales buscando en el Amor.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Evagrio el Monje (y 20)

Terminamos hoy nuestro estudio de Evagrio el Monje.


A algunos de los que sufrís habitualmente mis meditaciones escritas os puede haber parecido un episodio más de esa vieja iglesia trasnochada, recalcitrante, arcaica, anclada en dogmas que no sabe explicar,… A estos Hermanos, en primer lugar, les pido perdón porque seguramente no he sabido expresarme correctamente. Pero, además del perdón, les pido que hagan, por sí mismos, una nueva lectura de los textos de Evagrio, que los desposean de las vestiduras de las circunstancias y los estudien con el corazón.

A los Hermanos que creen que la Iglesia, ahora así con mayúsculas, es todo lo que he escrito antes, he de decirles que todo en este mundo tiene dos partes: la interna y la externa. Si nos quedamos en la externa, solo vemos reflejos de este mundo y dejamos la puerta abierta a que nuestro ego más gamberro ataque airadamente el espantapájaros que le hemos puesto delante. Esto pasa con la Iglesia y con todo lo que hay a nuestro alrededor. Todo, absolutamente todo, hay que analizarlo con el corazón y llegando a su corazón. Esta es la grandeza de la meditación: nos pone en sintonía con el resto de la Creación, nos descubre la Unidad de todo con todo y con ello nos pone en la Presencia Divina. Decía Ghandi: “(…) yo no puedo dejar de solidarizarme con el alma más desnaturalizada y nadie me puede impedir que me identifique profundamente con la más virtuosa.” Si San Francisco veía como hermanos al lobo, igual que a la florecilla, ¿voy yo a permitirme juzgar nada por sus apariencias, el todo por la parte?

Y, como decía al principio, termino el análisis, mi análisis (ahora empieza el vuestro), de Evagrio el Monje con estas palabras. No las leáis, no las escuchéis, sentidlas con el corazón, con ese lenguaje universal que hace tiempo perdimos y ahora queremos recuperar. Hacedlo así, sobrarán mis palabras y...

Tres son los jefes de los demonios que se oponen a la práctica [de las virtudes]. Éstos son seguidos por todo el campamento de filisteos. Ellos son los primeros que avanzan en las batallas e inducen al alma a ser malvada por medio de pensamientos impuros. Los unos difunden los deseos de la gula, otros nos insinúan el amor por el dinero, y otros nos excitan para que busquemos la gloria que viene de los hombres. Si deseas, pues la oración pura, rehúye la cólera; si amas la templanza, domina tu vientre y no le brindes pan hasta la saciedad, y en cuanto al agua, mantenla corta.

Sé vigilante en la oración y aleja de ti el rencor. No menoscabes las palabras del Espíritu Santo y golpea con las manos de la virtud las puertas de las Escrituras. Así surgirá en ti la impasibilidad del corazón y, en la oración, verás a tu intelecto resplandecer como un astro.

martes, 9 de noviembre de 2010

La Medicina del mundo

Entre las lecturas que la Iglesia Católica propone para hoy, encontramos este extracto de la carta de Pablo a Tito:

"Recuerda a todos que respeten a los gobernantes y a las autoridades, que les obedezcan y estén siempre dispuestos para cualquier obra buena. Que no injurien a nadie y sean amantes de la paz, que sean benévolos y demuestren una gran humildad con todos los hombres. Porque también nosotros antes éramos insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de los malos deseos y de toda clase de placeres, y vivíamos en la maldad y la envidia, siendo objeto de odio y odiándonos los unos a los otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna."

Crece entre las gentes de buena voluntad la preocupación sobre cómo modificar este mundo, corregirlo de sus errores, luchar contra sus injusticias y así un montón de buenas intenciones entre las que silenciosamente se nos puede deslizar la antítesis de nuestro Espíritu: el odio. Hemos de ser extremadamente cuidadosos en evitar que nuestro esencial, fundamental, desacuerdo con los males de este mundo nos lleve a odiarlo, porque entonces seremos como el propio mundo. Recordad: ¡Contra odio, Amor!

domingo, 7 de noviembre de 2010

El Volcán

Raro es el año en el que los periodistas no nos muestran la imagen de un volcán en erupción, acompañada de datos numéricos sobre los muertos que ocasionan, los problemas de tráfico aéreo que provocan y, si están inspirados, hasta nos presentan cómo será el 2012 en versión vulcanológica.


Sin embargo, los volcanes, como tantos otros fenómenos de la naturaleza, son una imagen del flujo vivificante de Dios en sus criaturas. Así lo entendía el hombre primitivo, aquél que, anclado en la noche de los tiempos y muy consciente de lo que hacía, los consideraba manifestaciones divinas. La estulticia prepotente del hombre moderno tergiversó la realidad y deificó el miedo. Estos fenómenos, ya no eran las Sagradas Escrituras sin letras de nuestros ancestros, sino la causa de su miedo y, como consecuencia, el origen de as divinidades a las que rendían culto, porque, como todo el mundo sabe, el hombre primitivo era tonto de pacotilla, no como el de ahora que tiene ordenadores y aviones supersónicos y cohetes y que solo se asusta de los peligros justificados: la gripe A, la crisis económica, los accidentes de todo tipo, el terrorismo y tantísimas otras cosas que lo hacen parecer imbécil de remate.

Desde el punto de vista meramente científico podríamos considerar un volcán como la válvula de seguridad de una olla que es la Tierra. Cuando la acumulación de magma y gases en determinada zona de la corteza terrestre es demasiado elevada, se abre la válvula, el volcán, y arroja al exterior lo que le sobra.

Sin embargo, hay un aspecto que llama la atención y que establece la semejanza con Dios. Es la capacidad creadora. Donde antes no había nada más que un llano o unos montes o el mar, allí se levanta una montaña y a veces varias. Pero, aún más, lo que ha generado el volcán sigue ahí, no se va. De forma más o menos palpable, los gases y el magma siguen en el corazón del volcán y a veces vuelven a manifestarse de forma perceptible para el observador. Y es que, por terminar el símil, cada uno de nosotros es un volcán. Bajo la costra de lava, ya endurecida, sigue circulando el magma caliente, escapándose los gases,… Tenemos en nuestro interior la Gracia de Dios. Esto era lo que llamaba la atención del hombre primitivo, esto era lo que lo diferenciaba de los animales, sus hermanos, esto era, entre otras cosas, lo que le mantenía en conexión con el Cielo aun estando aquí en la Tierra.

Pero los volcanes, no son las únicas pistas de Dios en la Tierra. Es más, tampoco son los más importantes. El problema, nuestro problema, es que no sabemos mirar.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Evagrio el Monje (19)

En el día a día de mi profesión me estoy encontrando últimamente muchos hermanos desesperados, más de lo habitual. Los pequeños contratistas andan desesperados por la falta de contratos, por el abuso de quien tiene que pagar y no puede o no quiere, por el abuso de quien aplica la parte injusta de la ley de la oferta y la demanda y paga menos de lo que realmente cuestan las cosas. Los empleados de las grandes contratas andan con miedo de que, amparándose en la “mala situación económica”, sus empresas les puedan despedir.

Pero no hace falta, entrar en el mundo de la ingeniería o en el de la construcción. Las conversaciones en la calle giran en torno a lo mismo, salvo cuando hay futbol (igual que en la época de los romanos. En este aspecto no hemos avanzado mucho).

Lo peor de todo es que uno percibe una cierta incapacidad de ayudarles. Hay como un fatalismo en la microeconomía de los hogares y de las pequeñas empresas que se proyecta sobre la macroeconomía de las naciones y rebota y se crece. Es un fatalismo que obnubila la mente de una gran parte de nuestros hermanos, y a veces de nosotros mismos, y les limita a buscar soluciones en el agotado mundo en el que hasta ahora se han movido.

No es la primera vez que esto ocurre en la historia de la Humanidad. Es algo característico del hombre y en lo que el hombre, a lo largo de su historia viene dando pasos, pasitos más bien, para resolverlo. Nuestro afable Evagrio ya avisa de esta trampa que absorbe nuestra mente y nuestras fuerzas. Y es que el “demonio del dinero”, como él llama a esta forma de ser, recurre a poderosas y sutiles ardides para manipular al hombre. Entrar en el manejo del dinero, y lo mismo vale para el poder, aun con la escusa de hacer el bien ha hundido a muchos hermanos voluntariosos y a muchas instituciones religiosas y sociales en las arenas movedizas de la “economía” y no han sabido salir de ellas. Salir de esta trampa mortal requiere una renuncia total que, si a nivel individual es difícil, en el ámbito institucional, puede rozar los límites de lo imposible. En este sentido, nos dice Evagrio: “Pero nosotros, para conjurar la desgracia que tales pensamientos puedan producir, ¡queremos vivir dando gracias en nuestra pobreza! De hecho, nada hemos traído a este mundo ni nada, por cierto, podremos llevar con nosotros. Siempre que tengamos con qué comer y con qué cubrirnos, conformémonos con ello (1 Tm 6:7 y ss). Y recordemos a Pablo, que declara: El amor por el dinero es la raíz de todos los males (1 Tm 6:10).”

Antes de este párrafo, Evagrio nos habla de las consecuencias de ese amor por el dinero, aunque sea en el supuesto de su gestión con fines benéficos: “Finalmente, puesto que lleva dentro de sí estos pensamientos y les da vueltas, hace que en seguida se presente el demonio de la soberbia, quien, destellando ininterrumpidamente relámpagos y dragones alados en la celda, termina por ocasionar la locura.” Y es que indirectamente nos está dando la solución para el cambio. Podemos pensar en la revolución de vestirnos todos de harapos y destruir nuestra salvaje civilización y situarnos en la Edad de Piedra. Podemos pensar en cualquiera de las, a la larga, fallidas revoluciones que el mundo han sido. Siempre acabaremos en las buenas palabras, la exaltación de los ánimos, la violencia más o menos controlada o más o menos soterrada y, finalmente, en el olvido práctico, aunque demagógicamente sigamos recitando los enunciados de los principios que movieron a aquellas bienintencionadas gentes. La solución es mucho más simple y tremendamente más eficaz. La solución está en la propia celda, es la pobreza de espíritu que subliminalmente nos presentan como incapacidad intelectual o carencia de motivación sicológica. La pobreza de espíritu entendida como desapego de las cosas de este mundo es el lema de la revolución silenciosa que hemos de realizar en nuestro interior. Pasar por este mundo con el desapego necesario para convertirlo en una experiencia inolvidable es curiosamente también la forma de llevar a cabo la revolución económica que nos demanda esta situación actual.

En Mayo del 68, el lema “la imaginación al poder” inundaba las paredes de los edificios y ondeaba en las pancartas de las manifestaciones. Hoy tendríamos que decir “¡El desapego al poder!”