¿Habéis pensado, alguna vez, la capacidad de servicio y obediencia de todas las cosas respecto de los reinos superiores de la Naturaleza? La piedra permanece en su sitio hasta que alguien llega a cambiarla de sitio, el agua la arrastra o cualquier otra fuerza de la Naturaleza la mueve o erosiona.
El árbol permanece en su sitio, mecido por el viento y humedecido por la lluvia, hasta que el leñador lo corta o el rayo lo quema.
La vaca espera dócilmente que la ordeñen, el león caza y controla su grupo hasta que otro macho más joven lo arrincona y la muerte le llega, más o menos plácida, más o menos violenta.
La papelera de la calle recoge la basura de los viandantes, el banco soporta el cansancio de los viandantes y las baldosas del suelo sus pasos. Ninguno se queja más de lo que lo hacemos nosotros. ¡Qué ejemplo de humildad y de obediencia!
Cuando veo que todo eso se pone permanentemente a mi servicio, me siento impelido a amarlo y respetarlo como a mí mismo.
viernes, 26 de noviembre de 2010
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