HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

viernes, 28 de octubre de 2011

El desapego, según Antonio el Ermitaño

Decía Antonio, allá por el siglo IV:
Cuanto más modesta es la vida de uno, tanto más éste es feliz. No tiene que preocuparse por tantas cosas, tales como siervos, campesinos, ganado. Si nos precipitamos en estos quehaceres, tropezaremos con las penas que de ellos surgen y nos lamentaremos de Dios: con nuestra voluntaria concupiscencia, la muerte, como una planta, será regada y permaneceremos perdidos en las tinieblas de la vida pecaminosa, impotentes de conocernos a nosotros mismos
No debemos declarar que es imposible para el hombre conducir una vida virtuosa. Debemos más bien decir que ésta no es fácil ni está al alcance de la mano de cualquiera. Toman parte de una vida virtuosa todos aquellos que, de entre los hombres, son píos y dotados de un intelecto amante de Dios: porque el intelecto ordinario y mundano es también voluble, produce pensamientos ya sea buenos como malos, es mudable por naturaleza y sus cambios tienden a la materia. Mientras, el intelecto ocupado por el amor de Dios está al resguardo de la malicia que el hombre voluntariamente se procura por su descuido.
 Los incultos y los rústicos consideran cosa risible los razonamientos y no quieren escuchar, pues su falta de formación sería puesta en evidencia y querrían que todos fueran como ellos. Es así que también en su forma de vivir y en sus modales, tratan de que todos sean peores que ellos pues piensan que podrán pasar por irreprochables, gracias al pulular de los mediocres.
No deben extrañarnos estas palabras ya que cuatro siglos antes ya las había dicho Cristo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el Cielo, y luego sígueme».

Pero es que Cristo no hacía más que recoger lo dicho en el Libro de la Sabiduría (Sab, 7):

“Con la sabiduría me vinieron a la vez todos los bienes”
Supliqué, y se me concedió la prudencia;
invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos,
y, en comparación con ella,
tuve en nada la riqueza.
No le igualé la piedra más preciosa,
porque todo el oro, a su lado,
es un puñado de arena,
y, ante ella, la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y a la belleza,
y preferí tenerla como luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos,
en sus manos había riquezas incontables."

O sea que llevan toda la vida diciéndonos lo mismo y nosotros sin enterarnos. ¿Podemos hacer algo por conseguirlo? ¿Tenemos claro de lo que nos están hablando? ¿Significa que debemos tirar los bienes que a más de nuestros son de nuestras familias y dejarlas en la miseria? ¿Significa que debemos dejar de trabajar y centrarnos exclusivamente en la oración y en la meditación? O sea ¿debemos cambiar el apego a lo material por el apego a lo espiritual? ¿Qué más da un apego que otro? Meditemos sobre la cuestión y que Dios, como siempre, nos ilumine.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Buenas noticias son...

La montaña escribe en su lenguaje silencioso, solo sentido, y por ello entendido, por aquellos que buscan la paz. No escribe grandes cosas, casi ni son noticia y, mucho menos, tampoco son novedades pero son sedantes. A su alrededor se pelean los vientos, se insultan las tempestades o campa la muerte caída fulgurante del cielo sobre su infeliz víctima. Pero la montaña sigue su discurso para quien lo quiera escuchar, para quien lo sepa entender, para quien lo pueda necesitar,… allí estará dispuesta para todos.


Buenas noticias son que la vida sigue su curso, ahí dispuesta para que la podamos aprovechar. Algunos pensarán, como el de la zarzuela, que qué faena nos hizo Dios con echarnos a este mundo. ¡Pobres ciegos! La vida es un regalo de Dios y cuando se acaba es, SIEMPRE, un regalo mayor. Lo malo es que Dios nos dio la libertad de interpretar su regalo y esta libertad entraña el no nacer sabiéndolo hacer.

Buenas noticias son todas las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque frente al odio está el amor, frente a la muerte está la vida, frente al tirano está el clamor de los pueblos con sus mantos de libertad, frente a la guerra está la paz, frente a la traición lucha la lealtad,… solo hay que saber buscar. Decía un antiguo entrenador del Barcelona C.F.: “Tu mucho negativo, nada positivo” Y es que en efecto para entender las noticias como buenas hay que disponer primero nuestro ánimo: “Todas las noticias son buenas”

Por cierto, buenas noticias son que en Argentina se haya constituido un grupo católico de hesicastas (lo podéis ver en http://hesiquia.wordpress.com/2010/12/16/hesicasmo-catolico/ ) Les deseo una fructífera experiencia.

martes, 25 de octubre de 2011

Pues, sí todo está bien

Nos preguntábamos hace unos días si todo estaba bien. Y hoy viene nuestro inefable Antonio a confirmánoslo:
Por cierto, que esto no lo pensarán los insensatos: éstos no creen que todo evento es para bien, que sucede como debe suceder para ventaja nuestra, a fin de que las virtudes resplandezcan y que recibamos de Dios la corona.
Y es que no hay nada nuevo bajo el cielo: siempre son las mismas peguntas y las mismas respuestas. Los únicos que cambiamos somos nosotros que, pobres ignorantes, miramos la Verdad desde diferentes posturas y creemos ver algo nuevo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Enamorado de Dios

Pensaba San Antonio que:

El hombre verdaderamente razonable tiene un solo deseo: creer en Dios y agradarle en todo En función de esto -y solamente de esto- formará su alma, de modo que sea del agrado de Dios, dándole gracias por el modo admirable con que su providencia gobierna todas las cosas, incluso los eventos fortuitos de la vida. Está, pues, fuera de lugar, agradecer a los médicos por la salud del cuerpo aun cuando nos suministran fármacos amargos y desagradables, y ser ingratos con respecto de Dios por las cosas que nos parecen penosas, sin reconocer que todo sucede de la forma debida, en nuestra ventaja, según su Providencia.
Puede parecer, y debemos evitar el equívoco, que a Dios tenemos que quererle por el egoísmo de desear vernos bien atendidos por Él. Antonio llama nuestra atención sobre el hecho tan admirable de como Dios gobierna todo, de forma que nada resulta ser casual. Antes de todo sentimiento de agradecimiento por ello que pudiera convertirse en egoísmo, hay que querer a Dios como, permítaseme la comparación, lo hacemos con nuestra pareja cuando estamos enamorados. El enamorado no racionaliza su amor: lo siente, lo vive, porque... ¡porque sí! Porque, como dice mi mujer, admira al ser amado. Claro que, en el amor terrenal esa admiración puede declinar si, como pasa con frecuencia, cada miembro de la pareja no mejora sus virtudes, aquellas que movieron a su pareja a admiración y entre las que la más importante es el espíritu de sacrificio y entrega al otro. Pero con Dios el enamorado no se desenamora. Dios es una inmensa fuente de admiración que cuanto más conocemos, más nos admira, nos embelesa, nos enamora. Dios es sencillamente irresistible. Así que terminemos con un poema de Santa Teresa, "El Corazón Enamorado":
Dichoso el corazón enamorado
que en sólo Dios ha puesto el pensamiento,
por Él renuncia todo lo criado,
y en Él halla su gloria y su contento.
Aún de sí mismo vive descuidado,
porque en su Dios está todo su intento,
y así alegre pasa y muy gozoso
las ondas de este mar tempestuoso.

domingo, 23 de octubre de 2011

Animales racionales

Decía Antonio el Ermitaño:
Sucede que a los hombres se los llama, impropiamente, razonables. Sin embargo, no son razonables aquellos que han estudiado los discursos y los libros de los sabios de un tiempo; pero aquellos que tienen un alma razonable, y que están en condiciones de discernir entre lo que está bien y lo que está mal, aquellos que huyen de todo lo que es maldad y que daña el alma, mientras que se adhieren solícitamente a poner en práctica todo lo que es bueno y útil al alma, y hacen todo esto con mucha gratitud respecto de Dios, solamente estos últimos pueden ser llamados, en verdad, hombres razonables. (Advertencias Sobre La Índole Humana y La Vida Buena; Filokalia)
Estas palabras dicha allá por el siglo IV, tiene hoy plena vigencia. Y es que nuestro pequeño mundo occidental ha perseguido el conocimiento tecnológico, la teoría filosófica, las leyes sistematizadas,... y se ha olvidado de ese Concimiento que se adquiere y reside en el corazón. O, hablando en castellano viejo: obras son amores y no buenas razones.

martes, 11 de octubre de 2011

Todo está bien ¿o no?

Esta sociedad nuestra ha entrado en una fase de su historia de crisis aguda y quiero dejar claro eso: que es una agudización de la crisis, o sea del cambio permanente en que se desarrolla el paseo del hombre por este mundo.
El hombre, en su aspecto más material, es un ser cambiante sometido a las leyes de un mundo de por sí cambiante. Y esto es lo que los guías tuertos de este mundo de ciegos o, peor aún, los ciegos que se creen tuertos y se consideran guías de los demás ciegos no aciertan a transmitir. Nos empeñamos en ver, con un enfoque totalmente pesimista, que vamos de mal en peor, que se avecinan fenómenos apocalípticos, el anti-Cristo,  etc., etc. Y todo ello envuelto en la negrura del “mal”. Claro, así resulta fácil encontrarnos con hermanos desencantados de la vida, abrumados por el peso de un mal más imaginario que real, hundidos en un mundo que consideran dejado de la mano de Dios,… y así vienen las depresiones, las angustias, los pensamientos suicidas y tantos desequilibrios psíquicos.

Nuestra doble naturaleza, humana por vivir en este mundo y divina por nuestro origen, entra en lucha. La una es cambiante, la otra inmutable. Mientras que el espíritu percibe la inmutabilidad divina, el cuerpo se ve sometido al cambio de un mundo que necesita cambiar para ser. Pero el cambio requiere el paso de un estado a otro y si el segundo estado es diferente del primero, algo hay  en él que lo hace mejor o peor para el que lo vive, y para ello no dejamos de estar viendo y sintiendo todo con una carga de subjetividad más o menos importante. Esa subjetividad será tanto mayor cuanto mayores sean nuestros apegos a las cosas de este mundo. De este análisis subjetivado de las cosas y hechos de este mundo y de esta permanente dicotomía bien-mal, derivan el sufrimiento, nuestros desequilibrios emocionales, nuestros miedos y nuestras angustias.
No acabamos de entender y, menos aún, de aceptar que esa interacción bien-mal no es sino el motor del mundo. Si solo existiera el mal, el mundo desaparecería: esto nos parece evidente. Pero es que, si solo existiera el bien, el mundo también desaparecería. El problema es que los occidentales hemos creado, en torno a este mecanismo dicotómico, una moral: esto está bien y aquello está mal. Con ello conseguimos tener épocas de una cierta euforia y otras de marcado pesimismo. Recordando unas y angustiándonos por las otras, nos rebelamos. Se nos habla de respetar la voluntad de dios y entramos con ello en una nueva danza de locura y frustración. He escrito dios con minúscula porque a lo que nos referimos en esos momentos de rebeldía es a un dios demiurgo, a un ser que gobierna este mundo y al que asignamos poderes especiales, pero hecho, ¡qué ironía!, a nuestra imagen y semejanza. Pues, bien, al pensar que Dios, convertido subrepticiamente en un dios menor, permite eso que hemos dado en llamar el mal dentro de la rueda de la vida, se nos rompen los esquemas: se nos fractura el alma. Pasamos así de la quiebra psicológica, ya de por sí grave, a algo todavía peor: la quiebra existencial por la que el espíritu “siente” fracasada su misión en este mundo. Si antes había pensamientos suicidas, ahora el suicidio se ha convertido en una perentoria, al menos eso siente el individuo, necesidad.

Frente a esa actitud rebelde del occidental, motivada en gran parte por esa forma de apego tremenda, maquiavélica diría yo, hacia el bien  que provoca una insana rotura de la Unidad, el oriental presenta una actitud de sumisión a la realidad. Aparece indiferente y resignado  a la evolución del mundo a su alrededor. Claro que ello le resulta más fácil que al occidental: la rueda de la vida es, para él, una continua interacción entre principios femeninos y masculinos.
Esta meditación mía me ha hecho darme cuenta que no todos los hombres están preparados para “navegar” por el mundo espiritual y que empeñarse en hacerlo, sin consolidar antes otros aspectos fundamentales del hombre como su salud psíquica, sus principios conductuales, etc., puede ser muy peligroso. Es más, cuando el individuo se ve sometido a importantes tensiones desequilibradoras en el mundo material, el hombre debe esforzarse en mantener su mente y su cuerpo entrenados y preparados para las más duras pruebas. Y llega el colofón. Esta titánica lucha pretendemos llevarla a cabo nosotros solos, sin aceptar la ayuda de aquellos que caminan a nuestro alrededor, de nuestros hermanos en Cristo. Hace unos minutos meditaba sobre ello y me di cuenta de que la caridad bien entendida  no solo está en dar ayuda, sino también en recibirla. Tan obligado es para un cristiano el ofrecer ayuda al hermano que ha caído o está en riesgo de caer, como para éste aceptarla, porque esta aceptación descansa en la humildad que es conocimiento de uno mismo, de sus capacidades y de sus limitaciones. ¡Amén!

martes, 4 de octubre de 2011

La Barca

Decía una canción de Mari Trini: “El amor es una barca/con dos remos en el mar/un remo aprietan mis manos/el otro lo mueve el azar” Es una canción que loa ese amor, que nos hemos empeñado en banalizar, que surge entre dos personas que han decidido viajar juntos. El amor en pareja no es dese luego fácil. Siempre hay una componente aleatoria que no controlamos. Yo, en mis habituales despistes, solía cambiar el azar por la mar. Creo que tampoco quedaba mal porque ¿os imagináis un remo sin remero? El oleaje lo zarandeará, hará la barca ingobernable y es posible que el remero centrado en su remo reciba un fuerte golpe del veleidoso remo suelto. Así es el amor y así es la vida.


Y, como así es la vida, así es el Amor. Me preguntaréis que dónde veo la semejanza. Pues está claro: cada uno de nosotros se aferra al remo, al único remo que cree controlar, y espera que los demás muevan el otro remo a la par. Y, claro, no siempre es así. ¿Qué ocurre entonces? Que la barca dará vueltas y más vueltas, sin avanzar. Que entraremos en desesperación. Que diremos qué burros son los demás. Que… O sea que la barca no avanzará. Pero, ¿habéis visto cuál es el error? ¿Habéis visto dónde están los demás?

En la barca solo estamos nosotros, cada uno de nosotros. Los otros están en el mar. La pareja en el amor o todos los demás en el Amor, están fuera de la barca, son la mar. No hemos dejado que los demás subieran a nuestra barca, porque, eso sí, lo de “nuestra” nos lo enseñaron desde chiquititos.

Todo esto, que ya da bastantes quebraderos de cabeza en situaciones normales, se convierte en motivo de abandono en situaciones de crisis (mutación importante en el desarrollo de procesos físicos, históricos o espirituales) como la actual. Y, sin embargo, fijaros qué sencillo es: “Subamos a la barca que nos han prestado a todos aquellos con los que sabemos que tenemos que navegar”

Ese mundo de “ahí fuera” es un mar embravecido por el que hemos de navegar con nuestra barca y con nuestros remos. Hay quien sabe y puede manejar él sólo la barca, pero si queremos avanzar con firmeza, velozmente, sin perder el rumbo, necesitaremos de los demás. Necesitaremos más remeros y necesitaremos el timonel que nos ponga a todos de acuerdo, marcando el ritmo y manejando el timón.

Al demiurgo Mundo le encanta hacernos sentir solos, hacernos olvidar nuestra pareja, nuestros hermanos, nuestros amigos. Menos mal que de vez en cuando alguien nos recuerda que “no estamos solos, sabemos lo que queremos”