Muchos, lo puedes tener por seguro, habrán intentado ayudarte, pero tú no has sido consciente de ello. Otros muchos, absortos, como tú, en las prisas del día a día, te habrán ignorado o creerás que te han ignorado y esto te habrá herido profundamente. Si sientes y crees todo eso, yo te ayudaré.
Si te falta un ser querido que se fue hace poco o hace mucho, si te gustaría volverlo a tener a tu lado, yo te ayudaré.
Si la vida te agobia, si te preocupan los tuyos hasta el punto de no dormir, languidecer y creerte morir. Si los tuyos están enfermos o sufren o se hunden en la miseria económica o, peor, en la pobreza de ánimo, si no sabes cómo ayudarles, yo te ayudaré.
Y a estas alturas ya te habrás preguntado quién soy yo. No te preocupes, pronto lo sabrás, no porque yo te lo diga, sino porque tú solo te responderás.
En el origen de los tiempos, allí, a tu lado, estaba yo.
A lo largo de tu vida, en cada lugar y en cada hora,
allí a tu lado estaba yo.
Pero tú no lo supiste, ni ahora lo sabrías,
si no nos hubiéramos encontrado los dos.
Allí donde viste y te asombraste de ver lo que no podía ser,
allí estaba yo.
Allí donde anduvo el que nunca había andado,
allí donde oyó el que nunca había oído
y el que nunca había hablado habló;
allí estaba yo.
Tú y otros como tú me pusisteis nombre y cara y corazón
y se os olvidó escuchar mi canción:
Tu fe te ha salvado y no yo.
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