HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

lunes, 8 de febrero de 2010

Vida


Adán era un hombre de lo más normal. Ni sabio, ni necio. Ni culto, ni analfabeto. Ni religioso, ni ateo. Solo se podía decir de él que buscaba, aunque no sabía muy bien el qué y mucho menos cómo y dónde. De joven, aunque todavía lo era, había recorrido muchos países, buceado en muchas culturas, en muchas religiones y filosofías a cada cual más exótica. Pero siempre había algo que fallaba.


Un día dejó de buscar. Creyó que era suficiente ser como todos: su familia, su trabajo y, ¿por qué no?, su Dios. Vivió así durante muchos años. Su familia le satisfizo, su trabajo le absorbió y le llenó de satisfacciones y su dios,…, bueno su dios era otra cosa. ¿Qué fallaba? Encontró la respuesta: aquello que estaba tomando por Dios, lo que le habían explicado que era Dios, sencillamente no lo era. ¿Qué hacer entonces?


Decidió volver a sus años mozos. Ahora llevaría un bagaje más rico: su experiencia. Ahora tendría más criterio: había crecido en juicio. Ahora se sentía capaz. ¡Inocente! Empezó de nuevo su búsqueda: se sentía como un caballero medieval intentando localizar el Santo Grial. Tanto es así que pensó que el Orden de Caballería le llevaría a encontrar lo que buscaba. Todo sin éxito. La vida lo sometía a una prueba tras otra, como un Hércules moderno enfrentado a sus doce pruebas, pero donde el egoísmo de los supuestamente débiles lo absorbía y lo trababa como si de una zarza se tratara; donde el ansia de apariencia y de honores de los que con él debían caminar primaba sobre la humildad; donde el bien y el mal se mezclaban sin diferencias; donde su naturaleza , en fin, no se encontraba a gusto. Colgó su armadura de caballero y tomó los caminos de la meditación, de la mística y la contemplación. Y todo su ser vibró.


¡Ea, de eso se trataba! Ahora estaba en el buen camino. Pasarse las horas muertas meditando, cuantas más mejor, porque el mundo le aburría, le cansaba, le hastiaba. Decía y sentía que él no era de este mundo. Y alcanzó la serenidad. La sonrisa cortés afloraba en su cara. Ensayaba una técnica meditativa tras otra. La repetición de un mantra, el sonido del gong, la respiración, el incienso y la vela, … Ya lo tenía claro. Se sentía feliz. Lo ideal sería retirarse a un monasterio perdido en la montaña ¡qué digo un monasterio! Una cueva, donde nada ni nadie estorbara su meditación, su previsible encuentro con Dios, con ese Dios que intuía, que nadie le podía describir.


Se quedó profundamente dormido. Y soñó. Soñó que se encontraba con el Anciano de todos los cuentos y que Éste le miraba con sonrisa burlona al tiempo que le decía: “Y entonces, hijo mío ¿qué pintas tú en esta vida?” Despertó angustiado. Había sido un mal sueño. ¿Seguro? –recapacitó. El Anciano tiene razón: ¿de qué me vale todo mi esfuerzo, mi ascetismo, mi sacrificio, si me olvido de vivir? Recordó unas palabras que había leído atribuidas a un místico: “Si dices que tu objetivo es buscar la unidad con el Uno, eres un necio”. Entonces entendió y entendió que Gregorio el Sinaíta estuviera tan preocupado por enseñar a los laicos sus experiencias místicas, porque solo Uno nos pudo decir “Os envío como corderos en medio de lobos”, porque solo Él nos dio el bagaje necesario para la aventura de la Vida.


Recogió todas sus cosas, limpió la cueva y la dejó como la encontró. Luego corrió a su casa y encontró a su familia y a sus amigos y también a sus enemigos y a los que no conocía aunque ahora le parecieron conocidos de toda la vida. Y vio que todos sus esfuerzos le habían servido para ayudarle a vivir y entonces se le Iluminó la cara y el corazón y vio que a algunos de los que estaban a su lado también se les Iluminaba la cara y el corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario