El texto se basa en la historia, citada por Jeremías (Jm, 35), de un grupo piadoso liderado por Jonadab, hijo de Recab. Tuvo mucha difusión en la Edad Media. La versión más antigua que se conoce data del siglo XII. Se concibe como una novela histórica. Un ermitaño, Zósimo, insiste a Dios para que le muestre la tierra de los recabitas. Finalmente Dios accede y, tras un penoso viaje, Zósimo llega a una isla que el protagonista describe como un paraíso “agradable y bello, y lleno de exuberantes árboles cargados de deliciosos y aromáticos frutos (…) adornados con flores y repleto de placeres”, donde Zósimo conoce a los Bienaventurados. Aquí la historia se mezcla con la leyenda griega de la Isla de los Bienaventurados y con otras de comunidades ascéticas como los terapeutas egipcios. Podemos pensar que la Historia de los Recabitas es un canto a la vida monacal. Veamos un extracto de esta historia.
Los ángeles de Dios e nos aparecieron en su forma gloriosa. Y nos liberaron a todos de l cárcel, y nos pusieron en el aire que está encima de la tierra, y nos llevaron a este lugar, donde ahora nos ves. (…) Y vivimos sin pecado, ni mal ni malos pensamientos. Y somos mortales; sin embargo, somos puros e intachables. (…) y nuestra mirada se fija constantemente en la luz de la vida futura. (…)
Entre nosotros no existen las viñas, el grano, la agricultura, la madera, el hierro, las casas, los edificios, el oro, ni la plata; tampoco conocemos las tormentas ni la lluvia ni la nieve ni el hielo. (…)
Y la tierra en que vivimos está llena de luz celestial, así que la oscuridad y la noche no la pueden inundar. Y nuestra apariencia es luminosa, y vivimos en la luz.
Y entre nosotros hay hombres que se casa, y el hombre solo tiene relaciones una vez con su mujer. Y luego se separan para conservar su pureza durante el resto de sus vidas (…) Pero la esposa concibe y da a luz dos (¡!) hijos; uno de los cuales debe casarse y otro conservar la virginidad. (…)
Y no estamos desnudos aunque te lo parezca, sino que nos cubre el manto de la gloria; y no nos mostramos las partes íntimas de nuestros cuerpos. Nos cubre una estola de gloria similar a la que cubría a Adán y Eva antes de que éstos pecaran.
Sabemos cosas sobre las personas que habitáis el mundo. (…) Y los ángeles de Dios viven con nosotros, y nos anuncian esas cosas que pasan entre vosotros; y nos regocijamos con los buenos actos de los honrados. Y sufrimos por los pecadores y los paganos que viven en el mundo; y pedimos constantemente a Dios que contenga su ira hacia vosotros.
(Extraído de “La Biblia perdida” de J.R.Porter)
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