Son las seis de la mañana. Canta el gallo. Insiste en su canto. Nadie podría pensar que es un perro.
¿Porqué los hombres somos gallos y nos empeñamos en cantar como perros?
sábado, 12 de febrero de 2011
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Adoro los animales entre otras cosas por su docilidad en ser lo que el Creador dispuso que fuesen. No conozco ninguno que se rebelara a ser otra cosa que si perro, perro, si gato, gato. En su pura esencia. Sin cuestiones. Sin embargo, el hombre dedica su vida, desde el nacimiento hasta su muerte, en rebelarse a ser lo que Dios dispuso que fuese: hombre, el portador del Espíritu de Dios. Esta es, en mi opinión, la desdicha de Adán, y hasta ahora, la nuestra.
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