HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

domingo, 31 de octubre de 2010

Sanando que es gerundio

Este mundo material y materializante, obsesionado por asimilar todo a su imagen y semejanza, absorto en la contemplación de sí mismo, se ha encargado de presentarnos la figura de Cristo en su aspecto más material. Así, la vida de Jesús parece algunas veces un sinsentido o una acumulación de escenas sensibleras que no satisface las ansias espirituales que nos bullen en las entrañas por nuestro origen divino. En la memoria tenemos algunos de los milagros más glamurosos de Jesús: La curación del paralítico en la piscina de Siloé (Jn 5,1-9); la curación de la suegra de Pedro en Cafarnaúm (Mc 1,29-31); curación del ciego Bartimeo en Jericó (Mt 20,29-34); y un largo etcétera. Lo malo es con harta frecuencia no se nos explica si hay algo más. Nosotros mismos nos quedamos en los aspectos más morales, tiernos e incluso novelescos del hecho. Otros incluso, como yo mismo, hemos llegado a criticar la actitud interesada, comprensible pero interesada, de quienes se acercaban a sí mismos o acercaban a sus parientes y amigos para que el Maestro los sanara. Él, decía yo, que había venido a realizar la gran terea de salvar al mundo, se veía obligado a curar las miserias y tonterías, ¡perdón!, humanas. ¡Qué vergüenza para el género humano!


Hace tiempo, hoy estoy criticón, me preguntaban sobre cómo el hesicasmo podía ayudarles a relajarse, a dejar atrás el estrés que acorrala a tantos de nosotros. La respuesta fue la evidente, pero no la verdadera. A la hesiquia hay que llegar con los deberes hechos. Hay que llegar con la vestidura de la tranquilidad, el silencio, la calma. No fui, entonces, capaz de explicar lo que el Maestro explicaba con hechos.

Hace poco, algunos lo sabéis, alguien, en nombre de todos nosotros (todos lo pensamos y algunos lo entienden y saben expresarlo), exponía su agobio ante una gestión burocrática que tenía realizar al día siguiente y cómo este agobio le impedía centrarse en lo que quería: sanar.

Criticamos, aquellos que nos creemos poseídos de Dios o, con aún más soberbia, poseedores de la Verdad de Dios, a aquellos que viven obsesionados con sus cuerpos, sin darnos cuenta de que nosotros vivimos obsesionados por nuestro espíritu. Si Dios hubiera querido enviarnos como espíritus perfectos e inmaculados a este mundo, lo habría hecho. ¿No creéis que debe de haber un equilibrio entre cuerpo y espíritu? La experiencia vital que Dios nos ha encomendado está aquí y ahora, con este cuerpo y este espíritu y con esta alma que los gobierna. Nada sobra y nada falta. Entonces, ¿cómo vamos a enmendar la plana al Creador?

Me entristeció en su día, cuando la llegada del Yoga a occidente se tomaba como el descubrimiento de la tila o la valeriana. No era una actitud tan descabellada: ¡habrá que sanar, digo yo, primero el cuerpo si queremos luego sanar el alma!

Si observáis con atención, toda vía mística o, en general, de progresión espiritual, de mejora personal, veréis que empieza, o debe empezar, con unos ejercicios de relajación. Primero empezamos, pues, arreglando, ajustando, nuestro cuerpo y nuestra mente; luego vendrá la elevación espiritual. Así ocurre con el hesicasmo. Las fases preparatorias de toda sesión de meditación persiguen esto mismo. El “romper el reloj”, si es de buena marca mejor; el dejar en la puerta el maletín de ejecutivo, la cesta de la compra, la cartera del cole o las medicinas que me han regalado en la Seguridad Social con mi tarjeta de pensionista; el pensar sobre las estupideces que hago o digo a lo largo del día, sobre lo fundamental de mi pequeñez y de mi impotencia y, finalmente, el derrumbarme, el entregarme a mi Dios y a mi destino en la más pura obediencia, el sentir, que no decir, “en tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”, son pasitos previos fundamentales para la meditación propiamente dicha.

Todavía otra maldad por mi parte que ya os dije que hoy me he levantado criticón, debe ser lo del cambio de hora: ¿Por qué esta obsesión por sanar a los demás? Podría intentar explicarlo con el conocido dicho de que “vemos mejor la mota en el ojo ajeno que la viga en el propio”. El resultado es intelectualmente el mismo. Pero es mucho más enriquecedor si pensamos que al ansiar la sanación de los demás, estamos realmente buscando nuestra propia sanación, no como un acto egoísta, sino, antes al contrario, como un acto de inmenso amor, de ese amor incondicional que no ve diferencia entre vosotros y yo, porque el que da recibe. Por este sutil pero fundamental motivo es por lo que el sanador debe sanarse antes a sí mismo.

¡Salud de alma y de cuerpo!

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