HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

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viernes, 26 de marzo de 2010

Las potencias del alma

Decía San Antonio que el hombre verdaderamente razonable, no es aquél que ha “estudiado los discursos y los libros de los sabios”, sino aquél que es capaz de “discernir entre lo que está bien y lo que está mal, (…), mientras que se adhieren solícitamente a poner en práctica todo lo que es bueno y útil al alma, y hacen todo esto con mucha gratitud respecto de Dios, (…)”

A mí, al menos, me queda claro que el puro conocimiento, la manifiesta voracidad por acumular conocimientos, conversando o leyendo, no es suficiente -en muchos casos diría que es contraproducente- para alcanzar esa capacidad de discernimiento a que alude el santo. Esto es tanto más cierto cuanto que la producción intelectual es tremendamente elevada y cada día son más las obras cuya lectura solo sirve para desestimarlas por inútiles o contrarias a todo logro espiritual.

Sin embargo, San Antonio nos apunta algo que resulta fundamental para una vida espiritual de calidad. Dice:

"Hemos recibido de Dios la continencia, la paciencia, la temperancia, la constancia, la soportación, y otras virtudes similares a éstas, como excelentes y válidas fuerzas. Éstas, con su resistencia y su oposición, acuden en nuestra ayuda frente a dificultades de esta tierra. Si las ejercitamos y las mantenemos siempre prontas, nos ayudarán de tal modo que nada de lo que nos suceda nos parecerá áspero, doloroso o intolerable. Nos alcanzará con pensar que todo pertenece a la realidad humana, y es doblegado por las virtudes que están en nosotros. Por cierto, que esto no lo pensarán los insensatos: éstos no creen que todo evento es para bien, que sucede como debe suceder para ventaja nuestra, a fin de que las virtudes resplandezcan y que recibamos de Dios la corona.”


Así pone de manifiesto el santo abad que hemos de ejercitar las virtudes de que, en mayor o menor grado, ha sido dotada nuestra alma, en la seguridad de que de esta forma estaremos preparados para afrontar cualquier situación de este mundo. Pero, al mismo tiempo, nos llama la atención sobre el hecho de que todo lo que ocurre en esta vida está bien a fin de que “recibamos de Dios la corona”, esto es, de acuerdo con el símil de San Pablo, recibiremos la corona de los atletas al ponerse de manifiesto el desarrollo de las potencias de nuestra alma.

Pero no acaba aquí. Continúa diciendo:
“De este modo, él –se refiere al hombre razonable- huye de lo que perjudica a su alma como realidad extraña y que es capaz de alejarlo de la inmortalidad.” Y, por ello, puntualiza: “Cuanto más modesta es la vida de uno, tanto más éste es feliz. No tiene que preocuparse por tantas cosas, tales como siervos, campesinos, ganado. Si nos precipitamos en estos quehaceres, tropezaremos con las penas que de ellos surgen y nos lamentaremos de Dios: con nuestra voluntaria concupiscencia, la muerte, como una planta, será regada y permaneceremos perdidos en las tinieblas de la vida pecaminosa, impotentes de conocernos a nosotros mismos”


Con todo esto, Antonio llega a afirmar que
“No debemos declarar que es imposible para el hombre conducir una vida virtuosa. Debemos más bien decir que ésta no es fácil ni está al alcance de la mano de cualquiera.”


Finalmente insiste en la necesidad de fortalecer el alma:
“El alma debilitada va a la perdición, arrollada por la malicia que acarrea consigo la disolución, la soberbia, la insaciabilidad, la ira, la desconsideración, la rabia, el homicidio, el gemido, la envidia, la avaricia, la rapiña, los afanes, la mentira, la voluptuosidad, la pereza, la tristeza, el miedo, la enfermedad, el odio, la acusación, la impotencia, la aberración, la ignorancia, el engaño y el olvido de Dios. En éstas y otras cosas similares es castigada el alma infeliz que se separa de Dios.”

“Aquellos que quieren practicar la vida virtuosa, pía, gloriosa, no deben hacer sus elecciones basándose en costumbres artificiosas o en la práctica de una vida falsa. Por el contrario, deben, tal como lo hacen los escultores y los pintores, demostrar con sus propias obras su vida virtuosa y conforme a Dios, y rechazar como trampas todos los malos placeres.”


Y termina diciendo:
“Comparado con las personas sensatas, el que es rico y noble pero falto de disciplina espiritual y de toda virtud de vida, es un infeliz. Pero el que es pobre y esclavo en cuanto a condiciones de vida, pero adornado de disciplina y de virtud, éste es feliz.”


San Antonio es pues concluyente en un tres aspectos básicos para la vida espiritual: a) La existencia de virtudes en el alma, de forma más o menos latente, que permitirían alcanzar el máximo desarrollo espiritual preciso; b) la necesidad de entrenar dichas virtudes para conseguir el objetivo y c) la necesidad de renunciar, en la máxima medida posible, a cualquier apego material –las condiciones “sin prisas” y “sin cargas” a que aludíamos en las fases preparatorias del hesicasmo.

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