HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

viernes, 19 de marzo de 2010

Cuando te rindes


De entre los muchos consejos que me ha dado mi madre, y me seguirá dando, hay uno que viene como anillo al dedo a muchos hermanos nuestros. Diría incluso, sin temor a equivocarme, que a todos nosotros. Me dijo: “No te rindas jamás”

En uno de mis paseos meditativos encontré hace unos días una rústica cruz, de retorcidos leños, abandonada en un rincón. Era todo un símbolo de lo que ocurre en el devenir diario de toda mujer y de todo hombre. Hemos dado en pensar que las palabras de Cristo a aquél joven que le preguntaba qué más tenía que hacer además de cumplir los Mandamientos eran un consejo de perfección, solo dedicado a esos “extraños hombres y mujeres” que se recluyen en un monasterio para estar “mano sobre mano”. Dejando al margen el desconocimiento que reside tras estos pensamientos acerca de la vida monástica, debo asegurar tajantemente que lejos de ser un consejo de perfección es una tabla de salvación. Que cada uno coja su cruz y siga a Cristo, lejos de convertirnos en unos mojigatos ebrios de religiosidad o en unos mártires del siglo XXI, nos sitúa en el camino de la coherencia. No estamos en esta vida para recorrerla deprisa y con el único provecho del abandono en manos del placer, del poder o de otras lindezas materiales.

Nuestro inconsciente colectivo ha puesto de moda unos lacrimógenos programas televisivos en los que se manipulan, en aras de la audiencia, los deseos de reencuentro de familias desestructuradas y la búsqueda de sus raíces de hijos que no conocieron a sus padres o que les abandonaron cuando ellos eran muy chicos. Sin embargo, como todo en la Creación, hay una parte interesante en estos programas: en ellos subyace una preocupación del hombre por conocer su procedencia. En efecto, el que más y el que menos, todos estamos en un proceso de búsqueda, tal vez en la línea equivocada, pero búsqueda al fin y al cabo. En esa búsqueda de raíces no se escatiman esfuerzos, sobre todo cuando es algo tan tangible como un padre, una madre o un hijo. Claro que siempre hay un motivo de duda, de desaliento. Y es que a veces desconocemos cual puede ser la reacción del ser buscado. Tanto más cuando lo que buscamos es algo mucho más profundo e indefinible como puede ser una moral universal, un Principio de Vida,… o Dios mismo. A esas dudas se añaden las dificultades propias de la vida: la incomprensión de nuestros compañeros de viaje, las enfermedades, la pobreza, la competencia profesional, la hipoteca, las drogas, la violencia sea del tipo que sea,… Demasiado ¿verdad? Demasiado para entretenerse buscando; demasiado duro y desagradable para olvidarnos de la juerga, el placer y otras “maravillas” de la vida. Sin embargo, abandonar nuestra cruz en un rincón es perder la oportunidad de experimentar la vida como si de una naranja se tratara: exprimiéndola para obtener hasta la última gota de zumo. Pero ¡ojo! No se trata de una propuesta masoquista. Cualquier circunstancia de la vida hay que afrontarla con alegría, con buen humor, dando gracias por la oportunidad que se nos ofrece, en el convencimiento de que todo lo que ocurre en este mundo es porque tiene que ocurrir, ni es bueno, ni es malo: sencillamente debe ocurrir. Sé que no es fácil. Nadie ha dicho que lo sea. Pero os aseguro que, cuando se lleva un tiempo insistiendo en esa línea, la dificultad va desapareciendo, primero lentamente, después mucho más rápido. La comparación no es novedosa pero sigue siendo válida: la vida es como una carrera de fondo, llegar a la meta requiere entrenamiento, buena alimentación, el descanso justo y, sobre todo, afán de superación. El atleta que enfoca así su preparación puede estar seguro que ganará la carrera. En nuestro caso tenemos una diferencia ventajosa: en las carreras deportivas solo uno puede ganar, en esta se lucha contra uno mismo, el esfuerzo siempre tendrá resultado positivo.

Así, pues, dejar nuestra cruz en un rincón so pretexto de estar cansado, aburrido, desesperado o por cualquier otra excusa que nos inventemos es perder la carrera. Las palabras de Cristo son un auténtico consejo de amigo.

Cuando rechazamos nuestra cruz, tentados por la diversión o la comodidad, hemos sido vencidos por nuestro ego en su forma más rastrera: el egoísmo. Tras el egoísmo, o sea tras el abandono de la cruz, se esconden muchos fracasos matrimoniales, muchos conflictos vecinales o incluso internacionales, mucha violencia xenófoba, muchas crisis sociales y económicas,… ¿Pensáis que no? Cuando uno de los miembros de una pareja tiene un problema que llega a hacerse crónico ¿cuántos siguen recibiendo el apoyo de su compañero? Ya el matrimonio no es tan divertido. La enfermedad, corporal o conductual, nos hace la vida más cuesta arriba. ¿Recordáis: “en la salud y en la enfermedad”? Cuándo los países del Magreb ya han pasado de ser destino turístico a ser “productores” de emigrantes ¿nos siguen gustando? Cuando el vecino, siempre tan atento y educado, tiene un hijo gamberro al que le cuesta trabajo controlar, que rompe nuestras macetas o se carga el ascensor ¿no le echamos los perros con nuestras exigencias añadiendo vergüenza a su ya deprimente situación? Es más fácil adoptar una postura estricta, convertirnos en gendarmes de la comunidad y exigir una reparación que ayudar al afligido padre y al inconsciente hijo. Así podríamos seguir poniendo decenas de ejemplos.

No os engaño: a mí también me cuesta trabajo. No siempre se consigue. Pero hay que insistir una y otra vez, entrenar cuando el problema aún no se ha presentado y sobre todo: no rendirse jamás.

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