HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

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sábado, 9 de enero de 2010

Segunda carta de San Antonio

La segunda carta de San Antonio es de una profundidad extrema en su mensaje y, aunque se mantiene en la ortodoxia para evitar ser piedra de escándalo, deja abierta una puerta a la Luz. Es muy significativa, en este sentido, la frase con que termina su carta y que terminaría convirtiéndose en habitual en los intercambios entre anacoretas: "Da consejos al sabio y se hará más sabio" (Prov.9,9)


Empieza hablando de la “Ley de la Alianza”, cuyo concepto y contenido da por sabido, estableciendo que quien recorre sus senderos va acompañado de la bondad, la gracia y el Espíritu de Dios y quien no queda esclavizado a la criatura en lugar de servir al Creador. Pero ¿qué es la Ley de la Alianza? En contra de lo que pudiera parecernos no es una serie de preceptos que nos sometan y obliguen a determinados comportamientos. Se trata de un principio básico de nuestra inserción en la Creación, es el cordón umbilical que nos une a Dios, un cordón inmaterial que podemos debilitar hasta el extremo de romperlo o fortalecerlo hasta hacerlo indestructible. Pues bien, tras afirmar que “nuestra naturaleza permanecía inmortal”, se supone que en el origen de los tiempos, asegura que “(…) quienes han recibido la gracia y han sido fortalecidos por la Ley de la Alianza, a quienes ha iluminado la enseñanza del Espíritu Santo y se les ha dado el espíritu de filiación, han podido adorar a su Creador como es debido” San Antonio deja claro que nuestra naturaleza, se sobreentiende que en aquello que es fundamental y no accidental, es inmortal, eterna. Y sigue esbozando los pasos de la “salvación” del hombre: 1) Recibir la Gracia Divina; 2) disciplinarse, o fortalecerse, en el cumplimiento de la Ley de la Alianza; 3) recibir la enseñanza, iluminación, del Espíritu Santo y 4) Ser conscientes de nuestra filiación divina.

El proceso histórico de la salvación humana, que por otro lado se repite en la vida de cada uno de nosotros, lo resume en los intentos por parte del hombre de “alcanzar” a Dios, desde Moisés a los profetas, intentos plausibles pero que nunca llegaron a buen fin, hasta que llegó Cristo: “Cada uno, revestido del Espíritu, constató que la llaga era incurable y que ninguna criatura podía curarla, excepto el Hijo Único, fiel imagen del Padre, de Aquel que creó a esta imagen los seres dotados de inteligencia.” Y es que, en efecto, la salvación no puede venir de la naturaleza humana, no es algo que pueda conseguir la inteligencia, no se consigue por simple búsqueda de algo ajeno a nosotros, sino de Algo que está dentro de nosotros y que, a semejanza de Cristo, nos hace hijos de Dios.

Pero esta “imagen de Dios” que es Cristo y debemos ser nosotros, conocedora de su naturaleza (el conocimiento de uno mismo es la base de la humildad), se humilló hasta la muerte. Es la expresión de la obediencia, del sometimiento de la voluntad propia del ser humano en su componente material a la voluntad divina manifestada desde nuestro interior: "Hijo de hombre, prepárate lo necesario para una cautividad" (Ez.12,3)

Debemos destacar una frase clave para la comprensión del mensaje de San Antonio: “enseñándonos que somos miembros unos de otros.” Suprime con esta frase toda duda sobre la unicidad del ser humano con Dios y con todos los hombres, sus hermanos. Después de esto no podemos seguir viéndonos como algo externo ni a Dios, ni a los hombres. Se entiende así perfectamente el mensaje de Cristo: Amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a vosotros mismos.

Termina su segunda carta con dos frases encaminadas a despertar el interés de los destinatarios de la carta por el cuidado de su alma: “Todo ser dotado de inteligencia espiritual - por quien ha venido el Señor - debe tomar conciencia de su naturaleza propia, es decir, le es preciso conocerse a sí mismo y llevar a cabo el discernimiento del mal y del bien, si quiere encontrar la liberación cuando venga el Señor.” “Pero sabed bien esto, hermanos queridísimos: el que haya descuidado su progreso espiritual y no haya consagrado todas sus fuerzas a esta obra, debe saber bien que la venida del Señor ser para él día de su condenación.”

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