HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Meditar como el océano: enfermedades mentales (y 4)


Meditando como el océano, trabajamos en dos planos, aparentemente distintos pero idénticos, de forma simultánea: el individual y el colectivo.


En efecto, meditar como el océano es penetrar en las profundidades de nuestro ser buscando la serenidad de la gran masa de agua. Es superar la agitación superficial, de las olas y del viento que las provoca. Es superar los influjos del sol y la luna que provocan las mareas. Es bucear en nuestro interior para, de repente, encontrarnos suspendidos en una gran masa de agua de la que, al mismo tiempo formamos parte.

Meditar como el océano requiere una sintonía con sus ritmos y eso lo conseguimos con la respiración. Acallamos nuestras olas, nuestras inquietudes y buscamos el ritmo del océano, inspiramos y expiramos, una y otra vez, hasta sentir que, aunque somos nosotros los que respiramos, también somos inspirados y espirados. La gota de agua ya no está aislada, saltando en el aire o derramándose sobre la tierra, sino que forma parte del mismo océano. Esta sintonización es la que permitió a Cristo (Mt 14, 22-36) caminar sobre las embravecidas aguas del lago Tiberíades. Esta sintonización es la que Pedro percibió, pero la percibió externa a él y aun así, con la ayuda de la Fe, también él fue capaz de caminar unos momentos sobre las mismas aguas. Pedro basó su seguridad en Algo que consideraba externo a Él: Cristo. Aún así fue el principio de su “curación”. Cuando Cristo sube a la barca, cuando sus discípulos lo incorporan a sí mismos, encuentra calmado su mar, ese por el que navegaban todos los días, vendidos a él en la búsqueda ciega de sus bienes materiales que eran los peces.

Meditar como el océano es, pues, descubrir la potencia de nuestro Yo interior. Meditar como el océano es hacer sentir nuestra presencia/existencia a nuestros hermanos para, así, ayudarles a descubrir su propio Yo que no es sino el nuestro mismo. No hay, pues, enfermedades mentales, sino carencia de conocimiento, desconocimiento de nuestro yo.

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