HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

viernes, 13 de noviembre de 2009

Divina obediencia

En la natural rebeldía del hombre frente al sometimiento ante alguien o ante algo que considere posible, acertada o equivocadamente, sea sometido a su voluntad, subyace el origen de la soberbia, o sea de la más torpe forma de manifestación del ego. Esta soberbia que cuando no llega a la degeneración ha supuesto un acicate para el avance tecnológico, también supone, llevada a su expresión más extrema, la actual ruina espiritual y moral de gran parte de la humanidad y, más aún, de la degradación experimentada por Naturaleza.


De jóvenes nos creemos capaces de hacer grandes cosas y de mayores nos seguimos creyendo jóvenes. Así, en los años mozos pensamos que nada ni nadie puede someternos y luchamos contra o huimos de experiencias desagradables. Es lógico: queremos ser felices. Pero buscamos la felicidad en un plano completamente material. Y esto tiene su límite, antes o después, mas alto o más bajo. Como dirían algunos: no sabemos gestionar la desgracia, lo desagradable, lo cruel,… porque en algún momento somos superados ¿qué hacer en tales casos?

En la Iglesia Católica han sido tradicionales los tres votos de pobreza, castidad y obediencia; tan tradicionales como mal entendidos y peor aplicados. Durante años no supe comprenderlos y, en ocasiones, provocaron mi sonrisa. Poco a poco fui penetrando en su significado, tal vez aún no los haya comprendido del todo. Un hecho provocó mi mejor comprensión: fue la lectura de la biografía de San Francisco de Asís y de algunos de sus escritos, donde comprobaba la actitud sumamente respetuosa del santo con todos ello. Para lo que estamos hablando, vamos a centrarnos en uno de ellos: el voto de obediencia. Era chocante que alguien que había sido llamado a sanear la Iglesia se sometiera a una jerarquía que no era precisamente un dechado de virtudes. ¿Era ésta la única forma de obediencia a que se refería el santo? O, mejor, ¿era esta la forma de obediencia que propugnaba? Repasando su biografía y la de sus compañeros, podemos ver que no se trataba de una obediencia jerárquica, ya que el propio santo, padre espiritual de todos ellos, se sometía también a sus seguidores por obediencia. Así, consultada la opinión de sus compañeros sobre lo que entendían debía hacer San Francisco, si dedicarse a la contemplación, como él quería, o a la predicación como hacían los demás y como aquéllos le indicaran que se dedicase a predicar, el santo salió uno y otro día a predicar con ellos, dedicando las horas que podía sustraer al sueño a la meditación.

Esta actitud de San Francisco es, para empezar, pura coherencia al considerar que todos sus hermanos, los hombres en general, son “hijos de Dios” y, a fin de cuentas, Dios mismo ¿Cómo podría contrariar la voluntad divina, se expresara ésta como se expresara?

Pero, al margen de tan encomiable y difícil actitud, debemos hacernos otra consideración. Nuestro paso por este mundo ¿tiene, por casualidad, el objetivo de potenciar nuestro ego, entrenándolo para la supervivencia, cuando está llamado a convertirse en polvo, sí o sí? ¿No deberemos pasar por la experiencia de la vida para tomar consciencia y desarrollar nuestra, a veces oculta, naturaleza amorosa?

El lenguaje con que nos entendemos está sometido a un proceso degenerativo que pervierte e invierte los conceptos de las palabras. Es la ley de Babel. Escapemos de significados encorsetados en diccionarios y tengamos la experiencia “virtual” de vivir lo que otros ya vivieron. Es una experiencia apasionante y enriquecedora que nos llevará a comprender y a desear algo que nuestra humana naturaleza nos inclina a rechazar. No puedo, ni debo, seguir hablando de obediencia, sin citar el ejemplo supremo, Cristo, que se sometió a la voluntad del Padre, expresada en el irracional grito de ¡Barrabás! Donde está el ejemplo de Cristo, mis palabras suenan torpes.

1 comentario:

  1. Saludos Fernando.
    Muy buenos los contenidos del blog. Sigue asi.
    Un saludo en el amor de Cristo!

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