
“La estrategia que don Francisco ejercía para que algún día el caballero don Godofredo de Osca pudiese encontrarse a sí mismo, y llegase de este modo a actuar de acuerdo con su propia forma de ser, era la de mostrarle la vida y lo que ésta era capaz de engendrar en el interior de aquellas almas que se empeñaban en creer que eran lo que en realidad no eran. Su misión consistía en hacer que su discípulo comenzase a aceptarse a sí mismo tal cual era, y en que pronto pudiera descubrir su propia personalidad.”[1]
Este párrafo, extraído de la novela histórica indicada en la referencia, está basado en hechos históricos y documentados por el autor a lo largo de su dilatada vida de investigador del Temple. La traigo a este blog porque pone de manifiesto algo de suma importancia para los monjes templarios, algo tan importante o más que el valor y la fuerza en el combate, tanto de la guerra como de la vida: el conocimiento de uno mismo.
Ni eran los primeros que lo pensaban, ni tampoco eran los únicos. Todas las órdenes iniciáticas, tanto pretéritas como contemporáneas, así lo han tenido siempre asumido y así deberán seguirlo asumiendo.
Hablábamos, en los primeros pasos de este blog, de la soledad. Dijimos entonces que nunca estamos solos. En efecto, el conocimiento de nosotros mismos nos lo va a demostrar. Es un viaje apasionante, no exento de peligros, un viaje que todos debemos realizar. No es un viaje sencillo, requiere preparación. Lo contrario nos puede llevar a un estrepitoso fracaso. Hay más aún: el camino se puede hacer en grupo, pero la etapa final solo la puedes experimentar tú mismo.
Fuera consumismo absurdo, fuera drogas más o menos estúpidas, fuera luchas de poder,… fuera todo lo que en este mundo nos distrae de nuestro verdadero objetivo. Estamos a punto de iniciar un viaje que dejará ridículas todas las glorias de este mundo.
Fr+ Fernando
[1] Galera Gracia, Antonio; “La ciencia oculta de los viejos templarios”, Cap. 7
Este párrafo, extraído de la novela histórica indicada en la referencia, está basado en hechos históricos y documentados por el autor a lo largo de su dilatada vida de investigador del Temple. La traigo a este blog porque pone de manifiesto algo de suma importancia para los monjes templarios, algo tan importante o más que el valor y la fuerza en el combate, tanto de la guerra como de la vida: el conocimiento de uno mismo.
Ni eran los primeros que lo pensaban, ni tampoco eran los únicos. Todas las órdenes iniciáticas, tanto pretéritas como contemporáneas, así lo han tenido siempre asumido y así deberán seguirlo asumiendo.
Hablábamos, en los primeros pasos de este blog, de la soledad. Dijimos entonces que nunca estamos solos. En efecto, el conocimiento de nosotros mismos nos lo va a demostrar. Es un viaje apasionante, no exento de peligros, un viaje que todos debemos realizar. No es un viaje sencillo, requiere preparación. Lo contrario nos puede llevar a un estrepitoso fracaso. Hay más aún: el camino se puede hacer en grupo, pero la etapa final solo la puedes experimentar tú mismo.
Fuera consumismo absurdo, fuera drogas más o menos estúpidas, fuera luchas de poder,… fuera todo lo que en este mundo nos distrae de nuestro verdadero objetivo. Estamos a punto de iniciar un viaje que dejará ridículas todas las glorias de este mundo.
Fr+ Fernando
[1] Galera Gracia, Antonio; “La ciencia oculta de los viejos templarios”, Cap. 7
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