
A ti, hermano, que sufres no te puedo decir otra cosa que lo que sabías y olvidaste, solo puedo hacerte recordar. Hacerte recordar que sufres porque desconoces la mentira de este mundo. Porque tú, como yo, vinimos a él sin nada y fuimos creciendo rodeándonos de cosas, de animales y de personas a las que, empujados por las reglas del mundo, íbamos considerando nuestras. Nada tuvimos y nada tendremos. Es, pues, absurdo hacernos la ilusión de poseer cuando no somos dueños de nada, ni de nadie. Porque tú, como yo, nos hicimos participantes de un juego irreal. Porque convertimos el pasatiempo del videojuego, el entrenamiento físico y mental del deporte, en competición absurda. Porque convertimos la sana competición en una cuestión de mortal rivalidad. Porque transformamos el aspecto social del trabajo en fuente de poder. Porque, en fin, vamos dando palos de ciego porque queremos llevar los ojos cerrados y nos disgustamos cuando, con ese absurdo comportamiento, tropezamos y caemos y maldecimos la piedra que nos hizo caer.
Banalizamos las cosas importantes y sobrevaloramos las irrelevantes. ¿Eres incapaz de llegar a fin de mes y eso te agobia? ¿No puedes comprar el último modelo de coche? ¿Has visto cuánta gente camina por la calle sin más bienes que lo que le cabe en una bolsa de plástico? Es posible que, educado en la absurda competitividad, no te sirva de consuelo saber que hay muchísimos otros seres en peores condiciones de vida que las tuyas. Tampoco pretendo que te sirva de consuelo, pero sí de enseñanza. He podido comprobar como muchos de esos seres del tercer mundo, de ese tercer mundo que también existe, ¡hipócritas!, en nuestra sociedad, saben encontrar la felicidad en una sonrisa, en el vuelo de un pájaro, en el rocío de la mañana.
Admira a esas personas que teniéndolo todo han sabido renunciar a ello. Aprende de esas personas que tras perder todo, absolutamente todo, han sabido encontrar la verdadera Vida en esta vida. Sigue el ejemplo de esas personas que, poseedoras de inteligencia, conocimiento, sabiduría, recorren la vida en alpargatas.
Y, sobre todo, recuerda que viniste a este mundo, no para poseerlo, sino para amar y ser amado. Amar incluso en las circunstancias más difíciles, incluso al que te odia, incluso cuando tu cuerpo reclama angustiado tu atención, porque no es tu cuerpo quien ama, sino tu espíritu. Y ser amado porque debes dar a los demás la misma oportunidad que ellos te dan a ti. Siéntete amado, porque en verdad lo eres.
Fr+ Fernando
Banalizamos las cosas importantes y sobrevaloramos las irrelevantes. ¿Eres incapaz de llegar a fin de mes y eso te agobia? ¿No puedes comprar el último modelo de coche? ¿Has visto cuánta gente camina por la calle sin más bienes que lo que le cabe en una bolsa de plástico? Es posible que, educado en la absurda competitividad, no te sirva de consuelo saber que hay muchísimos otros seres en peores condiciones de vida que las tuyas. Tampoco pretendo que te sirva de consuelo, pero sí de enseñanza. He podido comprobar como muchos de esos seres del tercer mundo, de ese tercer mundo que también existe, ¡hipócritas!, en nuestra sociedad, saben encontrar la felicidad en una sonrisa, en el vuelo de un pájaro, en el rocío de la mañana.
Admira a esas personas que teniéndolo todo han sabido renunciar a ello. Aprende de esas personas que tras perder todo, absolutamente todo, han sabido encontrar la verdadera Vida en esta vida. Sigue el ejemplo de esas personas que, poseedoras de inteligencia, conocimiento, sabiduría, recorren la vida en alpargatas.
Y, sobre todo, recuerda que viniste a este mundo, no para poseerlo, sino para amar y ser amado. Amar incluso en las circunstancias más difíciles, incluso al que te odia, incluso cuando tu cuerpo reclama angustiado tu atención, porque no es tu cuerpo quien ama, sino tu espíritu. Y ser amado porque debes dar a los demás la misma oportunidad que ellos te dan a ti. Siéntete amado, porque en verdad lo eres.
Fr+ Fernando
No hay comentarios:
Publicar un comentario