No sé si, puestos en el etéreo ambiente de superficialidad que pretende mostrar el párrafo anterior, os habréis reído o al menos sonreído. A mí me ha entristecido porque eso lo hace la inmensa mayoría de nosotros. Salimos a recorrer el mundo, pero lo hacemos al amparo de un viaje organizado donde lo que se nos muestra es lo pretendidamente bonito, aquello que halaga nuestros sentidos, pero nos iremos a nuestras casas sin haber conocido el país, sus gentes con sus alegrías y sus penas, su riqueza y su pobreza,…
Pero si os creéis que estamos hablando de turismo os engañáis totalmente: hablo de la misma vida. Nos hemos introducido en un vehículo, nuestro propio cuerpo, y nos dejamos llevar por el programa turístico que marca la ley de este mundo: dormir, comer, procrear, tener,… Y cuando lleguemos al destino, nos bajaremos e iremos comentando con los que con nosotros hayan arribado a puerto lo bien que lo hemos pasado. Bueno algunos serán tan torpes que encima se lo habrán pasado mal mareados todo el día en su camarote. Es triste, muy triste. Como decía San Antonio, habremos cometido el peor pecado que puede cometer el hombre: perder el tiempo.
Entonces llega el momento de preguntarse: ¿estoy perdiendo, yo también, el tiempo? ¿Estoy viviendo mi vida, esa maravillosa oportunidad que es la vida, desaprovechándola?
Pero ¿qué se supone que hemos venido a hacer en esta vida?
No pretendo estar en posesión de la Verdad Absoluta, ninguno de nosotros puede. Pero esta Verdad Absoluta se ha desintegrado en verdades infinitamente más pequeñas, más asequibles, como la espiga de trigo se descompone en sus granos que caen al suelo y germinan en la tierra. Y todas esas verdades se han repartido entre nosotros: cada uno lleva su verdad a cuestas. Conocer esa verdad es el paso previo para organizar nuestro “viaje turístico” por esta vida y aprovecharlo plenamente. Pero ¡cuidado con las modas! ¡Cuidado con los engaños! Debemos encontrar nuestra verdad. La verdad del vecino, aun siendo auténtica, no me vale. Su misión no es la mía.
Ruego a Dios que ayude a cada uno a encontrar su verdad.
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