sábado, 3 de abril de 2010
Evagrio Póntico. Pensamientos
Traemos hoy al blog algunos pensamientos de este gran asceta que vivió en el siglo IV d.C. Han sido extraídos de una de sus obras, “Tratado de la oración”, y por tanto son evidentes consejos para la práctica de la oración y la contemplación. Tiene un doble interés: por un lado, constituye una clara guía sobre la práctica del hesicasmo y, por otro, marca un hito histórico en los fundamentos del hesicasmo.
En varios de estos pensamientos insiste en acallar la mente, buscar el silencio, como única forma de conseguir una oración eficaz.
“Esfuérzate por mantener tu intelecto durante la plegaria, sordo y mudo; así podrás orar”.
“¿Tu inteligencia divaga durante la oración?: es que ella no ora todavía como un monje, ella pertenece todavía al mundo y está ocupada en la apariencia de lo exterior” (Orar como un monje es orar mientras la mente permanece en silencio, sin divagar)
“Procuremos que la inteligencia no se detenga en los pensamientos simples, no sea que por ello no alcance el lugar de la oración, pues puede perderse en la contemplación de los objetos y en razonar sobre ellos; ahora bien, ese razonar imprime por su calidad de consideración de objetos una forma en la inteligencia, y la aparta de Dios” (Cuando Evagrio habla de pensamientos simples, se refiere a aquellos que son inocentes per se, a diferencia de otros que sean malvados. Quiere con esto llamar la atención sobre que no debemos confiarnos con ningún tipo de pensamiento por bueno que nos pueda parecer).
“No imagines la divinidad en tí cuando oras ni dejes que tu inteligencia acepte la impresión de una forma cualquiera; mantente inmaterial y tú comprenderás” (En cierta forma retoma la misma llamada de atención de antes: ni siquiera podemos entretenernos en pensamientos buenos, divinos, en la presencia de Dios o en darle forma o concepto, NADA. Posiblemente sea esta una de las manifestaciones más claras de influencia oriental que podamos encontrar en los autores hesicastas. El argumento, podemos decir que teológico, es claro: Cualquier imagen o concepto que podamos generar sobre la divinidad es solamente una idea mental basada en nuestras creencias y opiniones o en nuestra imaginación y, por lo tanto, será incapaz de tocar lo divino, que está mucho más allá de la mente).
Aún afina más Evagrio. Podemos imaginar cosas extrañas, desconocidas para nosotros y pensar que hemos visto a Dios. De nuevo nos estaremos engañando. Nada de lo que puedan percibir nuestros sentidos será Dios, como mucho una representación de Dios: “Ten cuidado con las acechanzas de los adversarios: Puede ocurrir, mientras tú oras puramente y sin turbación, que se presente una forma, desconocida o extraña, para llevarte a la presunción de localizar en ella a Dios y hacerte tomar por divinidad el objeto cuantitativo repentinamente aparecido ante tus ojos: ahora bien, la divinidad no tiene forma ni cantidad”.
Llega de esta forma a establecer los pilares del hesicasmo: atención, oración, quietud y acción divina (Gracia): “Mantente en guardia durante la oración, resguardando tu inteligencia de todo concepto para que permanezca fija en su propia quietud (o sea recuperar la de su naturaleza original). Entonces, Aquél que se compadeció de los ignorantes descenderá también sobre tí y recibirás un don de oración muy glorioso”.
Insiste de nuevo en el desapego de lo material “Tú no podrás poseer la oración pura si estás alterado por objetos materiales y agitado por continuas preocupaciones, pues la oración es abandonar los pensamientos”. Y nos pone un ejemplo claro: “Es imposible correr atado. Una inteligencia sometida a las pasiones no conseguirá ver el “lugar de la oración espiritual” (se refiere a la vaciedad de pensamiento) pues, al estar tironeada permanentemente hacia todas partes por pensamientos apasionados, no logrará alcanzar la fijación (o sea la atención o concentración indispensable)”.
Insiste hasta por tres veces más en la necesidad de acallar la mente y la imaginación y buscar el desapego, al menos mientras dure la oración:
“Tú aspiras a ver el rostro del Padre que está en el cielo; no trates por nada en el mundo de percibir una forma o una figura durante la oración”.
“Feliz el espíritu desapegado de toda “forma” en el momento de la oración”.
“Bienaventurada la inteligencia que, en el momento de la oración, se hace inmaterial y totalmente desnuda”.
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Muy interesante este articulo, que ayuda a los profanos a aprender a reflexionar.
ResponderEliminarmuy vacano me parecio
EliminarES una leccion muy espiritual
Eliminarmuchas gracias