HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

sábado, 13 de marzo de 2010

Yo ví llorar a Dios


Hace muchos años que conozco una canción cuyo estribillo dice así: “Anoche, soñando,/ he visto a Dios llorando/ jamás lo olvidaré./ Y ahora que estoy despierto/ aún me parece cierto /yo vi llorara a Dios.” Siempre pensé que, aunque muy bonita, era una canción algo lacrimógena, con un mensaje rayano en el tópico, moralizante y, dentro de su profundidad moral, superficial. Henchido de sabiduría, mi ignorancia era incapaz de dejarme ver más allá de mis narices. Como tantas veces, me equivoqué.

Era un hombre normal, ni listo, ni torpe; ni alto, ni bajo; ni simpático, ni antipático. Sencillamente era un hombre como tú y como yo. Y como tú y como yo, guardaba en su interior Algo maravilloso que la superficialidad de los momentos pasados con él y mi torpeza no habían dejado traslucir a pesar de su evidencia. Aunque su nombre es otro, le llamaremos Jesús.

Esa tarde dejaría de ser para mí una tarde más. Jesús estaba serio, sereno, pero Algo en su interior parecía hacerle más grande, más atractivo, más atrayente que nunca. Le pregunté: “¿Qué te pasa? Te veo preocupado.” “Dios también llora” me espetó. Un terremoto bajo mis pies no me habría provocado tal conmoción. Por minutos no supe qué decir. Fue él quien habló y aún me conmocionó más: “Mira, Hermano, Dios no es ni más, ni menos, que Amor” Si ya llamarme Hermano, a mí que solo había hablado con él cosas intranscendentes y pocas veces, ya me dejaba fuera de juego, reducir la Totalidad de Dios a una palabra rozaba la irracionalidad. Tantos años con el bombardeo sobre las capacidades divinas para que llegara alguien reduciéndolo todo a una palabra.

Continuó hablando. Parecía un monólogo, pero era un diálogo en toda regla: leía mis pensamientos y contestaba mis preguntas antes de que yo las formulara. Decía: “Sería difícil definir lo que es el Amor, porque antes que todo lo que vemos, percibimos o intuimos ya existía el Amor. Es el principio único y fundamental de todo, por tanto no podemos definirlo con ideas o conceptos que derivan de Él. Todo lo que digas de Él, a favor o en contra, bueno o malo, es Él mismo. Si le enfrentas al odio, le enfrentas a Sí mismo, pero todo eso será un invento tuyo, de tu mente, porque, siendo Él mismo el origen de todo y el Todo mismo, nada puede haber fuera de Él y menos algo que se supone contrario, esencialmente contrario a Él. En nuestro concepto dual el Amor ha de ser bueno, amable, etc. y el odio todo lo contrario. Es una tentación en la que caemos continuamente. Sencillamente: el Amor no se puede definir, hay que vivirlo, experimentarlo.”

“Es muy tentador caer en la trampa de diseccionar el Amor, ponerle nombre y apellidos, asignarle propiedades, decir lo que es y lo que no es. La Realidad es muy distinta. Nuestra realidad es que envolvemos el Amor con una cáscara sobre la que nos movemos, sin llegar a saborear el fruto. Ayer logré quebrar esa cáscara, la mía y solo la mía; por eso sé que cuando termine de explicarte mi experiencia, no te habrás enterado de nada. Precisamente cuando ayer logré quebrar esa cáscara, mi cáscara, vi llorar a dios, así con minúscula. Porque yo seguía empeñado en que Dios era como yo decía que era y Dios tenía que llorar por lo que yo calificaba de desgracias de este mundo. Yo veía los niños hambrientos en África, los sangrientos atentados de Afganistán, los muertos de los terremotos de Haití, Chile o Turquía, los millones de parados de España, las enfermedades de mis parientes y amigos,… Y lloraba. Y como yo estaba llorando, Dios tenía que llorar. Y lloraba, claro que lloraba: ¡a través de mis lágrimas!”

“Ahora mismo estás preguntándote qué es el Amor. Por eso estás perdido. No sabes si Dios es Amor o el Amor es Dios. No sabes si el Amor es bueno, malo o regular. Ni lo sabrás. Porque el objeto de tu Vida no es almacenar conocimiento, ni siquiera sobre el Principio Supremo y Único del Amor. Tu mente egocéntrica aspira a acumular conocimiento porque así cree dominar su entorno y con ello asegurar su supervivencia. Cuando te dije que vi llorar a Dios, me refería a ese burdo reflejo de Dios que es el dios que deducimos. Lo bueno es que cuando nos lanzamos a atrapar ese reflejo, caemos en la vacuidad y lloramos angustiados y entonces, tal vez entonces, nos encontramos con Dios. Cuando pensamos que vivir con Dios debe ser algo maravilloso, nos encontramos primero con una experiencia dolorosa y traumática que, finalmente, nos lleva a descubrir ese Principio Absoluto que es el Amor. Hay quienes hacen la visita y se despiden hasta otra ocasión y hay quienes se empapan de Amor hasta los tuétanos y viven en el Amor de forma permanente. Te puedo asegurar que cuando ves llorar a dios, estás más cerca del Dios Verdadero. La oración del Huerto de Getsemaní, nos muestra a Jesús sudando gotas de sangre, ¿lo entiendes ahora?”

Mi amigo dejó de hablar. Ahora me tocaba a mí.

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