Esto es maravilloso y quienes lo han detectado antes que yo lo califican de salto consciencial. Otros hablan de un cambio de dimensión y así un largo etcétera en el que probablemente todos quieran decir lo mismo. Lo delicado del asunto está ahí precisamente: hay un número importante de hermanos que saben donde están; otro número aún mayor intuye por donde están, pero no saben explicarlo, aunque utilicen los mismos términos que los anteriores; otro grupo demasiado numeroso intuyen que se están perdiendo algo que les gustaría conocer, pero entre que no entienden el significado de lo que oyen y que muchos de los que hablan no caen en la cuenta de que deberían explicar lo que cuentan, si es que saben de lo que hablan, terminan por perderse en el bosque; finalmente queda el número de los que, dicen, ni les va, ni les viene, aunque a veces les gustaría enterarse por si fuera un esnobismo nuevo al que apuntarse.
Parece, pues, que va siendo hora de aclarar conceptos. Cojamos uno que no es precisamente nuevo pero que tal vez por eso esté tan alterado: amor. Para no perdernos, tomemos el diccionario de la RAE. Cuenta con 14 acepciones diferentes. Tomemos la primera, dice así: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.” Es tremendo, demoledor: A) Es un sentimiento o sea una sensación producida por lo que perciben los sentidos. Demasiado escatológico ¿no?
B) Del ser humano, o sea que no es atribuible a Dios, o sea que cuando alguien dice que Dios es amor es poco más o menos un blasfemo.
C) Asegura que ese sentimiento parte de la propia insuficiencia del ser amante. Vuelve la burra al trigal: como se supone que Dios es autosuficiente, no puede amar.
D) Además dice que es un sentimiento que parte de la necesidad, esto es se trata de un sentimiento egoísta. O sea que según esto si amamos es porque somos egoístas y si odiamos, no amaremos, pero por lo menos no seremos egoístas.
E) Y para terminar resulta que lo que buscamos es el encuentro y la unión con otro ser, o sea que solo es un sentimiento de pareja y, por lo mismo, no puede ser atributo de Dios que, por otra parte tampoco puede unirse a otro ser.
Y eso por no acudir a otras acepciones más… ¿lúdicas?
Con esta definición ¿qué podemos esperar cuando decimos a alguien que el Amor es el motor de todo? Pues, eso: “por el interés te quiero, Andrés” Decididamente, alguien nos ha colado un gol ensuciando la pureza del significado de la palabra Amor. Lo malo es la consecuencia: perdido el sentido real de la palabra todos los razonamientos que nuestra limitada mente pueda realizar quedarán totalmente desvirtuados, serán confusos y nos llevarán derechos al error. Pero esta consecuencia se afianza porque amor no es la única palabra corrompida. Tenía razón Jesucristo cuando decía que no nos fijáramos en lo que decían, sino en lo que hacían, no ya porque los fariseos fueran como eran, que lo eran, sino porque la transmisión de ideas por medio de palabras es muy ineficaz.
He estado meditando sobre el concepto de Amor y os propongo el siguiente: Principio básico del comportamiento de un conjunto de partes que aspiran a reunirse en la unidad o de la unidad misma. De esta forma, tal vez algo cartesiana, llegamos a poner en común algo que es esencia divina y de la cual percibimos ramalazos en nuestro interior. Ramalazos que pueden ser más o menos duraderos, pero que siempre nos invitan a acercarnos a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario