HESICASMO

Bienvenidos. Este es un blog dedicado a la espiritualidad y, en especial, al hesicasmo, la vía mística de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
En la columna de la izquierda se incluyen textos sobre el hesicasmo (fundamentos, práctica, historia, biografías, frases para meditar, etc.) En la columna de la derecha se presentan mis meditaciones y aportaciones, modestas aportaciones, a esta vía mística. Os agradeceré vuestros comentarios que, a buen seguro, nos harán bien a todos.
La Paz de Dios sea con todos nosotros.

¿Ya os habéis olvidado?

HAITI: más de 500 muertos por cólera. El Servicio Andaluz de Salud está preparando atención médica, aquí en España, para varias decenas de niños haitianos. Algunas ONG's están recogiendo fondos para cubrir los gastos de viaje y estancia de padres e hijos. Y ¿tú que haces?

miércoles, 20 de octubre de 2010

¡Vaya por Dios!

ESCENA 1: Antes.

Por la mañana, temprano, un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en un lugar cualquiera. Cualquiera de nosotros o de nuestros antepasados está desayunando. Una hermosa tostada repleta de mantequilla en la mano. Un movimiento involuntario y la tostada cae al suelo y, además, por la cara impregnada de mantequilla: ¡Vaya por Dios! El hombre se agacha a recoger la tostada, limpia el suelo, limpia la tostada o se hace otra -¿qué más da?- y continúa el desayuno.

ESCENA 2: Hoy

Por la mañana, temprano, un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, en un lugar cualquiera. Cualquiera de nosotros está desayunando. Una hermosa tostada repleta de mantequilla en la mano. Un movimiento involuntario y la tostada cae al suelo y, además, por la cara impregnada de mantequilla. ¡(…)! Ponga cada cual el improperio que juzgue conveniente o tire de estadística y coloque el más frecuente.

No pretendo sacarle chispa a un hecho tan banal. Ya ha habido sesudos señores que han explicado que esto es un ejemplo de la ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal” Y además es el ejemplo habitual: la tostada caerá por el lado de la mantequilla. ¡Uff, qué peso nos hemos quitado de encima! Ya hemos explicado “científicamente” lo ocurrido.

¡Es una pena! Cada día nos hemos ido separando más de la Verdad más primigenia y hemos ido buscando nuestra verdad, esa que, soberbios nosotros, pretendemos crear con nuestra sabiduría de pacotilla.

El hombre primitivo tenía asumido que lo que ocurría era porque Dios así lo quería. Lo bueno y lo malo sucedía porque Dios lo quería. Y ahora a Dios lo llamamos Murphy, pero solo hemos explicado una cosa que hemos creído en el origen del suceso: el capricho de Dios. Así es lógico que a Dios le quitemos su título divino y le llamemos simplemente Murphy. ¡Vamos que hemos conseguido tutear a Dios porque con sus “caprichos” no merece otra cosa!

Y, una vez más, nos hemos vuelto a equivocar. Un hecho tan tonto y simple como la caída de la tostada provoca en nosotros una actitud de rebeldía, de insatisfacción. Y es que en vez de asumir que ABSOLUTAMENTE TODO LO QUE OCURRE EN ESTA VIDA ES BUENO, CONVENIENTE Y NECESARIO PARA NOSOTROS, adoptamos una postura de niños malcriados. Las escenas anteriores son anecdóticas, pero hay otros hechos que son más duros de asumir. Anclados en esa postura, vemos a nuestro papá dios como alguien distinto de nosotros, lejano a nosotros, que solo sirve para satisfacer nuestros caprichos, por muy buenos y santos que nos puedan parecer, y contra el que, cuando no cumple nuestras expectativas, ejecutamos una violenta pataleta. La traición del socio, del amigo o del familiar, la infidelidad de la pareja, la enfermedad, la ruina económica y un largo etcétera de infortunios son buenos y necesarios, tanto como lo son las buenas nuevas, la riqueza, la salud, etc., etc. Todos nosotros pensamos o hemos pensado alguna vez que la vida, al menos la nuestra, debería desarrollarse en un mundo de paz y tranquilidad, que no deberíamos tener disgustos. Muchos de nosotros hemos pedido salud, amor, justicia, igualdad, etc., a ese papá dios que nos hemos inventado. Es muy humano, pero totalmente equivocado. La dualidad bien/mal es la garantía de nuestro libre albedrío y sin éste nuestro perfeccionamiento, nuestra evolución y nuestra toma de consciencia serían imposibles.

Cuando despotricamos de las maldades de la vida, de lo malo que es fulanito que nos agobia, nos hace daño o nos mata (¡Sí, lo he dicho bien, nos mata!), cuando criticamos, por mucho que nos parezca una actividad inocente, estamos perdiendo la oportunidad de evolucionar positivamente, de tener un crecimiento interior y, en definitiva, de ser felices. Solo acumulamos rencor que puede llegar a convertirse, sin darnos cuenta, en odio. En esto encontramos el origen de muchos de nuestros males actuales, desde enfrentamientos sempiternos hasta simples dolores de cabeza, pasando por complicadas enfermedades psicológicas.

Conceptos como la ética, la moral, la justicia, la igualdad, la solidaridad y un largo etcétera de buenas intenciones se vuelven contra nosotros porque las hemos desarrollado desde un punto de vista inadecuado, muy pocas veces desde el puro Amor. Vibramos en nuestra naturaleza material y, sin darnos cuenta, empezamos trayendo la desaprobación y terminamos viviendo en el rencor o en el odio. Los linchamientos, tan típicos en el lejano Oeste americano y aún hoy muy frecuentes aunque solo sea a nivel verbal, son un buen ejemplo. El odio entre religiones, los enfrentamientos entre pueblos vecinos, las discusiones vecinales, los enfrentamientos familiares,… todos ellos derivan de la torpe aplicación de unos principios que, aun arrancando del Amor y de la Verdad, fueron mal “traducidos” a nuestro mundo.

Muchas veces nos hemos planteado porqué Cristo con todo su poder divino no metió en cintura a tanto sinvergüenza suelto en lugar de dejarse prender y ser colgado en la cruz, ¿porqué? Y es que una vez más hemos olvidado los significados de los símbolos o nos hemos dejado engañar. La imagen del Cordero de Dios no es la un mero sacrificio ritual, rememoración actualizada o ejemplo supremo de la que hacían nuestros ancestros, sino el modelo puro a seguir por todos nosotros de la Santa Obediencia. Santa Obediencia que está muy lejos de una manipulada, por interesada, concepción jerárquica y “jerarquizante” o incluso esclavizante que, con harta frecuencia, se nos ha mostrado. Se trata de asumir la decisión divina como nuestra propia, lo que, por cierto, no está tan lejos de la realidad.

Cuando comprendamos y asumamos que ABSOLUTAMENTE TODO LO QUE OCURRE EN ESTA VIDA ES BUENO, CONVENIENTE Y NECESARIO PARA NOSOTROS, seremos capaces de Amar, habremos puesto la Verdad en nuestra vida y, en definitiva, tendremos el Cielo en la Tierra.

Así, pues, cambiemos de actitud y aprendamos a decir y a sentir el ¡Vaya por Dios! Cuesta mucho, pero cuando se consigue, aunque solo sea a ratos, es muy gratificante.

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