Continuamos con el mismo demonio del que nos hablaba ayer Evagrio: el demonio vagabundo, el del intelecto. A hora nuestro buen monje nos da la receta para luchar contra él. Aunque utiliza el lenguaje personificando nuestra “tentación” en la figura del demonio, podemos adivinar, tras sus palabras, la sentencia del Delfos: “Conócete a ti mismo”
“Pero nosotros, si realmente nos proponernos reconocer la astucia de este demonio, no debemos apresurarnos a gritar en contra de él, ni a meditar sobre lo sucedido, contando como éste realiza estos encuentros en nuestros pensamientos y de qué manera va empujando el intelecto hacia la muerte. No soportando ser observado en su actuar, el demonio huirá de nosotros y nada podremos saber de lo que queríamos aprender. Más bien deberemos permitir que por uno o dos días, actúe a fondo, así podremos aprender bien sus maquinaciones, y lo haremos fluir enfrentándolo con nuestras palabras. Y sucede que cuando nos sentimos tentados, el intelecto está turbio y le resulta difícil ver lo que está sucediendo. Debemos pues, actuar cuando el demonio se ha ido de la siguiente manera: siéntate y trae a tu memoria lo sucedido, por dónde ha empezado todo, dónde has ido, y en qué lugar te sentiste atraído por el espíritu de la fornicación, de la tristeza o de la ira, y nuevamente recapitula lo sucedido. Examina todo muy bien y confíalo a tu memoria, así podrás enfrentar al demonio cuando se acerque. Observa atentamente el escondrijo donde él pretende llevarte y no lo sigas. Y si incluso quieres enfurecerlo, enfréntalo una y otra vez, hablándole directamente. Se sentirá muy molesto ya que no tolera ser avergonzado. Como demostración de que has sabido hablarle como es debido, verás que ese pensamiento que te acechaba te abandonó por completo. Es imposible que permanezca si es abiertamente enfrentado. Una vez que has vencido al demonio, seguirá una profunda somnolencia, una especie de estado de muerte, con una gran pesadez en los párpados, continuados bostezos, un gran peso en las espaldas. Pero el Espíritu Santo hará que todo esto se desvanezca luego de una intensa plegaria.”
¡Que la presencia de Dios sea percibida por todos nosotros!
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