Tras la promesa de Dios de darle descendencia, Abrahám se muestra preocupado y traslada su preocupación a Sarai, su esposa. Ella, convencida de su infertilidad, le invita a conocer a su esclava Agar.
El capítulo 16 es ciertamente sorprendente para nuestra mentalidad actual. Hemos de hacer abstracción de algunos conceptos. La entrega de Agar a Abrahám como un mero medio de reproducción no deja de resultarnos extraño. Extraño, por impropio de alguien que se nos ofrece como modelo, es el comportamiento de ambos esposos cuando Agar queda embarazada. Pero más extraño nos puede resultar el hecho de que, cuando Agar huye de su ama, se le aparece el Ángel del Señor, que le ordena volver y someterse a su ama. ¿Porqué? Agar huye porque su ama le ha tomado envidia y le hace mobing. Su hijo, Ismael, dará origen al pueblo de los ismaelitas que estará enfrenado al resto de los pueblos. El Ángel del Señor le hace la misma promesa que a Abrahám: "Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie podrá contarlos".
El capítulo termina con dos curiosidades más para meditar. Primero, Agar llama a Dios El Roí: <
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