Cuanto más modesta es la vida de uno, tanto más éste es feliz. No tiene que preocuparse por tantas cosas, tales como siervos, campesinos, ganado. Si nos precipitamos en estos quehaceres, tropezaremos con las penas que de ellos surgen y nos lamentaremos de Dios: con nuestra voluntaria concupiscencia, la muerte, como una planta, será regada y permaneceremos perdidos en las tinieblas de la vida pecaminosa, impotentes de conocernos a nosotros mismos
No debemos declarar que es imposible para el hombre conducir una vida virtuosa. Debemos más bien decir que ésta no es fácil ni está al alcance de la mano de cualquiera. Toman parte de una vida virtuosa todos aquellos que, de entre los hombres, son píos y dotados de un intelecto amante de Dios: porque el intelecto ordinario y mundano es también voluble, produce pensamientos ya sea buenos como malos, es mudable por naturaleza y sus cambios tienden a la materia. Mientras, el intelecto ocupado por el amor de Dios está al resguardo de la malicia que el hombre voluntariamente se procura por su descuido.
Los incultos y los rústicos consideran cosa risible los razonamientos y no quieren escuchar, pues su falta de formación sería puesta en evidencia y querrían que todos fueran como ellos. Es así que también en su forma de vivir y en sus modales, tratan de que todos sean peores que ellos pues piensan que podrán pasar por irreprochables, gracias al pulular de los mediocres.No deben extrañarnos estas palabras ya que cuatro siglos antes ya las había dicho Cristo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el Cielo, y luego sígueme».
Pero es que Cristo no hacía más que recoger lo dicho en el Libro de la Sabiduría (Sab, 7):
“Con la sabiduría me vinieron a la vez todos los bienes”
Supliqué, y se me concedió la prudencia;
invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.
invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos,
y, en comparación con ella,
tuve en nada la riqueza.
y, en comparación con ella,
tuve en nada la riqueza.
No le igualé la piedra más preciosa,
porque todo el oro, a su lado,
es un puñado de arena,
y, ante ella, la plata es como el barro.
porque todo el oro, a su lado,
es un puñado de arena,
y, ante ella, la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y a la belleza,
y preferí tenerla como luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
y preferí tenerla como luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos,
en sus manos había riquezas incontables."
en sus manos había riquezas incontables."
O sea que llevan toda la vida diciéndonos lo mismo y nosotros sin enterarnos. ¿Podemos hacer algo por conseguirlo? ¿Tenemos claro de lo que nos están hablando? ¿Significa que debemos tirar los bienes que a más de nuestros son de nuestras familias y dejarlas en la miseria? ¿Significa que debemos dejar de trabajar y centrarnos exclusivamente en la oración y en la meditación? O sea ¿debemos cambiar el apego a lo material por el apego a lo espiritual? ¿Qué más da un apego que otro? Meditemos sobre la cuestión y que Dios, como siempre, nos ilumine.